tengo hambre

Después de lo acontecido mi padre no me mantuvo a su lado, ni a mí no a mis hermanos, nos llevó con sus padres, mis abuelos, ahí me despedí de mi madre, el me acercó a su caja .

- ¿Porque tiene algodones en la nariz y las orejas? -, le pregunté mientras miraba a mi madre

- Es para que no se le metan bichos mientras duerme - .

- Ya dile que se despierte entonces, así los va a espantar -, mi padre siempre me da una sonrisa sin importar los problemas, así es como se que todo estará bien.

- Lo siento pero no puedo hacerlo, dale un beso y ve a jugar con tus hermanos y primos -, Salí con mis primos y mi papá lloraba, después de eso el se despidió de nosotros .

- ¡No me dejes aquí! , Llévame contigo! me portare bien lo prometo -, lloré y grité pero el me dejó aquél día .

- No te preocupes, nosotros cuidaremos de ellos vete tranquilo -, le dijo uno de mis tíos .

Aquel día no solo perdí a mi madre, también a mi padre, había perdido a mi familia .

Y si tienen curiosidad por el hombre que la mató, el fué a prisión no pudo escapar, lo capturaron los militares de inmediato, dijo que fue un accidente que el la amaba y que jamás le haría daño, que el arma se había disparado por accidente y que lo perdonaran .

No supe más de aquel lugar ni de mis familiares que siempre estaban ahí, gozando del dinero de mi padre, ni de mis abuelos maternos que al parecer cumplieron su palabra de no aceptarla de regreso jamás, ni tías ni de nadie de los que decían amarnos, todos se había ido, aquél lugar había quedado atrás y mi nueva vida comenzaba , solo era yo frente a la sociedad que le daba la bienvenida a una niña sin familia.

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Me transfirieron a una nueva escuela y la graduación llegó, mi padre ha enviado dinero para que pudiese usar un lindo vestido, las madres e hijas estaban reunidas junto a sus familias, los bailables de los niños eran lindos pero no pude participar en ninguno por que llegue solo unos días antes del fin de curso y fue imposible unirme al grupo, así que solo me quedé en el salón sola mientras los demás disfrutan.

La esperanza de que mi padre apareciera haciendo una entrada increíble se desvanecía con el tiempo, aquel día mi prima la pobre usaba un elegante y caro vestido lo recuerdo bien, deseaba tener uno igual pero dijeron que mi papá no había enviado el dinero y que mis tíos no podían pagar otro vestido solo el de su hija.

En la escuela rodeada de personas con ropas nuevas estaba yo toda mugrosa, con un pantalón y una blusa rota, la maestra aún me llamó la atención por ir sucia, mi tía dijo que yo era muy cochina, que era imposible tenerme limpia diez minutos y que mi padre no me hacia caso.

Los niños también sienten vergüenza frente a los adultos, pero yo sabía que era mentira, mi padre no me abandonaría jamás, soy la única hija que tiene y me ama.

Pero los días pasaron y al parecer la sociedad tenía razón, mi padre me había abandonado, pero algo extraño sucedía, mis abuelos hacían demaciadas fiestas, la casa estaba llena de personas a menudo, quería sentarme en la mesa con ellos pero siempre me detenía dejandome en la cocina.

- Abuelita tengo hambre -, le pedía de comer pero ella no hablaba español solo lengua indígena, tenía dos opciones aprender un nuevo idioma rápido o morir de hambre por no poder comunicarme.

Tocaba mi pancita para darme a entender y ella tomaba un plato, miraba a escondidas la mesa de los invitados, carne jugosa en sus platos y bebida por montónes, pero cuando miraba mi plato solo había una cucharada pequeña de frijoles.

- Yo quiero comer de eso -, le decía señalando, pero al no poder expresarse mi abuela llamaba a mi tía.

- Esa comida es para los invitados, si sobra algo te damos, mientras si tienes hambre comete eso -, las tortillas eran pequeñas y solo me daban dos, solía comer todo lo que podia, mi madre a pesar de todo me alimentaba varias veces al día, ahora comía si tenía suerte.

Pronto comencé a ir a un tienda cercana, en la entrada ponían los huevos y con cinco centavos quería comprar algo de comer pero no era posible con tan poco así que solo los dejaba ahí y me llevaba un huevo sin esperar al tendero.

Después de algunos días al ya no tener ni cinco centavos solo iba y tomaba el huevo, luego lo llevaba con una señora, supuestamente tía mía, le pedía prepararlo por mí, todos los días iba a tomar el huevo de la tienda y me lo preparaban, después supe que a la acción de tomar algo sin pagar se le dice robar y era muy malo, pero el hambre era mucho más fuerte, jamás había pedido algo, mi madre me había acostumbrado a tener todo al alcance de mi mano, después de obtener esa información, me asustaba tomar el huevo de la tienda pero de no hacerlo moriría de hambre.

Alguna vez mi padre dijo que si quería algo solo le pidiera dinero a mi abuela y lo intente, vaya que si.

Solía pedirle alguna moneda para comprar caramelos pero ella decía en su lengua indígena: No tengo dinero mijita no tengo dinero, nada mira -, abría su monedero, realmente estaba vacío, algunas veces tenía un par de centavos y me los regalaba.

Pasaba los recreos sola, no llevaba nada para el almuerzo, solo miraba a los niños comer o con sus madres que les llevaban el almuerzo caliente, ¿ven como el árbol de chocolates si tenía sentido?, yo solo quería comer algo para quitarme el dolor de estómago, pero eso jamás pasó y las cosas solo comenzaron a empeorar, el hambre siempre golpeaba mi cuerpo y un extraño dolor de cabeza comenzó, cada vez que intentaba pensar en mi madre todo se volvía blanco, el dolor duraba mucho tiempo y poco a poco el recuerdo de mi madre se fué, era como un huracán en mí, pensar en ella era tormentoso y doloroso pero después volvía la calma, conocí a varias personas durante ese tiempo, pero nadie estaba para mí en realidad.

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- ¡Déjame me lastimas! -, dije gritando mientras empujó a mi primo menor, el está en preescolar, suele morder mis brazos haciendo que grité y llore de dolor, tenía muchas marcas de mordidas en las manos hasta que un día una persona de la sociedad me dijo que debía defenderme y que lo mordiera también.

Cuando mi primito se acercó y me mordió de nuevo está vez lo tome y lo mordí también descargando mi coraje acumulado, fue un consejo que no debí tomar, la golpiza que su padre me ha dado es de las cosas que jamás olvidaré, era realmente la primera vez que me daban no unos golpes más bien una paliza.

Cuando mis hermanos volvieron por la noche notaron mi silencio.

- ¿Que te pasa Victoria? -, preguntó el mayor, no sabía explicar lo que había pasado, solo lloraba triste deseando que mi papá estuviera conmigo para defenderme, cuando mi hermano el de enmedio notó los moretones esta ves de golpes y no mordidas se llenó de furia.

- ¿¡Quien te hizo esto Victoria?! -, dijo con lágrimas de ira.

- Mi tío Hugo, es que el enano de su hijo me mordió y lo mordí para defenderme, dijo que el es pequeño y no sabe lo que hace pero que yo ya estoy vieja y me pegó -.

- ¡Lo voy a matar!, no llores Victoria, te juro que lo voy a matar -, por primera vez mis hermanos estaban de acuerdo y me sentí un poco segura a su lado.

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Pasaron los días, estaba sentada en el salón sola cuando miré en el escritorio dinero en la cartera de la maestra y gracias a las enseñanzas de mi madre solo fui y lo tomé, guardando en mi mochila la cartera como si fuera algo normal.

- ¿Niños han visto mi cartera? -, yo no hice caso y pronto al no encontrarla la maestra comenzó a buscar en las mochilas hasta que dió con ella en mi cartera, estaba en la dirección esperando a que vinieran por mí, la maestra a pesar de todo podía entender por qué lo hacía pero no decir nada era arrojarme a la delincuencia de cierta forma.

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Aquella tarde recibía una golpiza de nuevo y una llamada especial.

- Esto te enseñará a respetar las cosas ajenas mocosa, no debes robar, veamos qie dice tu papá -, sentí esperanza al saber que hablaría con él.

Pero en ningún momento me dejaron hablar o defenderme.

- Pues pégale si hace algo malo, ya una vez intenté corregir ese comportamiento pero si mamá se opuso y esto es lo que pasa, pégale si no obedece no la dejes que haga lo que quiera -, esas fueron las palabras de mi padre, me dolía el corazón al escucharlo y la sonrisa de satisfacción de mi tío era tan grande que me llenaba de miedo.

Mis hermanos escapaban de esa realidad, mi hermano mayor solía vagar por el pueblo mientras mi hermano el de enmedio se convirtió en guía de turistas, apenas tenía once años mi hermano, se volvió egoísta y se preocupa más por él qie por otros.

- Tienes que ayudarme nuestra hermanita tiene hambre yo no puedo con los gastos no gano mucho -, le reclamaba a mi hermano mayor para que trabajará solo es un año mayor, tiene doce pero es demaciado despreocupado y pasaban el tiempo peleando mientras conseguían algunas cosas para que pudiera comer y no morir, a tan temprana edad debía cargar con la responsabilidad de su hermana menor, era digno de admirar, muchos niños ha cuidado de sus hermanos más pequeños aprendiendo de la peor manera, perdiendo su infancia para siempre, en vez de pasar el tiempo jugando y aprendiendo, deben trabajar con la preocupación de si este día conseguirán para que puedan comer algo, aún así sentía lo mal que ellos se llevan.

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Me sentía sola y recordé a mi perrita, cuando recién llegamos ella dormía conmigo, pero una noche la escuché llorar, yo estaba sola en mi cama y me asomé por la ventana, uno de mis tíos la metió a una bolsa y se la llevó lejos, esa misma noche soñé con ella, la miraba correr por una pradera entre flores mientras se aleja y me despido con la mano, corre libre hacia un lugar al que yo no podía ir, llore algunos días su ausencia, jamás la olvidé, era lo único que me quedaba de mi madre y me lo arrebataron.

- Cuando sea grande, compraré un terreno muy grande y ahí tendremos a todos los perros que quieras Victoria, no llores más, te prometo que tendrás a todos los perros que quieras -, mi hermano José me consuela, ha cambiado tanto que no lo reconozco.

Pregunté por mi perrita algunas veces e intentaron mentirme diciendo que se había escapado y se perdió, quizá algún día volvería si encontraba el camino de vuelta, una vil mentira.

¿Cuál era el afán de destruir mi vida? no podía comprenderlo, las personas me miran por la calle, siempre susurrando sobre mí, siempre diciendo que mi padre me había abandonado, la sociedad sabía exactamente qué sus palabras me herían y aún así lo decían, discretos para que los demás no crean que son unos estúpidos pero lo suficientemente alto para que yo escuchara, los odio tanto a todos, pero no valen la pena.

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Comments

Rocio Raymundo

Rocio Raymundo

muy dolorosa vida que tienen esos niños lastima que pena en verda me da

2022-07-19

0

▪︎◇~Ángel Rojo~◇▪︎

▪︎◇~Ángel Rojo~◇▪︎

Que desagradables personas.

2022-07-19

2

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