3 capítulo.

Este capítulo contiene lenguaje inapropiado y una escena de sexo, si lo desea, puede saltarse el capítulo para mayores de 18 años.

Gracias.

Matteo.

El día termina y no puedo sacar a esa maldita mujer de mi cabeza, salgo de la oficina y me encuentro con Luca y mi guardaespaldas Frank.

Matteo: Vamos a la discoteca.

Luca: Sí, señor.

Tenemos una discoteca en el centro de la ciudad, es muy conocida y concurrida. Como hoy es jueves, está funcionando a pleno rendimiento.

Llegamos a la discoteca y está llena como siempre. Necesito relajarme, quiero a esa morena y no puedo sacarla de mi cabeza. Voy a mi oficina y llamo a Raquel, ella es camarera aquí y me sirve de vez en cuando.

Matteo: Ven a mi oficina ahora.

Raquel: Sí, señor.

Me quito el saco y me siento cómodo, ella entra con esa actitud provocativa. Hoy no quiero hablar.

Raquel: Hola, jefe. ¿Qué necesitas?

Matteo: Quiero que te arrodilles justo aquí frente a mí y hagas lo mejor que puedas.

Raquel: Con gusto.

Ella se acerca sigilosamente con una sonrisa cínica en su rostro, se arrodilla entre mis piernas, desabrocha mi cinturón, baja mis pantalones y saca mi miembro que está dolorido y duro de tanto pensar en esa maldita morena de esta mañana.

Matteo: Chupa.

Ella me mira con esa cara de zorra que tiene y comienza a chupar lentamente, moviendo la boca hacia arriba y hacia abajo.

Matteo: Así... sigue... puta.

Ella me mira y le doy una bofetada en la cara, ella sonríe.

Matteo: Te gusta que te golpeen, puta.

Ella asiente con la cabeza, se inclina y continúa chupando mi miembro. Agarro su cabello y la ayudo con los movimientos, cierro los ojos e imagino que es Stella la que está arrodillada frente a mí, haciéndome sexo oral. Hago un movimiento para obligarla a tragarlo todo.

Matteo: Te gusta, ¿verdad? Tómatelo todo.

Ella se atraganta algunas veces, pero hace su trabajo perfectamente. Estoy cerca de llegar al orgasmo, quiero eyacular en su boca, cada vez más cerca.

Matteo: Sigue, puta. Chupa bien. Estoy casi allí.

Con algunos estímulos más, eyaculo en su boca y ella, como buena zorra, se traga todo. Pero aún no estoy satisfecho, falta algo. La levanto del pelo y la tiro encima de la mesa, de espaldas a mí.

Matteo: Levanta ese culo para mí, puta.

Y ella no se hace de rogar. Cojo un condón que siempre tengo en el cajón del escritorio, no tener sexo sin protección con ninguna zorra. Lo pongo en mi miembro y ella tiene una falda, aparto la tanga y entro de golpe. Ella gime de dolor.

Raquel: Ay, jefe, estás bruto hoy.

Matteo: Cállate si no quieres, buscaré a otra.

Raquel: No, me gusta. Puedes hacer lo que quieras.

Sé que le gusta, zorra. Le doy una bofetada en el trasero y ella gime. La penetro con fuerza, la mesa tiembla. Tengo muchas ganas, pero no es con ella con quien quiero estar. Quiero estar dentro de esa morena, quiero escucharla gemir para mí. Quiero a esa mujer, pero creo que no podré esperar mucho tiempo más. Resolveré eso mañana sin falta.

Sigo embistiendo con fuerza, ella gime y llora al mismo tiempo, bruto y fuerte como me gusta. Le doy varios azotes en el trasero y ya veo las marcas de mis manos en él. Siento que ella está teniendo un orgasmo intenso en mi miembro y sigo embistiendo más profundo, acabo eyaculando también. Salgo de ella aún insatisfecho. Maldita sea, este encuentro no me ha servido de nada, me siento frustrado por primera vez en mi vida.

Raquel: Wow, jefe, hoy te has superado.

Matteo: Gracias, ahora lárgate.

Dejo el dinero sobre la mesa y voy al baño a darme una ducha para ver si mi frustración se va por el desagüe también.

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