"Oh, sí, sigue así... un poco más abajo, por favor no te detengas... oh, oh, oh aaaahhh"
__ ¿Ana?
Gonzalo no salía de su asombro al ver a su mujer teniendo un sueño erótico. ¿Será con él? ¿Estaría bien si interviniera? De solo oírla gemir se había excitado mucho.
Pero también se sorprendió porque jamás la había oído gemir así mientras hacían el amor... Definitivamente no estaba soñando con él. Su excitación se fue por completo al darse cuenta de esto. Se levantó cuidadosamente para no perturbar el delicioso sueño de su esposa. Tomó una ducha rápida masticando bronca y se fue rápidamente a trabajar, sin desayuno y con muchas preguntas.
¿Acaso Ana lo estaba engañando y soñaba con su amante?
¿Por qué nunca fue tan efusiva con él?
¿Tan malo era el sexo que tenían?
Claro estaba que no eran una pareja de adolescentes y que siempre buscaban la comodidad pero él se sentía satisfecho y pensaba que Ana también lo estaba.
Era un error.
Evidentemente su dulce esposa podía tener sueños pervertidos y ardientes. ¿Serían un reflejo de la vida real o solo fantasías de mujer?
Todo eso daba vueltas por su cabeza mientras viajaba en el tren.
Era imposible que Ana tuviese un amante, su rutina era muy clara, se repetía todos los días paso a paso.
Tanto así que incluso él se había acoplado a ese ritual diario.
"No somos unos ancianos" pensó "pero llevamos 12 años juntos y nunca fuimos aventureros, ni siquiera en plena adolescencia". ¿Tendrá Ana la tan mencionada 'crisis de los 30' que les da a las mujeres? No, no podía ser. Ana era joven, sí, pero su personalidad era mucho más madura, más centrada.
Al principio, cuando se conocieron en la secundaria sí era más osada, vivía sonriendo y hacía reír a todo aquel que se acercaba. Le gustaba jugar bromas y era muy aventurera, quería conocer todo, tomar riesgos, divertirse. Ella siempre le vio el lado bueno a cada dificultad que tenían, incluso a veces parecía irracional pero en definitiva eso fue lo que más lo enamoró de ella.
Su sonrisa y la luz de sus ojos cuando sonreía fueron el elixir para que Gonzalo quisiera pasar cada vez más tiempo a su lado. No hubo otra alternativa, se enamoró perdidamente.
Era su lado positivo y su carácter desenvuelto lo que comenzó a exasperarlo, porque no podía seguirle el ritmo. Simplemente él tenía que calcular todo y sopesar los riesgos de una u otra acción. Ana se lanzaba sin medir las consecuencias y eso, en más de una ocasión, fue motivo de discusiones y peleas entre ellos.
Con el paso del tiempo Gonzalo pudo ver cómo Ana maduraba y dejaba de ser tan impulsiva, ya no hacía falta discutir porque ella entendió que todo se debía calcular para reducir al mínimo el margen de error. Si bien su mirada ya no tenían ese brillo de antes, él asumió que se debía al crecimiento. A sus ojos eran la pareja perfecta. Casi nunca discutían, tenían una vida sexual normal, como cualquier matrimonio, 1 o 2 veces a la semana, siempre y cuando no estuvieran cansados por el trabajo.
En ese momento Gonzalo reparó en que hacía cerca de un mes que no intimaban ¿Tanto?... Sí, casi un mes, lo recordaba por dos cosas: el documental que veía todas las noches sobre animales salvajes le dedicaba un mes a cada animal y el ultimo había iniciado justo el día que se suponía que debían hacer el amor y ya estaba a punto de terminar; lo segundo que se lo recordó fue el fuerte dolor de su entrepierna al bajar la excitación de la mañana, eso le pasaba generalmente cuando las relaciones sexuales eran muy espaciadas. Él no era partidario de provocar su propio alivio, le parecía algo vacío e infantil.
Al parecer a Ana también le había afectado la abstinencia ya que le provocaba sueños raros.
De todas maneras era una tontería pensar que su esposa le era infiel. Ana no era ese tipo de mujer y hasta sintió culpa por tener esos pensamientos sobre ella. Se lo había demostrado a lo largo se su vida: era leal, compañera, comprensiva y lo amaba.
Pudo despejar su cabeza cuando bajó del tren y compró un café con pan en el carrito de la esquina. Eso era lo que necesitaba, algo caliente en el estómago y todas sus dudas se esfumaron.
Luego de una tranquila jornada retomó el regreso a casa. Como siempre llegaría media hora antes que Ana. Debido a lo que ocurrió por la mañana, Gonzalo sintió que era el momento de reavivar la llama del deseo. En el camino compró varias cosas para cocinar una deliciosa y tentadora cena a su amada esposa.
Cerca del horario estipulado chequeó que la mesa estuviera servida, que no faltara nada, sacó la carne del horno para que reposara y reabsorviera los jugos, en 10 minutos llegaría ella... Seguramente se sorprendería y se pondría feliz.
30 minutos después la carne ya se había enfriado y Gonzalo ansioso enviaba mensajes de texto a Ana sin recibir respuesta. La llamó varias veces sin resultados y maldijo a la operadora de la línea. Si la habían demorado en el trabajo perdería el último tren y no podría regresar hasta el día siguiente. Pero si así fuera ¿Por qué no lo llamó o envió un mensaje?
Sin más rodeos Gonzalo decidió llamar a la empresa. Debía encontrar alguna explicación lógica para que su mujer no se hubiera comunicado.
Al marcar el número vaciló un momento... ¿Y si Ana en realidad estaba con alguien más? Con otro hombre... No, no, imposible.
Del otro lado del teléfono sonó la música usual de espera de la empresa. Después de seguir varios pasos logró marcar el número del área donde trabajaba Ana. Luego de 5 eternos y exasperantes minutos la voz de una señorita amable respondió:
__ Departamento de administración ¿en qué puedo ayudarle?
Gonzalo se aclaró la garganta.
__ Si, quisiera comunicarme con la señora Ana D'angel, por favor. Soy su esposo.
__ Momento, por favor, enseguida lo comunico.
__ Muy amable.
La música de espera volvió a sonar y Gonzalo juró que si pasaba otro minuto más buscaría a quien programaba los teléfonos empresariales y le daría una paliza por poner una melodía tan molesta.
Al cabo de un momento la misma señorita le informó:
__ Su llamada ha sido transferida. Que tenga buenas noches.
__¿Hola? __ la voz se Ana sonaba cansada.
__ ¡Querida por fin logro localizarte!__ dijo Gonzalo presionando el puente de su nariz para controlarse. Había sospechado de ella en vano.
__ Ah mí amor discúlpame, mí teléfono murió, dejé el cargador en casa y... __ bajando mucho el tono de voz dijo__ el idiota de mi jefe no me permitió hacer ninguna llamada desde aquí. Aún cuando le dije que te preocuparías. Lo siento.
__ Está bien, cariño. Ahora me siento más tranquilo de que nada malo haya pasado. ¿Por qué tuviste que quedarte?
__Uf, es una larga historia que te contaré en casa. Pero tuve un pequeño retraso y me castigaron con una hora extra por ello __ suspiró agotada__ Voy a hacer mi mejor esfuerzo para alcanzar el último tren de las 18. No quiero quedarme en la estación sola.
__ Está bien mi cielo, no te entretengo más. Termina tu trabajo así puedes volver a casa. Y si pierdes el tren por favor llama desde la estación. Aún sirven esos aparatos llamados teléfonos públicos __ Gonzalo intentó bromear para distender la tensión.
__Prometido. Te amo. Adiós.
__Adios, cuidate mucho.
Se sintió aliviado al saber que su esposa seguía en el trabajo y no lo estaba engañando.
Metió la carne al horno y tomó el control de la televisión.
Sin darse cuenta se quedó profundamente dormido en el sofá.
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Updated 72 Episodes
Comments
Yise
Hay amigo no se puede dejar morir la pasión solo porq llevan años de casados, eso es fatal., ponte vivo q te la quitan /Slight//Slight//Slight//Slight/
2025-01-13
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Osorio Elizabet
Jajaja pobre hombre asustado bueno ponte pilas la monotonía no es buena
2025-05-01
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Yise
Huy amigo q descuidado eres /Sweat//Sweat//Sweat/
2025-01-13
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