Steve

–Este es el informe de Rebeca Green –dice Elena con una sonrisa maliciosa en su rostro–. Espero tomes la decisión correcta y te deshagas de esa chica.

Asiento y tomo el informe.

–Se puede retirar, Elena. Gracias.

–Como ordene, señor Cooper.

Sale de mi oficina moviendo sus caderas intentando llamar mi atención. No sé si enojarme o sentir lástima de que una mujer de la edad de mi madre intente coquetear conmigo.

Una vez que cierra la puerta me relajo en el gran sillón que una vez fue de mi abuelo. Creo recordar que se lo regaló mi abuela por la celebración de sus 50 años de matrimonio.

Ya que es sábado en la tarde y el edificio se encuentra casi vacío puedo dejar de fingir y trabajar en el lugar que pretendo ocupar hasta el día en que me muera, tal como lo hizo mi abuelo.

 Tomo el informe de Green y comienzo a leer minuciosamente, buscando algo que me permita despedirla lo antes posible. No creo que cumpla con los valores que necesito para mis empleados.

Miro sus horas de entrada y salida, y según esto siempre cumple con su horario, pero yo sé que no lo hace.

Veo su historial y no hay nada que llame mi atención, a no ser por las innumerables notas de Elena quejándose por su vestuario y otras cosas que no guardan relación con el trabajo.

Busco en el computador su historial completo.

–Así que llevas casi un año robándote nuestra comida.

Luego leo las tareas que se le han dado a lo largo de estos meses y me sorprendo al descubrir que siempre entrega los informes a tiempo. Es más, estos nunca han sido devueltos desde arriba como si suelen hacerlo con otros trabajadores, que debido a sus múltiples errores deben rehacerlos.

Abro las notas hechas por mi abuelo de la chica Green y puedo ver que le tenía mucho cariño, aunque conociéndola no sé cómo eso puede ser así.

La chica es insufrible.

Mi celular suena, distrayéndome de mis pensamientos. Contesto al ver que se trata de mi hermano.

–¿Ya estás en la casa? –pregunta.

Mierda. Lo olvidé.

–No, lo siento.

Escucho un suspiro.

–¿Olvidaste que hoy es mi despedida de soltero?

–Alan, lo siento, ¿sí? Estoy recién haciéndome cargo de la empresa, tengo muchas cosas en la cabeza ahora.

–Maldita sea, Steve, si no traes tu trasero a la casa en una hora no te lo perdonaré.

Pongo los ojos en blanco.

–Estaré ahí. Sí no alcanzo, los veré en el casino.

–La Van viene a buscarnos aquí, hombre. Anímate, será divertido.

–Conociéndote a ti y a tus amigos, estarán bebidos antes de llegar al casino –digo preocupado.

–No seas aburrido, hermanito. Vive un poco. A veces siento que no tengo un hermano sino un abuelo.

Frunzo el ceño al recordar lo que dijo la chica Green de mí. No soy aburrido, y no soy un abuelo.

–Estaré ahí, Alan –digo y corto enfadado.

Por qué es tan difícil de entender para los demás que así soy yo, y me siento feliz con las decisiones que he tomado. Me siento orgulloso de no haber arruinado mi hígado en la universidad como la mayoría de mis compañeros lo hizo, y qué decir de las drogas que usaban. Me dediqué a estudiar y gracias a mi esfuerzo me gradué con honores, fui el primero de mi generación.

Mis padres están orgullosos de mí, aunque no puedo evitar notar ese dejo de culpa y tristeza en sus ojos cada vez que me miran. Ya estoy harto de su compasión.

No necesito nada más para ser feliz, al menos no por ahora.

Tomo mis cosas y salgo a regañadientes de mi oficina. La extrañaré la otra semana. Seguiré ocultando que soy el jefe, necesito saber cómo funciona la empresa, y mi abuelo siempre me enseñó que se debe empezar desde abajo. Además necesito saber quién es un buen activo para mi empresa y quién no.

                                                                   …..

Veo con horror como mi hermano y sus amigos van por su quinta ronda de whiskey, sin contar con las cervezas que bebieron en la Van. Gracias a Dios la boda es la próxima semana, porque estoy seguro que mañana no podrá levantarse.

Miro mi celular chequeando que no tenga un correo del trabajo mientras jugueteo con mi primer vaso de whiskey, del cual ni siquiera he tomado un sorbo. Suficiente tuve con la cerveza que me obligaron a tomar Alan y el mejor amigo de mi hermano, Rick.

–Mierda, creo que me adelanté en casarme… Miren a esas mujeres –dice mi hermano mirando a las chicas casi desnudas paseándose entre las mesas, entregando aperitivos.

Sonrío, sé que está bromeando. Ha estado con Amanda desde hace ya cinco años y sé que la ama profundamente.

Vuelvo la mirada a mi teléfono y comienzo a releer el informe de Contabilidad.

–¿Necesitan algo más?

Levanto mi cabeza rápidamente al escuchar la voz de la chica Green. Mi boca cae abierta al verla con ese minúsculo short que apenas cubre su trasero y esa camiseta corta, tan pegada a la piel que no deja nada a la imaginación. Su vientre se encuentra desnudo y por supuesto hay un piercing en él.

 ¿Qué demonios?

–Hola, nuevo –me saluda.

Mi hermano me mira.

–Somos compañeros de trabajo –le explico, esperando que no me delate.

–¿Compañeros de trabajo?

–Sí –dice Green. –Me alegra saber que sabes divertirte, creo que te juzgué mal.

Mi hermano se ríe a mandíbula batiente.

–Dios te oiga, preciosa. Mi hermano no le encontraría gracia ni a Louis C.K.

¿Quién mierda es ese?

Ben, un amigo de mi hermano que siempre me ha caído mal, se pone de pie al lado de Green.

–Así que esta muñequita es tu amiguita, Steve, y yo que pensé que tu p***a no funcionaba –dice riendo.

Enrojezco de vergüenza, esto no puede estar pasando, no ahora. No delante de ella.

Green mira a Ben y sonríe. –Oh, funciona excelente. Lástima que no puedo decir lo mismo de la tuya. Fue una gran pequeña decepción, muñeco –dice con una sonrisa condescendiente. Golpea su hombro suavemente mientras mi hermano y los demás se ríen.

 El amigo de mi hermano toma la barbilla de Green acercándola a su boca.

–Dame una noche, muñeca y haré que te tragues tus palabras. Después de una noche lo único que saldrá de esta boquita –dice cogiendo sus labios entre sus asquerosos dedos–. Es mi nombre.

Le da una fuerte palmada en el trasero, haciendo respingar a Green. Me levanto de un salto.

–Esa palmada fue por cuenta de la casa –sisea Green–. Me vuelves a tocar y te acordarás de mi toda tu puñetera vida, muñeco.

–¡Aléjate de ella! –grito furioso. Odio cuando abusan de los demás.

–Cállate, p***a muerta –escupe Ben en mi dirección. No es un secreto para nadie que no nos llevamos bien.

Mi hermano y los demás están tan borrachos que apenas pueden enfocar la vista. Es por esto que odio los excesos.

Ben agarra con su asquerosa mano el trasero de Green y ésta en un nanosegundo lo golpea en la entrepierna con su rodilla, haciendo que éste caiga al suelo.

Me acerco en un paso y le doy un derechazo que lo manda volando a los pies de otra mesa.

Maldito asqueroso.

–Vaya, chico nuevo, tienes un buen gancho ahí.

Vuelvo mi mirada hacia ella y me sorprende ver sus ojos verdes cristalinos. Sé que está luchando por no llorar.

–¿Estás bien?

–Sí. Les enviaré a alguien más. Nos vemos el lunes, guapo –dice y corre hacia lo que creo es la cocina.

–¡Espera! –grito, pero no me oye o bien me ignoró.

Cuando vuelvo mi atención a mi hermano lo veo discutiendo con su amigo. Como quisiera que Alan supiera elegir a sus amistades con más tacto.

–Voy a ver cómo está –le digo a mi hermano y corro tras la chica.

Pregunto por ella, pero me dicen que ya se fue. Salgo rápidamente del casino y la busco por el estacionamiento, pero no veo a nadie. El lugar está completamente vacío.

Cuando estoy por darme por vencido la veo a lo lejos, abrazándose a sí misma, caminando hacia la carretera.

Corro tras ella lo más rápido que puedo.

Se gira asustada cuando me escucha.

–Diablos, nuevo, me asustaste –dice llevando su mano a su pecho.

–Lo siento. No era mi intención. Quería saber si estabas bien.

Fuerza una sonrisa. –Claro que lo estoy –dice sin dejar de caminar hacia la carretera–. De hecho tu amigo no ha sido mi peor cliente.

–No es mi amigo –mascullo.

–A pesar de que me alegraría mucho saber que tienes amigos, haces bien en no entablar una amistad con ese… ese ser humano.

Ya en la carretera se detiene y comienza a abotonarse su largo abrigo.

–¿Quieres que te acompañe a tu casa? Estoy sin auto, pero puedo llamar un taxi…

–No –me corta–. Además no voy a mi casa. Voy a mi otro trabajo.

–¿Un sábado en la noche?

–No lo hago siempre, pero mi compañera se enfermó y mi jefa me pidió si podía cubrir su turno –dice mirando su celular.

–Entiendo –digo sorprendido. Ahora puedo comprender porque no hace horas extras; tiene otros trabajos–. De verdad siento lo que pasó.

–Nada pasó –dice cortante sin su acostumbrada sonrisa–. Olvídalo, guapo, vuelve con tus amigos, ¿sí? Estoy bien.

Estoy por discutir cuando un Ford Anglia, con la pintura del auto dañada, y un ruido de motor espantoso se detiene frente a nosotros.

–Sube, cariño –grita un anciano calvo y regordete.

–Gracias por venir tan rápido, señor Conti –dice antes de girarse hacia mí–. Nos vemos el lunes, nuevo.

Se sube al auto y me quedo mirando la carretera como un idiota y con una sensación muy desagradable en mi pecho.

Voy a matar a Ben.

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Comments

Linilda Tibisay Aguilera Romero

Linilda Tibisay Aguilera Romero

ya vez porque no trabaja horas extras no lo sábados

2025-05-13

0

Nelly Nonsoque

Nelly Nonsoque

🤩🤩🤩🤩

2024-04-21

2

Maria Silva

Maria Silva

el nuevo se va a enamorar de ella es muy trabajadora y travíesa me ase reír

2024-04-19

1

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