No entiendo nada.

Miércoles

Me preguntan qué vi en él.

Nunca respondo. Creo que lo que más me gustó fue que al presentarse dijo ser un charlatán de feria y al final sí lo era. Me hacía reír como si no existiera el mañana, me hacía llorar como si no existiera el pasado y me hacía soñar como si no existiera el presente.

Nunca le pregunté qué vio él. Es divertido el exceso de interés que despertaba en mí y lo fácil que se le hacía distraerme cuando intentaba tocar un tema “serio”, también me encantaba lo humana que me volvía porque soy consciente de que nunca he sido de las que encajan en ningún lado y sólo al conocerlo comprendí que no soy la m*ld*ta pieza de un puzle que necesita encajar ¡Yo solita soy todo un maldito puzle! Y no todos amanecen con el tiempo o las ganas de resolverme.

- Eres muy inteligente -comentaba mirándome fijamente.

- ¿Sí? respondí antes de meterme otra galleta de chocolate en la boca.

- Es en serio -exponía con seriedad- No conozco otro ser humano que sea tan adictivo.

- Adictiva. Es una linda palabra -sopesé- ¡Me gusta cómo suena!

- Siempre tienes algo nuevo que decir -agregó- y siempre sales con una ocurrencia, algún comentario inesperado, ese “algo” que casi me imposibilita alejarme de ti.

- Pero igual pasará -concluí.

- Igual pasará -confirmó.

Ciertamente mi vida no se divide en un antes y después de él, pero he de admitir que yo necesitaba amarlo, tal vez ya lo amara antes de conocerlo y sólo fue cuestión de segundos, sólo fue tomar su mano, reconocerlo y ver un montón de posibilidades abrirse. Nunca había vivido algo tan bonito: Simplemente quise dar, quise estar ahí para él, quise regalarle alegría, aunque como a todo ser humano también me movían principios egoístas y por eso tomé de él todo lo que se dejó arrancar.

Jueves

Lucecitas de colores.

Estiro la mano pero no las alcanzo.

Brillan como locas y no me dejan dormir.

- ¿Por qué se rien de mi?

"Tenemos un secreto que es solo para ti."

- ¿De qué se trata?

"Si logras atraparnos de aqui podrás salir."

- ¡Ya dejen de rimar! -ordeno al tiempo que me levanto.

"En el fondo del risco si quieres lo verás."

- ¡CALLENSEEEEE!

"Atrápanos si quieres, convéncelos si puedes."

Sigo las luces pero no bien las he alcanzado, se lanzan por la ventana. Volteo porque el mono se rie de mí y cuando regreso no hay ventana.

- ¡Ventanaaaaa! ¿Dónde estás, ventana?

"Aqui estoy. Detrás la pared."

Hago lo que me dice; intento desgarrar la almohadilla que cubre la pared hasta que me sangran los dedos. La muerdo pero no consigo más que un horrible dolor de dientes.

Viernes

Hoy no ha sido un buen día. De hecho ha sido un méndigo día de m****a. Literalmente hablando.

Estaba leyendo en la terraza y la viejita que tenía al lado se hizo popó encima. Fue deprimente.

La gente empezó a correr de un lado para otro porque la señora quería comerse su excremento y yo no podía hacer más que quedarme mirándola fijamente mientras se venía a mi mente la imagen de otra ancianita a la que quise mucho y que también se hacía popó encima, hasta que me tocó el brazo con su mano embarrada... reaccioné y terminé vomitando en una de las macetas.

Me he duchado como cuatro veces y ese olor penetrante no se va de mi olfato. Huelo la ropa, la cama y cada objeto de la habitación pero en el fondo sé que el olor proviene de mi cabeza, de la parte de adentro de mi cabeza. Y ese lugar no se lava tan fácilmente.

Hoy no tengo ganas de recordar. Estoy triste y no le veo lógica a nada de esto ¡Es como andar en círculos! Ni siquiera sé qué recuerdo va primero y es muy frustrante.

Además solamente veo cosas bonitas, del tipo de sucesos que te relajan el corazón y te hacen sentir calorcito. Nada de lo que he escrito en estos días me hace pensar en el suicidio.

Luego de ducharme por enésima vez y lavar mi ropa con el jabón de baño, decido desenredar mi cabello. La labor era realmente difícil y preferí ir arrancándome los nudos con los dientes para evitar peinarlos. Ricardo me encontró así.

- ¡Hey! -increpó- ¿Qué es lo que crees que estás haciendo?

- No me puedo peinar -admití- tengo muchos nudos.

- Te vas a quedar sin pelo si continúas así -me advirtió.

Grité. Sigo sin entender por qué grité pero Ricardo decidió no hacerme caso y se acercó para tomar firmemente mis manos, quitándome el cepillo y el peine.

- Mejor lo hago yo -decidió procediendo a desenredar mi cabello con mucha delicadeza.

- Gracias -dije con lágrimas en los ojos- ¡Todo esto es horrible!

- Cuéntame qué sucedió -me pidió amablemente.

Al terminar mi relato, ambos estábamos desternillándonos de risa y cuando se despidió yo decidí dedicarme a escribir.

Sábado

Lo primero que registré aquella tarde fue su sonrisa de bienvenida y la paciencia con la que me explicaba todo lo que había a mi alrededor. Fue mi primera interacción con una cuerda, y fue hermosa. El hecho de atar desde sus ojos era más llamativo, más interesante, más real. Terminó dándome un mini curso de bondage mientras los demás hacían un takate kote. Concluida la clase, todos decidieron ir a otro lugar y yo terminé en el asiento del copiloto de su auto ¿Por qué lo hice? Supongo que di un salto de fe ¡Y qué salto! Si lo vemos en retrospectiva, pudo haberme asesinado y picado en pedacitos. No soy de las que toman decisiones impulsivas, no es un hábito hacerlo, simplemente prefiero ser metódica, pero aun así decidí ir con él.

Y lo hice porque tenía unos labios preciosos y una sonrisa encantadora.

-¿Tienes contacto de seguridad? -preguntó.

- Bueno... -dudé- tanto así como que digamos que ¡Qué contacto me gasto! La verdad es que no.

- Nadie del curso te conoce -me recordó- podría hacerte cualquier cosa y decirles que te llevé a tu casa.

- Si lo que deseas saber es si alguien sabe que estoy aquí, la respuesta es sí -repliqué con una sonrisa.

- ¿Alguien más, aparte de ti, le conoce? -indagó.

- Sí -aseguré- y tiene fama de hacer fogatas incluso con fósforos apagados.

- ¡Ya me imagino quién es! -arguyó con una carcajada.

- ¿A dónde vamos? -pregunté.

- Tranquila, no pienso secuestrarte -dijo con intención de tranquilizarme.

- No estoy nerviosa -expliqué- solo un poco ansiosa.

- Te divertirás -aseguró.

No le faltó razón. Fue una tarde excelente en la que aprendí más que un par de cosas sobre mí misma y el ambiente en el que estaba ingresando, especialmente de él. Quisiera recordar más, pero esa nube negra que no me permite identificar sus facciones sigue siendo tan espesa que apenas alcanzo a dilucidar su aroma, su tacto y la sensación de seguridad que me transmitía. Sólo sé que llegué a casa sana y salva, dispuesta a volver a verlo.

Y así comenzó todo.

Domingo

Se supone que debo escribir sobre lo que me rodea: Camas, paredes acolchadas, pato, baño, jarra con agua, vaso verde, ventilador de techo, lápices (sin sacapuntas), compañera de cuarto que no hace más que llorar a moco suelto todo el día y sollozar toda la noche, un enfermero sexy que se llama Ricardo y el doc pidiendo apoyo para una fiesta desde la puerta.

Ricardo es bellísimo, parece sacado de la portada de una revista: Ojos cafés, estatura promedio, un cuerpo fibroso que a fuerza debe ser producto de horas en el gimnasio o la práctica de algún deporte al aire libre, creo que es lo segundo porque su piel es bronceada. Su nariz tiene un detalle muy particular: una protuberancia en el puente, y sus pestañas son larguísimas; también tiene los labios delgados y una dentadura perfecta, las uñas cortas y las manos bien cuidadas y un tono de voz profundo y amable. La sombra de un anillo en su mano indica que es casado.

El Doc tampoco está mal, es un moreno corpulento y de una estatura superior a la de Ricardo, con el cabello negro y las cejas pobladas pero con una forma muy bonita; sus pestañas también son tupidas y tiene un lunar en el lagrimal, en conclusión su rostro es más bien común, con los labios más gruesos que los de Ricardo. Lo que realmente llama la atención de él es su cuerpo: tiene unas piernas de infarto, puedo notarlo cada vez que camina porque el pantalón se le ajusta y se marcan sus músculos; por la bata no puedo distinguir sus brazos, pero ni falta que me hace porque ya lo he visto sin ella y con la camisa sucede lo mismo que con los pantalones, sus músculos se marcan cuando mueve los brazos.

Caridad, mi compañera de habitación, es desesperante. Murmura tanto que me fastidia incluso verla; cuando no murmura, solloza; y cuando no solloza ni murmura, duerme. Debe medir como 1,80 y es delgada. Tiene una figura muy bonita, de senos pequeños y trasero también pequeño, pero la estrechez de su cintura y el ancho de sus caderas le dan a su cuerpo esa forma de guitarra perfecta que es envidiable. Y su cabello: largo hasta la cintura, de un color caoba con destellos rojizos.

Me apunto como voluntaria para la fiesta de navidad. No me emocionan las festividades pero me apena que pocos apoyen la iniciativa del doc.

Me gustan los niños.

Rayos ¡Me gustan los niños!

¿Y si tengo un hijo allá afuera, esperándome?

Necesito digerir esto.

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Comments

Dominguez Marbella

Dominguez Marbella

muy buena mientras mas lees mas te interesa que sigue 👏

2021-12-11

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