Dante.
—¡Aló! ¿sigues dormido Yusuf? Llevo una hora esperándote en el centro comercial.
—No, no estoy dormido Dante voy en camino. —un bostezo tras otro lo delato, puse los ojos en blanco. —Ya voy a llegar espérame ahí.
— Mejor nos vemos otro día Yusuf, comeré algo y me iré al departamento.
—Dante ya voy, solo dame cinco minutos en serio.
—Lo mismo dijiste hace una hora y soy manso, pero no menso.
—Ya voy saliendo.
Genial de paso me colgaba, aparte de mentiroso, descarado. Que más me quedaba, recorrería un poco el centro comercial y así me distraía la mente. Ya había estado otras veces en Estambul, mi abuelo materno era nacido y criado aquí y vine muchas veces con él cuando era niño. Mi abuela materna era italiana y una excelente bailarina de ballet. Conoció a mi abuelo en una de sus presentaciones en Turquía, fue amor a primera vista según lo que me contó mi madre, se casaron, y tomaron la decisión de vivir en Verona. Mi madre era la menor de sus tres hijos y la única que seguía con vida, mis tíos lo gemelos decidieron entrar a la mafia italiana y lo último que se supo de ellos eran que habían muerto a mano de un cartel enemigo.
Seguí caminando sumergido en mis pensamientos, todo me traía recuerdos de la niñez y mis visitas a Estambul. Repose mi cuerpo en una de las barandillas y me entretuve viendo las vitrinas de las tiendas. De repente mi vista se vio atraída por una preciosa pelinegra que caminaba muy de prisa, tan de prisa que no vio el cartel de "suelo mojado", resbaló y calló. Me apresure ayudarla, le tendí la mano y ella la tomo suavemente. Sentí una corriente eléctrica recorrer todo mi cuerpo, que extraña sensación. Alzó la vista y le dió un ligero repaso a mi rostro. ¡Mamma mía! Era la mujer más hermosa que mis ojos habían visto, sin exageración alguna.
—Gra-Gracias. —La escuché decir, mientras intento recuperar su suave mano, pero no la dejé.
—Dicono che gli angeli sono le creature più belle del mondo, allora debo essere fortunato perché ho trovato uno.(Dicen que los ángeles son las criaturas más hermosas del mundo, entonces debo tener suerte porque encontré uno).
Hizo una mueca, comprendí que no había entendido y sonreí.
—¿Te encuentras bien?
— Sí, Gracias. —Seguía sin apartar su mirada, esa mirada que estaba causando un revoloteo en mi ser, dicen que los ojos son el espejo del alma y cuánta verdad tenía el que inventó esa frase.
— Malej ¿Te encuentras bien. —Pregunto una pequeña niña muy parecida a ella con la diferencia del tono de sus ojos, los de la pequeña eran de un gris mucho más oscuro.
—Ella voltio y le dedicó una sonrisa. —-Sí enana, sabes que soy algo distraída, lo siento.
— Eres una descuidada Mal. — La pequeña miro a a la hermana y dejo su vista fija en el agarre que aún mantenía, está era la señal para liberar su delicada mano.
—Gracias por ayudar a mí hermana.
—Eh, fue todo un gusto poder ayudarla. —La mire y le dedique una sonrisa roba corazones, pero no me la devolvió y solo miro de nuevo a su hermana. —Dante Bataglia, un placer conocerte. —Volví a sentir la corriente eléctrica con el contacto de nuestras manos, que extraño.
— Malej Sahin. —La pequeña la miro y me miro. —Mal, nos podemos ir tengo un poco de hambre.
— Mal, ¿Estás segura que estás bien. —Repitió nuevamente la niña, con un todo de voz un poco más alto. - ¿Nos vamos?
—Si vamos. —Al escuchar eso entre un poco en pánico no quería que se fuera, sentí miedo, un miedo irracional ¿Miedo de que? Si apenas y la había visto
Se despidieron y comenzaron alejarse, la iba a perder y no quería por alguna extraña razón, no quería que se alejara. En eso mi mente trabajo a mi favor y me arriesgue a decir.
Malej, puedo invitarlas a comer, si desean claro.
—No, No es necesario, gracias. —Por favor que dijera que sí, era todo lo que pedía en ese momento.
—Insisto, así terminas de pasar el susto todavía estás un poco palida, no lo tomes a mal. —Escusas, ella se veía perfectamente bien.
—No te preocupes ya estoy bien, así que muchas gracias, pero no. —Me sonrió y mi mundo dió una vuelta de noventa grados, que hermosa era.
Las ví irse y quedé con un amargo sabor en la boca, mi alma gemela se alejaba y no sabía cómo retenerla, solo su nombre tenía y una sensación de derrota que embargaba mi pecho. Mi amigo Yusuf llego poco después, almorzamos en silencio y esté comenzó hablar, pero no escuché nada de lo que decía mi mente estaba en aquella pelinegra de ojos grises y sonrisa bonita.
—Lo entiendes verdad, ¿Dante me estás escuchando? Tierra llamando a Dante.
—Si Yusuf. ¿Que decias?
—Se puede saber en qué estás pensando, tengo rato hablándote.
—Nada, en específico en realidad.¿Que me decías?
—Que el viernes será la fiesta de cumpleaños del dueño de las empresas Yilmaz y fuimos invitados, creo que será la oportunidad perfecta para que hables con ellos.
—Perfecto mi querido amigo ahí estaremos sin falta. —Le sonreí y terminé mi plato.
—¿Nos tomamos unos tragos? Debemos celebrar nuestro encuentro después de tanto tiempo, hablar por mensajería no es igual.
—Lo siento amigo, pero no será hoy me siento un poco indispuesto, estamos en contacto. —Estrechamos nuestras manos y salí del centro comercial.
Ya en mi departamento me duche y me recosté en el sofá, una y otra vez me venían a la mente aquellos bellos ojos, su dulce sonrisa y esa voz angelical.
¿Que me estaba pasando, por qué sentía esa sensación de vacío?
Luego de mi encuentro con la hermosa Malej, pase los siguientes días por el centro comercial con la esperanza de encontrala allí, pero no la volví a ver y me hice a la idea que no la vería más.
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