8:00 am
Despierto con un dolor tremendo de cabeza, me levanto a medias de la cama de Dylan. Giro mi vista alrededor y me doy cuenta de que ya se habían hecho tarde para ir a la escuela. Pero muuuuy tarde.
-¡No puede ser! -grito de la sorpresa y me bajo de la cama rápidamente tratando de buscar ropa para ponerme y mis cosas.
Al bajarme y colocar los pies sobre el suelo, me caigo completamente y un dolor punzante en mi pierna derecha sumerge dentro de mí. Estaba un poco débil. ¿Un poco? ¿En serio?
¡Para nada! Realmente me dolía el la pierna, como si te hubiesen encajado montones de clavos o como si te estuviesen golpeando muchas veces en la misma parte de tu cuerpo. A decir verdad, la bala no había atravesado la pierna, más bien, la adrenalina que sentí ayer mezclado con la herida que me había hecho solo al rozar la pierna derecha fue un punto por el cual estaba agobiada y débil.
-¿Qué estás haciendo? -Dylan aparece de la nada y me carga, llevándome a la cama de nuevo. Yo lo miro a los ojos y tomándolo de los brazos le digo.
-¡Es tarde! ¡Tengo que ir a la escuela! -él descontento, me mira sin expresión en su rostro y me dice:
-¿No recuerdas lo que pasó ayer? -se agacha y se coloca enfrente de mí, tocando mis rodillas. Yo, sentada en la cama vuelvo a recordar lo sucedido.
-Ayer fui a buscarte... -observo mi pierna derecha. Una venda envolvía la herida causada por la bala que habían lanzado la noche anterior los hombres de blanco.
-Te desmayaste, por suerte perdimos de vista a los matones y te llevé a casa en mis brazos. -dijo con una expresión tranquila ya salvo. Él comenzaba a preocuparse por mí.
-Gracias... por mantenernos a salvo... -le agarré el flequillo que colgaba en su frente y se lo acomodé a un lado. Nos quedamos viéndonos un par de segundos, su mirada se tornó cálida y comenzó a acercarse.
Rápidamente vuelvo a la realidad y le digo cambiando de tema:
-Tengo que ir a la escuela, Dylan. -se levantó y se sentó a mi lado. Por un momento, mis pensamientos de chica adolescente romántica pasaron volando sobre mi cabeza, creyendo en la posibilidad de un beso, pero yo de torpe, tuve que cambiar de tema.
-No voy a dejarte ir. Al parecer tu pierna está muy débil, no aguantarás ni 5 minutos de pie. -dio un respiro y continuó- revisé la herida y solo fue un roce, pero aún así...
-Que estoy bien, te digo.- di un suspiro largo y le pregunté- Te iban a dar a ti, ¿cierto?
-Sí- él también dio un largo suspiro y agachó la cabeza.
-No querían que escaparas de nuevo. -ví su rostro entristecerse y le toqué cálidamente su brazo, luego le di unas palmaditas en en la espalda.
-No te preocupes, al final todo esto pasará. Yo estoy contigo.- el sonrió y me dio un incómodo abrazo. Era la primera vez que intimábamos tanto.
Estar solo nosotros dos en su casa hacía que me pusiera los nervios de punta, no por miedo... Sino que, me sentía incómoda y bueno, su simple presencia me imponía demasiado.
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