Alguna ves sintieron que deberían abrazar mas a esa persona que esta contigo a diario, como si tuviesen la necesidad de estar pegada a él y nunca separarse de ella, que cada minuto que transcurre quisieran estar ahí un poco más, estirar el tiempo de formas interminables, al punto de que todos esos momento sean especiales. Fue justo lo que paso esa mañana Rai había salido de la ducha, yo había tardado en arreglarme, vestirme para ir a mi trabajo o ir junto a él como todas las mañanas. Cuando salí de nuestro cuarto, lo vi mirar por la ventana con aire distraído, como si se interesase que pasa en la vida de los demás. En los cuatro años que llevábamos juntos nunca lo había visto así, tan distraído, tan disperso, tan cercano y a la ves distante. Como si la distancia que nos separaba fuese corta parecía larga, como si él estuviese a kilómetros lejos de mi.
–Jhell – pronuncio mi nombre cada letra, cada palabra que se deslizaban de sus labios dolían, fue el sonido de su voz que me saco de mi trance.
– ¿Sí? – conteste. Me acerca detrás suyo, extendí los brazos a su alrededor de su cintura. Lo sentí ajeno, como si ese instante no me perteneciese.
–Quiero que me prometas algo.
Prometer… cuantas veces había huido de las promesas no es que me vea imposibilitada de cumplirlas si no justo lo contrario por que desprendían de una responsabilidad que a veces no podía llegar a cumplirlas y por que nunca prometía nada.
–Sabes que no me gusta prometer nada Rai.
– Lo se, – respondió – pero está es una promesa diferente algo nuestro entiendes.
Dude un poco en decirle que vale, que estaba bien. El silencio que vino después fue como respuesta a su pregunta.
– Quiero que me prometas que sí un día me pasa algo o sucede algo tú no lloraras, ni estarás triste. Que harás lo mismo que hace todas las mañanas conmigo, despertar, desayunaras, saldrás a trabajar, que iras a esos juegos en el parque que tanto te gustan, que seguirás yendo a esa cafetería donde te encantan el café, que seguirás…
Me desprendí de él ante la palabra suceder algo… no supe responder me quede tiesa al oírlo decir tales cosas. Yo no podía imaginarme haciendo todas esas cosas sin él. Por que él se había convertido parte de todas esas actividades. Deje escucharlo, él seguía hablando, seguía queriendo que siguiese con mi vida como si nada hubiese pasado. Creo que justo eso que me saco del trance él quería que prometiera sobre una vida que no quería tener, por que nada de lo que deseaba me pertenecía todo lo que habíamos conocido, nos pertenecía a los dos.
–Es egoísta lo que me pides. – no dijo nada solo quedo ahí, en silencio esperando a que dijese algo más, pero no podía por que el solo pensamiento de no estar con él no se hacían real, como si nunca se pudiesen hacer tangibles. Él se acerco a paso lento, su pulgar se acerco a mi mejilla limpiando la lágrima que caía, no la sentí. Luego me abrazo.
–Necesito que lo prometas. Necesito que me prometas que estarás bien, que pase lo que pase estarás bien. Que seguirás con esto, con tu vida.
– No me pidas que te prometa algo que es egoísta Rai, sabes lo difícil que seria eso, sabes lo vacío que seria esta casa sin ti, lo insignificante que seria ir ese parque de juegos sin que te burles de mí por que según tú parezco una niña, no me pidas que viva una vida en la que no estas tú Rai.
Nos quedamos en silencio, un silencio denso, que pretendía colarse por cada rincón, por cada brecha a su alrededor. Por cada agujero, haciéndose dueño de todo a su paso. Y es que a veces esos silencios quedan selladas como promesas no hechas, palabras sin sentido. Fuera de este cuarto, todos caminaban a su ritmo, dejándonos a nosotros en una fina línea llamado destino. Destino…
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