Capítulo 3

Una semana después

(Narrador)

La música suena y la pista arde, mientras miles de cuerpos se mueven al compás de la seducción y la locura.

Él no ha podido quitarle la vista de encima a aquella chica, cuyas curvas se mueven tan delicadamente, pero a la vez de una manera muy sexy. Antes en su mente existía, la duda si debía hacer lo que su amigo le había aconsejado.

El venía para aprovecharse de la situación, pero sin dañar a nadie. Aun así, con lo que nunca contó. Fue con aquel pedazo de ángel hecho perdición, del cual había quedado prendido y moría por ver su rostro

_¿No piensas acercarte a ella? A eso vinimos ¿No?

_No lo sé Erik, no se me hace justo utilizarla para llamar la atención de Rebeca.

_Bueno amigo, tampoco es como que vas a ir y le vas a decir. Oye voy a besarte para llamar la atención de la chica que me gusta.

_Si lo sigues diciendo así, más culpable me voy a sentir.

_Bueno entonces no lo hagas, lo que yo si te digo es que mejor oportunidad no vas a tener. Solo le darás un beso y ya, verás como Rebeca se retuerce de celos. Ya te conté que ellas son rivales y todo porque Rebeca odia que aquella chica robra su papel protagónico.

_Ok, está bien. Lo voy a hacer, ojalá y esto no traiga problemas ¿Cómo dices que se llama?

_No estoy muy seguro, Rony la llama Lu. Así que creo que su nombre es Lucia. La verdad es que cuando me la intenté ligar no le pregunte el nombre porque ya vez que me batió.

_Pues ni modo amigo. Ya tendrás más suerte.

_Ni modo, pero no todo fue malo, ya tengo a la suerte de mi lado. Rony no esta nada mal, esa pelirroja me tiene loco y por ella soy capas de consagrarme a una sola mujer.

Luego de las risas y los malos chistes, ya hay una decisión tomada. Que cosas malas podrían pasar si él le da un beso a aquella chica. Como dice Erik es solo un beso y nada más.

Los dos amigos se dirigen hacia la pista en busca de aquellas chicas, bajo la estricta mirada de una trigueña celosa. El chico rubio y de ojos miel, se acerca a la pelirroja sexy y se la lleva para bailar.

Ahora todo era cuestión del destino. Él sabía que jugaba con fuego, pero al parecer no la importara mucho quemarse.

Sus manos se deslizaron por la cintura de aquella rubia, la cual al parecer le gusto su tacto porque no se inmutó ante la invasión. Solo siguió bailando, solo que ahora lo hacía con él. Quien se dejó llevar por el suave vaivén de sus vaderas y se olvidó de la realidad.

Con suaves caricias él aspiró el dulce aroma de aquella desconocida, el cual le pareció familiar, pero no hizo caso. En vez de eso, siguió concentrado en repartir caricias y percibir como aquella piel se erizaba con él.

Sin poder evitarlo más, dio vuelta a aquella perdición de mujer y sin darle tiempo a nada se apoderó de sus labios. Al sentir la suavidad, el calor y el sabor a coco de su labial, no pudo contener las ganas de besarla como si el mundo se fuera a acabar. Este era un beso diferente a los que él ya había dado, este lo hacía querer más y más, olvidándose por completo de donde estaba.

Ambos desconocidos interrumpen su acalorado beso para tomar algo de aire, pero casi al instante estos vuelven a apoderarse de la boca del orto. Él siente como ella reclama su boca tirando de su pelo, pero sin hacer daño. Ella siente como él sostiene firmemente su cintura y percibe la creciente masculinidad de aquel sujeto contra de su vientre. La cual le produce cosquillas en todo su cuerpo y un calor inexplicable en su intimidad ya mojada.

Cuando las luces se encienden un poco y ya es más claro el lugar, ambos se separaron para ver quien les está llevando a la locura, pero sorpresa.

_TÚ _Dicen ambos sorprendidos.

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