– ¡No! ¡No! ¡Claro que no! ¡Sólo pensamos que tal vez tienes gustos distintos a los nuestros!
Contestó la madre totalmente nerviosa, estaba segura que para nada les iba a ir bien, pero deben aclararlo ahora mismo. La duda los está matando.
– ¡¿Gustos?! ¡¿En serio piensan que soy gay?! ¡¿Dónde sacaron esa maldita conclusión?!
Rodrigo le sale llamas en la cabeza. No puede creer que sus propios padres estén pensado que él es gay. Esto es una tontería, una tontería absoluta. Él nunca le han interesado los hombres. No es de esa clase de tipos.
–Es que ya tienes 30 y nunca has salido con una mujer, así que pensamos que lo eras.
Entre los nervios, su padre aún se atreve responderle a su hijo con su pura verdad.
– ¡Aunque nunca haya salido con una mujer, no significa que me gusten los hombres!
Golpeó la mesa con su puño. Sus padres se asustaron. En serio hicieron enfadar a su hijo, sabían claramente que lo iba a negar, le avergüenza aceptar que es gay.
– ¿Entonces si te gustan las mujer?
Preguntó en duda su madre.
–Si.
No mostró ni una gota de emoción a esta simple respuesta. Él siempre le han gustado las mujeres y siempre será así. Es cien por ciento macho y no campanita.
–Creo que deberíamos...
Su madre le susurró algo a su padre, parecían hablar de algo importante.
– ¿De qué están hablando?
Rodrigo siente que algo malo harán.
–Tal vez funcione si...
Susurró su padre algo a su madre, lo ignoraron por completo. Se notaba que algo platicaban entre ellos dos. Esto molesta a Rodrigo. Detesta que susurren en voz baja como si estuvieran planeando algo malo.
–Hemos pensado en tu futuro y tal vez deberías tomar esta oportunidad.
Dijo su madre totalmente seria, el ambiente da miedo. Está claro que no es nada bueno para Rodrigo.
– ¿De qué hablan?
–Esperamos con ansias que asistas a ese lugar.
Su madre le entregó una invitación a su hijo sobre una fiesta. Rodrigo abrió los ojos como bomba atómica, esto es humillante, tonto y raro. Va a tirarla a la basura.
–Si la tiras, tienes que aceptar que lo eres.
– ¡Ya les dije que no soy gay!
–Si asistes, olvidaremos ese asunto.
– ¡¿Cómo pueden ofrecer a su propio hijo, cortejar a esa vieja decrépita?!
–No sabemos si sea anciana.
–El cartel muestra que está desesperada, eso significa que debe ser una anciana en busca de un esposo joven.
Jajaja. Rodrigo piensa que Emily es una vieja decrépita de ochenta tantos años, cuando en realidad es bastante joven y hermosa. Al no conocerla, cosas peores piensa de ella. No piensa entregar su vida entera a una anciana.
–Puede ser tu media naranja.
Puede que le gusten las ancianas, aunque no estamos seguros si sea una anciana. Lo que importa es que ella quiere un hombre, con eso es suficiente para que lo intente. Puede que se gusten o tal vez no. Tiene que aceptarlo, tiene que aceptar que es gay o definitivamente salir con ella.
¿Cómo puede mi madre ofrecerme para esto?
–Es mi perdición.
El ambiente quedó tenso. Hijo, madre y padre están en una lucha épica del misterio de su orientación sexual.
–Emily, tengo una sorpresa para ti.
Blake entró sin tocar la puerta, entró sin su permiso. Llegó todo alegre, llegó de payaso. En sus manos lleva una trampa, una trampa tentadora. Espera que acepte, para que se case con alguien.
–No me gustan las sorpresas.
Contestó sin ánimos, sin gota de emoción. Le interesa más esto, su tarea, prefiere eso que estar escuchando su oración.
–Te compré un regalo. Ten. Úsalo.
Dejó de leer. Su padre le cambio el libro por el regalo. Lo miró detenidamente. Es un traje de gala bastante sexi, se nota que fue bastante caro. Es de esos trajes que te hacen resaltar en la fiesta, te hacen ser la envidia de todo el mundo y al mismo tiempo roba la atención de los demás. Lo tiró.
–No lo quiero.
– ¡Emily! ¡Ese vestido vale mucho dinero! ¡Debes usarlo para este sábado!
– ¿De qué hablas? ¿Por qué debo usar un vestido?
Tiene curiosidad, siente que algo no está bien. El vestido dice mucho. Lo miró con desconfianza, con desprecio, como escoria de la sociedad. El padre de ella se quedó en silencio, no puede decirle aun lo que hizo.
–Buenas noches.
Se largó.
Rodrigo llegó a la oficina peor que antes, se nota en su cara que tuvo una noche pésima con la almohada. Todo por la culpa de la invitación esa que le entregó su madre. Soñó que se casaba con una anciana decrépita y tenía que cumplirle como hombre. ¿Te imaginas su cara del asco? Era la expresión horrible a cuando uno mismo toma jarabe para tos, y no me refiero a un jarabe dulce y sabroso, era el sabor amargo y asqueroso. Fue perturbador el soñar esa escena. Toda la bola de empleados no dejan verlo, están preocupados por su jefe.
–Le traje esto. Espero que esto le ayude a relajarse.
Le trajo una taza de té, de té para calmar esa ira que trae dentro. Tal vez esta vez logre calmarlo y lo convierta en un hombre menos exigente.
–Ahí déjalo.
Está trabajando atentamente, sin agradecer la atención de su asistente. Debe terminar con esto, hoy tienen que hacer la entrega.
–Por fin...
Suspiró totalmente cansado, no está satisfecho, aún sigue enojado, enojado por haber tardado demasiado por este equipó retrasado. A veces desearía despedir a toda esta bola de flojos, pero luego se acuerda que existe la posibilidad de existan más flojos que ellos, entonces se le pasa.
–Es hora de irme. Con su permiso señor.
Su asistente se despidió, es hora de regresar a casa y ver de nuevo a su lindo hijo. Lo extraña tanto, espera llevarle su comida favorita.
–Espera, Michel. Tengo que hablar contigo.
– ¡¿Hablar conmigo?!
Se puso nervioso, con ese tono de voz fría a cualquiera asusta. El asistente se sentó totalmente nervioso. No sabe que hizo, no sabe que hizo para hacerlo enojar de esa manera. Nada más recuerda haber dicho: "lo invito ir a mi casa, habrá comida casera". Pareció un tonto retrasado el haberlo invitado de esa manera. Claramente el señor Ocampo no parece gustarle esa clase de cosas. Nunca le dio una repuesta. Probablemente lo tomó como una ofensa y pensará despedirlo ahora mismo.
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🐍Papi Serpiente🐍
No soy gey
2021-08-19
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