Capítulo 2 Martes

2da parte

    El hombre alto, de pelo rojizo, canoso, y con un ancho de espalda de un luchador libre, entró al edificio donde se encontraba la redacción del tradicional matutino porteño La República. Ese día había tenido mas de una decenas de reuniones en la Casa Rosada, el edificio Independencia del Ejército y los ministerios de Seguridad y de Defensa, que lo sacaron de quicio por el cinismo y la displicencia que campeaban desde los ministros, comisarios y generales, hasta el ordenanza que servía café recalentado y quemado. Las únicas noticias que se podían obtener eran la inacción y la ignorancia sobre la realidad del país. La comparación con los pasajeros de primera clase en el Titanic, bailaban mientras el transatlántico se hundía, no podía ser más ajustada para la Argentina. El enojo lo invadía porque no podía escribir la realidad, ya que el diario y él mismo recibirían la venganza oficial, sin tener una justicia que defendiera su libertad de expresión. Tampoco le hubiera gustado al Señor Director y Editor, así que se la ingeniaría con sarcasmos sobre proyectos fallidos que ningún funcionario podía desconocer.

    Pero la raíz del enojo, de Casey, verdaderamente era porque sus oídos experimentados entendían, sin lugar a dudas, que desde el estado le había dado piedra libre a varias mafias extranjeras y nacionales. Sindicatos, lobbies, mafias bolivianas, peruanas y paraguayas. Carteles de drogas colombianos, mexicanos y peruanos. Sin embargo, lo que más lo contrariaba era que se hablara de ciertos apellidos de ciudadanos italianos relacionados a la ‘Ndrangheta, a los que se los trataba como si hablaran importantes empresarios. Cada vez que lo pensaba, su furia aumentaba.

    Si La República se seguía vendiendo ediciones en papel, era porque el Doctor Casey, el hombre canoso, escribía allí. No lo hacía todos los días. Solía desaparecer hasta que venía con los resultados, que muchas veces causaban estragos entre políticos y la honorable familia judicial.

    Para no desgastar su imagen, jamás asistía a programas de radio ni televisión. Nadie sabía muy bien, ni más o menos mal, de dónde obtenía la información, pero siempre era certera. Aquellos aciertos volvían locos a los espías oficiales de la AFI y los privados de la temible ex SIDE, la Secretaría de Inteligencia del Estado.

—¡Casey! – lo increpó la joven recepcionista de la redacción – ¿Me haría el favor de soltar, de una buena vez, ese puto celular y atender el teléfono interno? ¡Es urgente! Es una llamada de la Agencia de Delitos Complejos de la Federal. Viene por línea segura de IP.

— ¿Chequeaste que no haya nadie espiando…? ¿Segura? – preguntó una voz sarcástica por el teléfono interno – ¿Miraste por el agujerito del teléfono?

— ¡Ufa, che! ¡Sí! Viene de allí. ¡Por favor! – antes de cortar la recepcionista agregó – ¡Qué tipo pesado...!

— Páseme, y después le voy a demostrar lo pesado que puedo llegar a ser, porque la oí. Hace muy poco tiempo que está trabajando acá para tener tantas ínfulas.

    Por toda respuesta, cerca de la entrada, apareció un brazo femenino con el dedo medio levantado. Joe se limitó a la llamada entrante.

— Casey habla.

— Mucho gusto Doctor Casey, habla el inspector Pablo Moroni de Investigaciones de Delitos Complejos de la Policía Federal.

— ¿Moroni...? ¡Discúlpeme! ¡Es raro que yo no lo conozca! ¿Es nuevo?

— Sí señor. Su teléfono me lo dieron Roberto Martínez que es el Director Operativo y el ministro Moretti.

— Disculpe entonces, que yo no lo ubique.

— Estuve en comisión en el Servicio de Informaciones del Estado, la vieja SIDE, después me enterraron, mientras todavía respiraba, en la Agencia Federal de Investigaciones y me acaban de rescatar, cuando reorganizaron a la Policía Federal, y me asignaron al área de operaciones de Delitos Complejos. Somos algo así como una especie FBI argentino, muy de cabotaje todavía, pero nos quedamos con algunos juguetes nuevos que tenía Inteligencia del Ejército.

— ¿Saben usarlos?

— Poco y nada. Vamos aprendiendo... ¿Algún prejuicio especial al respecto?

— Ninguno... ¡No! ¡En realidad, en absoluto...! Es más, todo lo contrario. Lo que pasa es que debo tener una agenda con unos dos mil apellidos, teléfonos, Whatsapp, Telegram y correos de las distintas reparticiones policiales y de seguridad del país, y no recuerdo a ningún Moroni. Usted sabe cómo es este negocio. Eso siempre preocupa.

— No me extraña. Se acuerdan de mí solamente cuando las papas queman. Además, me pusieron a trabajar de chimentero de los jueces y empresarios cuando inventaron la AFI.

— ¿Estaban con los de la ex Secretaría de Inteligencia?

— ¡Sí! Llenando papeles, mientras que de investigadores pusieron a un grupo de comadres de barrio, con agujas de crochet y pañoletas, que se dedicaban a pasarse chismes de quién se revolcaba con quién debajo de qué sábanas. Ahora volví a las funciones, pero nada menos que con los «Pata Negra» y algunos cyber-milicos que parece que los hubieran entrenado en Venezuela...

— Lo lamento por usted.

— ¡No! ¡De todas formas, lo otro era mucho peor! – hizo una pausa – Bueno. No lo llamé para hablar de mí, sino por indicación de mi jefe, Roberto Martínez y nuestro superior el Ministro de Seguridad de la Nación.

— ¡Ahora me ubico por dónde viene! Disculpe, pero mi trabajo es sospechar de todo y de todos. Le aclaro que para mí, el Ministro Moretti es sospechoso siete por veinticuatro por 365.

— ¡No se preocupe! Entonces somos dos.

— ¡Mejor entonces! ¿En qué le puedo ser útil?

— Tenemos a un sujeto en custodia por su seguridad. Está en el viejo Cuartel Central de la Policía federal, en el barrio de Balvanera. El tipo nos asegura, con datos y detalles, que van a matar al Papa Francisco al segundo día de llegue a la Argentina, esto viene a ser... ¡El domingo que viene! Me dijo Robi que usted anda con estos temas de la política, las religiones, mafias, organizaciones ocultas, el Vaticano, el servicio secreto, las logias y esos curros... ¿Oyó hablar algo de esto?

— Mire... ¿Para qué le voy a mentir? Menos en Cuba, en todos los viajes que hicieron todos los papas, especialmente a Estados Unidos y a México, se abortaron una multitud de atentados. A Francisco en Irlanda y en Chile lo ignoraron por los abusos sexuales de parte de los consagrados a los chicos. También en Chile hubo amenazas de matarlo a pedradas o con bombas Molotov por los picunches mapuches. La pregunta es, ¿qué credibilidad puede tener la… Seguridad... de este denunciante? ¿Es cosa seria o son fanfarronadas de un borracho o drogón? ¿Me puede decir por lo menos quién es y por qué lo demoraron?

— Seguro que usted lo ubica, es Pedro de Sanzo.

— ¿¡Piedrita!? – interrumpió Casey – Albañil. Piquetero profesional. Mano de obra de choque de la Unión Obrera Combativa de la República Argentina, a veces empleado por el grupo violento Algarrobo, uno de los mejores lanzadores de bodoques de cemento y cascotes de la Argentina. Puntería de beisbolista y fuerza de un lanzador olímpico de bala. Se dice que aprendió tirando granadas en Malvinas. ¿Ese es?

— Parece que lo conoce mejor que yo. Sí, hablamos del mismo. Después le doy los detalles personalmente porque esta línea será de IP variable, pero no me inspira ninguna confianza.

— ¡Upssss! ¿Tan seria es la cosa? Al Piedrita le conozco todas las pulgas, que no son pocas. ¿Qué dijo del Papa...?

— Lo que le mencioné. Que lo van a matar en un atentado al segundo día de la llegada a la Argentina, le repito, hoy es martes… El viernes llega, el domingo da la misa en la 9 de Julio...

— ¿Está limpio de drogas y sobrio? Me refiero al Piedrita.

— Sí… ¡Entendí! Está cumpliendo una promesa religiosa, no se drogó ni tomó más. Lo revisaron los médicos. Aparentemente está lúcido, se ubica en tiempo y lugar, pero para mí está derrapando porque se ha vuelto místico y está desesperado para que a «Panchito» no le pase nada.

— ¿Pero de dónde sacó semejante dato?

— ¡Aquí está el problema! Al parecer, un tipo, que según él hablaba un castellano raro, lo llamó al celular para encargar que le partiera la cabeza a Francisco de un piedrazo.

— ¡Menuda piedra le tendrán que revolear! – ironizó Casey.

— Parece que le iban a pagar una suma muy considerable por hacerlo. Al parecer, a él lo asombró que quisieran atentar contra Bergoglio, y les preguntó por qué. Le contestaron que Francisco era igual que los 265 papas anteriores, que se tenía que cumplir la predicción del Apocalipsis según San Juan. Que Francisco es el Antipapa y el Anticristo, que el verdadero Papa es Benedicto 16°, y que, además, Francisco tiene que pagar por el peor de los crímenes que le cometió la Iglesia en su historia.

    Casey resopló.

— Mire… Oficial Moroni. Si hablamos de la historia de la Iglesia, depende cómo se la tome, pueden ser 70, 500 o los 1989 años que lleva la institución Iglesia jodiendo la vida a la gente. Lo que me llama la atención es que le hayan ofrecido una suma tan considerable, como usted dice. Es raro que yo no haya oído, aunque sé algo, relacionado con esto por otra parte.

— ¿Quiénes? – preguntó Moroni con ansiedad.

— Mafias. Una en especial. ¿No dijo quién era o de dónde venía el oferente? Me llama la atención, porque los magnicidios no se manejan así, sino a la inversa. Dado el homicida y sus habilidades, se planea el atentado.

—Bueno, precisamente por eso me dicen que lo llame a usted y a nadie más. Piedrita no quiere abrir la boca. Dijo que el número de teléfono desde el que lo llamaron era el 1111-1111.

— Obviamente fue desde un locutorio...

— ¡Exacto! Le pedimos a las empresas Movistar y Personal el cruce de las llamadas y lo único que tenemos es que llamaron de un locutorio de la empresa Personal en Olivos.

— ¿Existen los locutorios todavía?

— Existen. Algunos para hablar por teléfono y otros para transar drogas a escondida de las empresas. Depende del vecindario. Este es de los que se habla por teléfono y se accede a Internet. Me temo que el tipo que le dijo eso, es alguien que piensa, sabe, y por intuición de policía, que no está bromeando. La verdad es que preferiría no seguir hablando esto por teléfono, por más que nos digan que es una línea segura.

— Yo, lo que no entiendo, es para qué me necesita a mí.

— Porque Piedrita, con nosotros, no se anima a hablar, y yo de religión y coso, no solo no sé nada, sino que prefiero no saber, pero me tiraron esta papa hirviendo y ni siquiera tengo formado un grupo de tareas. Es una instrucción precisa de Robi Martínez y el Tano Moretti que me dijeron que hablara con usted, que iba a entender por qué. ¿Se anima a venir para verlo en el Cuartel Central y tratar de hablar con él? Lo espero en la puerta de la calle Moreno. El sargento de guardia se llama Villarino. ¿Viene en su coche?

— No. Anduve por Plaza de Mayo, dándole de comer a las palomas…. Dejé la pickup en el garaje de mi casa. Si es en el Centro, prefiero ir en taxi. En unos 15 o 20 minutos estoy por ahí. ¿En dónde pregunto por usted?

— ¡Desentiéndase, ni me mencione! Yo lo busco a usted.

— ¿Pero usted me conoce?

— Martínez sí lo conoce a usted, me lo describió, y por eso lo estoy llamando. Apúrese. Si viene en taxi, deje pasar tres o cuatro por la puerta del diario. No haga señas a ninguno y tome el que se pare frente a usted, que va ser un Toyota Corolla o un Chevrolet Cruze flamantes. Ya se lo mando.

— Desentiéndase, conozco ese truco y lo uso habitualmente.

— ¡Me alegro! Lo espero.

Capítulos
1 Capítulo 1 Tres meses antes
2 Capítulo 2 Martes
3 Capítulo 3 (Paseando en taxi)
4 Capítulo 4 (Descendieron a los infiernos)
5 Capítulo 5 (El extraño Señor Casey)
6 Capítulo 6 (¿Hogar, dulce hogar?)
7 Capítulo 7 (Una película de espías de bajo presupuesto)
8 Capítulo 8 (La palabra tiene la culpa)
9 Capítulo 9 (Los otros mesías)
10 Capítulo 10 (Las incongruencias de las religiones)
11 Capítulo 11 (¿Y las profecías?)
12 Capítulo 12 (El Papa es Rey)
13 Capítulo 13 (Los Ratis)
14 Capítulo 14 (Contando enemigos)
15 Capítulo 15 (¡Allí vienen los rusos!)
16 Capítulo 16 (¿Qué es Sodaltium Pianum? )
17 Capítulo 17 (Algunas pruebas y muchos errores… Eppur si muove!)
18 Capítulo 18 (¿De dónde saliste, nenita?)
19 Capítulo 19 (L’Entità)
20 Capítulo 20 (No mentirás ni levantarás falso testimonio)
21 Capítulo 21 (¿Hitler en el Vaticano?)
22 Capítulo 22 (El enemigo de mi enemigo, debería ser mi amigo)
23 Capítulo 23 (Los Hospitalarios del Presidente)
24 Capítulo 24 (¿Por qué el presidente mandó hacer esa pregunta?)
25 Capítulo 25 (Le explotó la cabeza)
26 Capítulo 26 (¿Qué pasa si Dios no existe?)
27 Capítulo 27 (El nihilista y Pía)
28 Capítulo 29 (¿Quién es Pía?)
29 Capítulo 30 (La visita que no estaba invitada)
30 Capítulo 31 (En busca del tiempo perdido)
31 Capítulo 32 (Pasión desatada)
32 Capítulo 33 (No es recordar, es relacionar)
33 Capítulo 34 (Memoria de policía)
34 Capítulo 35 (Cosa de Mujeres)
35 Capítulo 36 (In nome del Papa Re)
36 Capítulo 36 (Martín también)
37 Capítulo 37 (María de la Piedad)
38 Capítulo 38 (El presidente)
39 Capítulo 39 (Luján, la Roma argentina)
40 Capítulo 40 (Fuegos fatuos)
41 Capítulo 41 (Todo se precipita, y Pía también)
42 Capítulo 42 (Donde hubo fuego...)
43 Capítulo 43 (Natalia)
44 Capítulo 44 (Los moribundos no mienten)
45 Capítulo 45 (Velando las armas)
46 Capítulo 46 (Inquisición a domicilio)
47 Capítulo 48 (Il boia)
48 Capítulo 49 (Pía va a fondo)
49 Capítulo 50 (¿Dream team o nightmare team?)
50 Capítulo 51 (La cacería)
51 Capítulo 52 (El encuentro menos pensado)
52 Capítulo 53 (Discusión de alto nivel)
53 Capítulo 54 (Vuelvo a la casita de los viejos)
54 Capítulo 55 (El Plan D)
Capítulos

Updated 54 Episodes

1
Capítulo 1 Tres meses antes
2
Capítulo 2 Martes
3
Capítulo 3 (Paseando en taxi)
4
Capítulo 4 (Descendieron a los infiernos)
5
Capítulo 5 (El extraño Señor Casey)
6
Capítulo 6 (¿Hogar, dulce hogar?)
7
Capítulo 7 (Una película de espías de bajo presupuesto)
8
Capítulo 8 (La palabra tiene la culpa)
9
Capítulo 9 (Los otros mesías)
10
Capítulo 10 (Las incongruencias de las religiones)
11
Capítulo 11 (¿Y las profecías?)
12
Capítulo 12 (El Papa es Rey)
13
Capítulo 13 (Los Ratis)
14
Capítulo 14 (Contando enemigos)
15
Capítulo 15 (¡Allí vienen los rusos!)
16
Capítulo 16 (¿Qué es Sodaltium Pianum? )
17
Capítulo 17 (Algunas pruebas y muchos errores… Eppur si muove!)
18
Capítulo 18 (¿De dónde saliste, nenita?)
19
Capítulo 19 (L’Entità)
20
Capítulo 20 (No mentirás ni levantarás falso testimonio)
21
Capítulo 21 (¿Hitler en el Vaticano?)
22
Capítulo 22 (El enemigo de mi enemigo, debería ser mi amigo)
23
Capítulo 23 (Los Hospitalarios del Presidente)
24
Capítulo 24 (¿Por qué el presidente mandó hacer esa pregunta?)
25
Capítulo 25 (Le explotó la cabeza)
26
Capítulo 26 (¿Qué pasa si Dios no existe?)
27
Capítulo 27 (El nihilista y Pía)
28
Capítulo 29 (¿Quién es Pía?)
29
Capítulo 30 (La visita que no estaba invitada)
30
Capítulo 31 (En busca del tiempo perdido)
31
Capítulo 32 (Pasión desatada)
32
Capítulo 33 (No es recordar, es relacionar)
33
Capítulo 34 (Memoria de policía)
34
Capítulo 35 (Cosa de Mujeres)
35
Capítulo 36 (In nome del Papa Re)
36
Capítulo 36 (Martín también)
37
Capítulo 37 (María de la Piedad)
38
Capítulo 38 (El presidente)
39
Capítulo 39 (Luján, la Roma argentina)
40
Capítulo 40 (Fuegos fatuos)
41
Capítulo 41 (Todo se precipita, y Pía también)
42
Capítulo 42 (Donde hubo fuego...)
43
Capítulo 43 (Natalia)
44
Capítulo 44 (Los moribundos no mienten)
45
Capítulo 45 (Velando las armas)
46
Capítulo 46 (Inquisición a domicilio)
47
Capítulo 48 (Il boia)
48
Capítulo 49 (Pía va a fondo)
49
Capítulo 50 (¿Dream team o nightmare team?)
50
Capítulo 51 (La cacería)
51
Capítulo 52 (El encuentro menos pensado)
52
Capítulo 53 (Discusión de alto nivel)
53
Capítulo 54 (Vuelvo a la casita de los viejos)
54
Capítulo 55 (El Plan D)

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play