Daniel

Daniel entró al edificio por el ascensor privado que da directamente a su oficina.

No esta de humor.

Ha habido inconvenientes en las negociaciones con una empresa importante que desea adquirir.

Sorprende a Ariadna por el intercomunicador.

Daniel: Señorta Ariadna! a mi oficina por favor!

Ariadna: ensegida señor Millers.

Y corre tablet en mano, se arregla el pelo y duda en abrochar los primeros botones de su camisa que revelan en forma incipiente sus senos jóvenes.

Decide dejarlos así.

Ingresa a la oficina, no sin antes golpear y el le contesta que entre.

Ariadna: Buen dia señor Miller

lo saluda tímidamente.

El esta de espaldas a ella, mirando por el ventanal hacia afuera desde el piso más alto.

La oficina era casi como su segundo hogar, tenia una barra con bebidas y una cafetera de expesso, además de un microondas por si queria comer algo rápido. Al otro extremo un futón, es decir, un sillón donde apoltronarse si decidia dormir alli, incluso un traje extra.

Sin mirarla le ordena a Ariadna que se siente y comienza a dictarle un mail.

Ella lo entiende, sabe cuando callar y cuando emitir una opinión.

Ariadana espera que la mire, pero el solo esta concentrado en sus negocios.

Aún así, sin voltearse le pregunta: como se encuentra hoy señorita Ariadna?

Con firmeza ella le contesta: muy bien señor Millers...pero no se atreve a hacerle la misma pregunta.

Daniel inicia dictandole el mail y le ordena que lo envie: puede retirarse...

Ariadna vuelve a su escritorio un tanto apesadumbrada, sintió que él no estaba bien.

Miró su capuccino y se habia enfriado...hasta el mediodia y como estaban las cosas no podria salir de la oficina.

Mientras tanto Daniel en su oficina realiza una llamada desde su movil.

La destinataria no lo atiende y su humor empeora.

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