Rosa.
Después de que mi madre me sacará del hospital donde intentaron secuestrarme, me llevo de regreso a México, dónde volví a ver a mis hermanos, Karla, Zerick y Luna, la felicidad me inundó en ese momento y los abracé con tanto cariño que quede al borde del llanto, ya que hace años que no los veía y ahora que los tengo de frente, no quiero volver a irme nunca.
El reencuentro con mi familia me hizo sentir llena de vida de nuevo, aunque no me he sentido cómoda por culpa de los sirvientes de la casa, ya que han dicho cosas hirientes de mí por mi condición, como que soy inservible, débil y que solo voy a ser una carga para mi familia. yo sé que no se equivocan, sin embargo, que me lo repitan lo hace más difícil de digerir para mí, que llevo años luchando con esta inseguridad y la carga de este dolor.
Volver a ver a los demás miembros de la familia me ha hecho sentir feliz y también me ha ayudado a olvidar esta carga que estoy teniendo, en especial con Armando, que siempre ha cuidado de mi desde que soy pequeña y cuando me fui, él se despidió primero de mí, ese cariño especial que me tiene es algo que valoro mucho y por eso cuando lo ví, no dude en abrazarlo primero.
Armando me llevo a recorrer la Ciudad De México y ahí pude recordar muchas cosas de niña en cada recorrido, es como si estuviera volviendo al pasado.
Cuando el cielo oscureció, nos detuvimos frente a un hotel muy lujoso y Armando tuvo que entrar por alguna extraña razón, yo me quedé en el auto esperando a que volviera y de repente siento la mirada de un hombre, mire por la ventana y ambos conectamoa, pero ese hombre entro a ese hotel rompiendo esa conexión.
Ignore lo que había sucedido en ese momento y desvíe mi mirada hacia el volante, Armando salió después de una hora y se subió al auto, mi mirada se poso en él.
—Lamento la tardanza, pequeña—Armando rompe el silencio.
—No te preocupes, ¿Qué estabas haciendo en ese lugar?—indago con curiosidad.
—Temas de trabajo, pequeña—responde y enciende el auto, de nuevo esa mirada la siento y me heriza la piel, no quise mirar de nuevo por la ventana y Armando arranco el auto llevándome de regreso a casa.
Armando me ayudó a bajar del auto y me dirijo a mi habitación, donde me ahogo en mis inseguridades y el desdén que siento cada que me miró al espejo, notando mi pequeño cuerpo y la delgadez, ya no se nota tanto como antes, pero todavía lo odio.
Me quite mi Hanfu rosa y la horquilla de mi cabello, lo deje sobre la silla y me fui a dormir, soñando de nuevo con lo sucedido en el hospital, los gritos y las muertes de muchas personas que todavía me persiguen, me hacen despertar sobresaltada y sudando.
Todas esas personas murieron por culpa mía y ahora tengo que lidiar con ese recuerdo que no puedo borrar de mi cabeza, pero no puedo decirle a nadie sobre esto, porque sé lo que me dirán y eso no detendrá estás pesadillas.
Me levante de mi cama y me di un baño en la tina relajando un poco mi cabeza de tantos pensamientos que me agobian. De nuevo esos pensamientos evocan y me sumergi en el agua, esperando el momento que me quede sin aire y el agua llene mis pulmones, no tardo mucho y empecé a sentir que necesitaba respirar, pero ignore esa sensación y espere paciente mi muerte.
Ya no pude aguantar más y dejé que el agua entrara por mi nariz, sintiendo un ardor horrible que llenaba mi pulmones, pero en ese momento madre me saca del agua y empecé a toser frenéticamente sacando el agua por mi nariz, mientras recuperaba el aliento.
—¡Que haces!, ¡En qué estabas pensando al hacer eso!—espeta mi madre y baje la mirada todavía intentando respirar.
—Perdon—solte con dificultad y ella me abrazo.
—Por favor, ya no lo hagas, ¿no te das cuenta que me lastimas?—Añade—No quiero volver a pasar por ese dolor.
Un nudo se formo en mi garganta y mi pecho se cumprimio con sus palabras, correspondo a su abrazo y la culpa de lo que estuve a punto de hacer me quema por dentro.
Mi madre me ayudó a salir de la tina y ella me vistió con él Hanfu negro que sabe que es mi favorito, me peino y me coloco la horquilla con la rosa negra en el cabello, ella me miró con ternura a través del espejo y tristeza. De nuevo mi pecho se comprimio y me di la vuelta para mirarla.
—Perdoname mamá, no era mi intención que sufrirás por mi culpa, es solo que... Ya no quiero ser una carga para ti...
—No lo eres Rosa, ¿cuántas veces tengo que repetirlo?—Recrimina y mis ojos se llenan de lágrimas, ella toma mis manos y se agacha para quedar a mi altura.
—Tu eres lo más hermoso y valioso para mí, al igual que tus hermanos—dice mi madre—Recuerda el ejercicio que te enseñe cuando te sintieras insegura cariño, repetir siempre que yo te amo, tus hermanos te aman y tu padre también, que no soprtariamos perderte porque eres nuestra luz.
Una sonrisa se curva en mis labios y mi corazón dió un vuelco al recordar ese ejercicio, las lágrimas empezaron a rodar por los mejillas por ese cariño que mi familia me tiene y que mi inseguridad quiere opacar.
Horas después.
Volví a salir con Armando, pero está vez lo acompañe a entregar una mercancía en Estados Unidos, algo peligroso y arriesgado, pero él tiene la certeza de que todo saldrá bien, espero que esté en lo correcto.
Nosotros llegamos por el jet de nuestro tío y al este aterrizar, una pareja ya nos esperaban, Armando bajo primero y el me agarró por la cintura para bajarme con cuidado.
—Quedate aquí—ordeno y él se acercó a la pareja, mire a mi alrededor y note un lindo paisaje con un lindo pastizal, bonitas casas de madera y a las mujeres que estaban cultivando a lo lejos
Este lugar es muy bonito para estar ocupado por una pareja de mafiosos y ser usado para cultivar marihuana, aunque se arriegan mucho al hacer eso por la policía de Estados Unidos.
Armando se quedó con la pareja y dejo que yo me distrajera un rato, con alguien cuidándome, claro está, di un paseo y llegué a un club extraño, dónde al entrar habían muchas personas y me dirijo a la barra para pedir mi bebida favorita.
Nadie sabe que yo bebo whisky y menos Armando, así que aprovecho que él está ocupado y en este lugar venden bebidas alcohólicas, espere un momento y la dejo sobre la barra y la agarre, le di pequeños sorbos hasta acabarmela, un hombre se acerco por mi espalda y le hablo detrás de mí al de la barra.
No presté atención a lo que le dijo y me quedé quieta en mi lugar esperando a que se fuera, cuando sentí que se alejo, me di la vuelta y estaba a punto de salir del lugar, pero al pasar entre la gente empuje a un hombre por accidente.
—Fijate por dónde vas—dice ese hombre con molestia, levanto mi mirada apenada y al verlo, me sorprendo al reconocer su rostro. Es ese hombre de nuevo...
—Lo siento, no fue mi intención—dije apenada y él me tomo del brazo, me jalo hasta un pasillo vacío donde me solté de su agarre.
—Ya me disculpé—dije con seriedad, el hombre se volteo y me miró con una mirada neutra.
—No te escuché, ¿Puedes repetirlo otra vez?.
Suspiré y lo mire a los ojos.
—Perdoname por haberte empujado, no era mi intención hacerlo—dije apenada y él se acercó a mí.
—No es suficiente—dice y siento como me toma de la cintura, me levanta en sus brazos y me sienta sobre una pequeña mesa tirando unos objetos.
—Oye, ¿Qué haces?—Dije confundida y abre mis piernas acomodándose entre ellas.
—Busco más sinceridad en tu disculpa, me parece muy vaga la forma en que lo hiciste—suelta y frunzo el ceño, intento apartarlo y él rodea sus brazos en mi cintura pegandome contra su cuerpo, su inesperada acción provoca algo en mi interior, una extraña sensación de cosquilleo en mi vientre bajo.
—Sueltame—dije con desdén.
—No he escuchado tu disculpa—intente quitarme la horquilla de mi cabello, pero él me la arrebato y la lanzo fuera de mi alcance.
—¡Idiota!, hablo en serio, sueltame ahora o gritaré—amenazo.
—Grita si quieres, pero no te irás hasta que seas sincera—dice acercando su rostro al mío y mi respiración se acelera por su cercanía, y él sonríe.
Llevo una de sus manos a mi nuca y me hundió en un beso que yo me negué a seguir, pero algo en mi interior me empujó a corresponder al beso, empecé a sentir sus manos por mis piernas y mi cuerpo se herizo bajo su toque.
—¿Quién demonios eres?—indago entre los besos y él me bajo de la pequeña mesa, me cargo mientras me seguía besando.
—Soy Dante Lombardi. Te metiste con la persona equivocada, pequeña—amenaza con una sonrisa divertida al ver mi reacción de sorpresa.