Cuando Reanz salió del poso ya todo se había calmado y un hedor a óxido bastante fuerte le llegó, salpicaduras de manchas rojas y charcos rojos estaban esparcidos por todas partes y en uno de los estantes para las espadas de madera que estaba partido en dos se encontraba Faldan tenía astillas de madera clavadas en la espalda, su cuerpo lleno de heridas y fracturas, pero seguía vivo.
Reanz se acercó sorprendido y llorando dijo a Faldan: "te ayudaré... te ayudaré Faldan" mientras se limpiaba los mocos y las lágrimas. Reanz hizo lo que pudo, había logrado bajar a Faldan pero era demasiado para el pequeño Reanz. Aún así no se rindió y lo puso sobre una manta tratándo de arrastrarlo, cuando de pronto escuchó unos quejidos era Keller otro de los chicos que había sobrevivido al caer en un barril.
Reanz volteó el barril y sacó a Keller, ambos estaban muy mal Faldan no hablaba y Keller tenía la mirada perdida. Reanz entonces empezó a preocuparse y la impotencia lo invadió, pero de pronto entre los escombros algo se levantó era uno de los caballeros que estaba cubierto en un aura verde, su armadura estaba rota, raspada y retorcida, tenía la mirada cansada y camino hacia Reanz.
Tranquilo, yo los llevaré a ambos.
Reanz miraba perplejo al guerrero.
El guerrero tomó a ambos chicos y al ponerlos sobre sus hombros ambos se envolvieron en aquel aura curativa.
Estarán bien, puedo mantener sus heridas mientras llegamos a la próxima capital... ?Cuál es tu nombre?
Reanz respondió con vergüenza diciendo su nombre.
Así que Reanz...¿puedes seguirme? Pareces estar bien, por favor deja que drene algo de tu magia.
Así lo hizo el guerrero, puso su mano en la cabeza de Reanz y drenó su magia para poder seguir curando a los chicos y a él mismo.