Te miro desde lejos, sombra de mi anhelo,
un faro que ilumina este oscuro desvelo.
Eres la luna que nunca puedo tocar,
un sueño eterno que no quiere despertar.
Tus ojos, dos abismos donde quiero caer,
tu risa, melodía que no puedo entender.
Hablas, y cada palabra es un puñal suave,
que hiere mi alma, aunque nunca lo sabe.
Te doy mis pensamientos, te ofrezco mi voz,
pero tu corazón ya tiene dueño y Dios.
Camino en el filo de este amor imposible,
tan dulce y tan cruel, tan fuerte, invencible.
Construyo castillos de aire y de nada,
los veo derrumbarse con tu mirada.
Y aunque me consuma este fuego callado,
prefiero quererte, aunque no sea amado.
Así vivo, prisionero de este sentimiento,
un eco perdido en el frío del viento.
Porque a veces amar no es ser correspondido,
es simplemente entregarse... aunque sea en el olvido.