Y entre por los enormes arcos.
Y entro la luz conmigo. Alumbrando.
Y pase el último arco y los olores de la zona atacaron.
Y la luz dejo de hacerme compañía en el último tramo apestoso del lugar.
Y pude verlo; y pude verlo.
El hombre de rojo estaba ahí; estaba ahí.
El hombre de rojo me miró; me miró.
Y con su presencia se acercó con familiaridad; se acercó con familiaridad.
Y me acercó su ardiente mano; acercó su ardiente mano.
Y entonces en su calidez abrió mi mente; abrió mi mente.
Y fui presa de la confusión y miedo; miedo.
Y entonces desperté; desperté...