Yo era una chica simple, algo retraída, incapaz de hablar en público y mucho menos interactuar con los demás. Aunque iba a la escuela no tenía amigos, era incapaz. Solo me sentaba allí, escribía y a casa.
Un día me encontré un sobre en el baño con un polvo blanco. Me llamó la atención aquello. Al inspeccionarlo descubrí que era droga. No había nadie a mi alrededor y decidí probar aquello a ver que sensación daba. Según las pelis la gente disfrutaba mucho con eso.
Fui a una esquina y probé un poco. Lo último que supe día horas después era que estaba en la dirección de castigo por mal comportamiento. Según lo que decían me había robado el show, es una manera de decir de la gente que se vuelve centro de atención en un lugar. No deje dar la clase y me mostré agresiva ante el cuestionamiento de la profesora.
Como era algo inusual, no llamaron a mis padres y luego de una charla educativa me dejaron ir. Al salir varias personas me felicitaron, incluso me habían invitado a una fiesta hoy en la noche, me decían que no sabían que era tan cómica y les gustaba mi forma de ser.
Como ya no estaba bajo los efectos de esa sustancia, solo asentí con la cabeza y fui a casa contenta. De pronto era visible para los demás. Esa noche pedí permiso para ir a la fiesta, increíblemente me dejaron ir. Solo había un problema, necesitaba aquel polvo para ser esa chica de la escuela nuevamente.
Busque en internet y me fue fácil encontrar, dinero tenía así que antes de llegar la compré y consumí un poco. Bastó un poco para estar activa y sacar mi yo interno. Esa vez solo me dio el coraje que necesitaba, baile, cante y fui feliz esa noche como nunca antes.
Cada día consumía un poco para sacar fuerzas, me decía que era normal y no habría consecuencias mayores. Cambie mi manera de vestir a más provocativa y los chicos comenzaron a pedirme citas. Era la reina de la escuela y todos me querían.
Ya el dinero se me acababa y poco a poco tomaba sin ser descubierta de mis padres. Ellos no notaban nada, hasta estaban felices de verme tan sociable. De todos los chicos elegí a Brass, no era el más lindo de todos, ni el más popular, pero me gustaba desde siempre.
Con él y un poco de droga conocí el amor y todo lo placentero de este. Él era más conservador y me insistía en que volviera a ser como antes, confesó que siempre le guste lo que yo no le dejaba acercarse. Él fue el que descubrió que consumía y me pidió dejarlo.
Lo intenté, pero no podía. Cuando no lo hacía volvía mi miedo a la gente y no sabía ni hablar con nadie. Por suerte su madre era terapeuta y me llevo con ella para que conversara. Me costó un poco entender lo que me pasaba.
Con su ayudante descubrí que la droga no era lo que me hacía especial, sino yo misma. Me costó dejarla, tuve hasta que internarme un tiempo y mis padres me apoyaron siempre. Luego salí y agradecí a Brass por estar en el momento exacto en mi vida y ayudarme a tomar nuevamente el buen camino.