Shania San Román está pasando por un momento difícil. Aunque es una mujer casada, parece soltera y su suegra es mas como una madre. Sin embargo ella no puede darse el lujo de querer a nadie, todos solo la aprecian por su fortuna, por su patrimonio o ¿NO?.
Ese marido inútil servirá para algo o ya no tiene remedio.
NovelToon tiene autorización de Adriánex Avila para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Cap. 10 ¿Es... una trampa?
El idilio se rompió cuando el teléfono de Camilo vibró con un mensaje.
—¿Shania COCINANDO? ¿Y tú COMIÉNDOLO? ¿Se les olvidó que tenemos 2 chefs contratados? ¡Y lo del nutricionista! —Ágata estaba ahogada de preocupación, el daño en el cuerpo de Shania fue grave y no quería que esto afecte su vida futura.
Shania, que espiaba por encima de su hombro, puso los ojos en blanco. Se fue hacia él y de forma coqueta se sentó en su regazo, dejándolo rígido, en todos los sentidos.
—Responde esto —dictó, arrebatándole el móvil
—Querida mamá: Tu nuera cocina mejor que tus chefs. Y tu hijo prefiere su chocolate a tus órdenes. Besos.
PD: La habitación principal es de tu nuera.
Camilo, con la boca llena de croissant, no pudo evitar reír.
—De nada —dijo para después levantarse triunfante e irse a su silla para comer.
Oficinas Núñez del Prado - Mañana soleada. Camilo caminaba por los pasillos de su empresa con una sonrisa tonta pegada al rostro, incapaz de borrar las imágenes de la mañana.
Shania corriendo descalza por los pasillos con un jarrón de girasoles. El vuelo de su delantal ondeando mientras reorganizaba los muebles "por puro fastidio".
Esos malditos waffles en forma de corazón que ahora le hacían palpitar el estómago de solo recordarlos.
Jonás lo interceptó frente al ascensor, levantando una ceja burlona al ver esa expresión inédita en su amigo.
—Milo, por esa cara, tu esposa debe ser una visión —silbó, ajustándose el saco.
—Dijiste que ya se recuperó… Apuesto a que es una diosa. ¿Cuándo la presentas? —dijo Jonás con una sonrisa de oreja a oreja.
Algo en el pecho de Camilo se apretó con furia. ¿Por qué Jonás hablaba de ella? ¿Por qué imaginarla?
—¿La conoces? —dijo molesto por el claro interés de su amigo.
—Claro..., bueno, no del todo, tu esposa tenía una hermana mayor, Ludmila San Roman, hermosa, una diosa, todos estábamos enamorados de ella, pero lastimosamente ella tenía un novio en el extranjero, un tal Bernardo Dinamo, pero ella falleció en ese accidente con los padres de Shania. Si su hermana mayor era hermosa, supongo que su hermanita sería una belleza —dijo tranquilo recordando esa época.
Camilo lo miró despectivo, y es verdad, su esposa es hermosa y más que eso, así que decidió dejar las cosas claras.
—Eso ya no importa. No es tu tipo —gruñó, pasando junto a él con paso firme.
—Y no pienso exhibirla como trofeo —gruñó molesto, nunca se había sentido tan inseguro con este tema, no la tiene, pero no quiere perderla.
Jonás rió, siguiéndole el paso.
—¡Vaya! El gran Camilo Núñez del Prado, celoso —hizo énfasis en la palabra, disfrutando cómo su amigo tensaba la mandíbula.
—¿Tan irresistible es la señora? —Jonás no dejaba de molestarlo y Camilo tuvo que sacarlo de su oficina, ya que no lo soportaba. Mientras revisaba informes, la mente de Camilo seguía en la mansión.
Nana Loti le había enviado videos y fotos de Shania, solo para molestar, pero lo único que había logrado era que Camilo se sienta más entusiasmado con esa situación.
Las flores que habían aparecido en cada rincón. Hasta en su maldita ducha.
Los cojines. Ahora formaban un arcoíris ofensivo en su sofá favorito.
El refrigerador: Lleno de notas absurdas "¡No tocar! Experimento de Shania" pegada en una bandeja de brownies.
Lo más irritante es que no le molestaba. Su teléfono vibró. Un mensaje de Shania apareció destrozando su poca cordura.
—¿Sabías que tu casa no tenía alma? Ya solucioné eso. PD: Si quieres cena, trae vino tinto. El caro. El bien caro.
Camilo no pudo evitar sonreír... hasta que Jonás arrebató su teléfono.
—¡Ajá! El caro... O sea que si te cocina —leyó en voz alta, esquivando el intento de Camilo por recuperarlo
—¿Y qué más te hace, eh?, o en todo caso…. ¿Qué quieres que te haga? —dijo divertido, Camilo siempre aprecia tener todo controlado, pero ahora podía ver la confusión en su rostro, la distracción, eso del amor a primera o segunda vista existe, ahora está ansioso por saber como es que esa niña va a domar a su amigo si es que no lo ha hecho ya.
El puño de Camilo se estrelló contra la pared junto a la cabeza de Jonás.
—Otro comentario y te despido —amenazó, pero el rubor en sus orejas delataba la verdad.
Mientras tanto, en la mansión, Shania bailaba frente al horno con un delantal que decía Peligro: Chef Sexy, un regalo de Nana Loti que la consiente en todo, la adora desde el primer momento que la vio hace tres años. Las dos sirvientas nuevas, Marta y Luisa, la observaban entre risas.
—El señor nunca permitió decorar —comentó Marta, acomodando los girasoles.
—Porque es un ogro sin gusto —Shania sacó una lasaña perfecta, casi para una revista gourmet.
—Pero esta noche aprenderá a disfrutar la vida, o…, lo mato —su sonrisa fue tan diabólica que Luisa se persignó.
Camilo llegó temprano, cargando una botella de Château Lafite el vino más caro de su bodega. La escena que encontró lo dejó sin aliento.
La mesa del comedor, iluminada por velas. Shania, con un vestido negro sencillo que la hacía lucir devastadoramente real. Y en el centro, un pastelito con una vela: Felices 24 horas de no discutir.
—¿Es... una trampa? —preguntó, desconfiado. Miraba todo con sospecha. Shania parece un angelito, pero es un diablito caprichoso.
Ella le sirvió vino, rozando sus dedos adrede.
—Solo demuestro que vivir conmigo tiene... beneficios —su sonrisa era puro desafío.
—Aparte del obvio, claro —añadió, señalando su cuerpo. Su linda figura que no con un saco de papas deja de ser tan distinguida. Camilo se atragantó con el vino.
Esa noche, mientras Shania dormía, Camilo se coló en la habitación. Observó el cuaderno azul de recetas, ahora en la mesa de noche no está escondido.
Las cicatrices en sus brazos, líneas visibles a contra luz. Y su rostro… en paz por primera vez. Al salir, tropezó con Nana Loti.
—¿Ya entendiste por qué tu madre hizo este matrimonio? —la anciana sonrió distraídamente, sabe muy bien lo que está pasando.
—Esa niña no necesitaba salvación… tu sí. Tú que olvidaste, lo que es el amor, lo que es ser amigable… —dijo mirando a un confundido Camilo. Admite en su corazón que desde que la vio no puede dejar de emocionarse a cada momento.