Arenas De Pasión

Su madre dormía,Isra decidió bajar a la playa.

Cada vez más inquieta, apartó la vista y miró hacia los enormes ventanales que tenía detrás. Los acantilados eran sobrecogedores, y después estaba el mar más azul que había visto jamás.

Todo estaba precioso ese día; un día perfecto de primavera, Isra estaba en la playa, contemplando las montañas que se precipitaban hacia el mar azul y comenzó a caminar.

De repente vio a un hombre saliendo del mar que tenía delante, era de espaldas anchas, un pectoral fibroso y bien torneado. El cabello, casi negro, le llegaba casi hasta los hombros y sus rasgos duros y fieros estaban escondidos bajo una tupida barba. Tenía el pelo húmedo y su piel resplandecía, acababa de salir del mar cuál deidad marina. Poseidón, blandiendo su tridente en mitad de las aguas embravecidas...

— Kalymera, Kyria dijo él al pasar junto a ella.

Isra respondió en inglés, no había entendido una palabra.

El hombre sonrió y respondió en inglés. Isra lo vio irse, sabía que en la isla vivía gente a unos metros de ella los custodios no le quitaban los ojos de encima.

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Rashad se relajó al saber que su familia ya sabía dónde encontrarlo.

El campamento se dirigía hacia la frontera.

A bordo de su avión, Sharif surcaba los cielos junto a su escuadrón, una formación de cazas que reflejaban el sol matutino mientras se dirigían hacia el frente de batalla. La guerra contra Jazeera Al-Faridah estaba lejos de acabar, y Sharif sabía que cada misión podría ser crucial para el destino de Burhan.

Desde su cabina, Sharif observaba el paisaje desértico que se extendía bajo ellos, un terreno familiar pero ahora marcado por la devastación de la guerra. La radio crepitaba con las voces de sus compañeros pilotos, coordinando movimientos y compartiendo información sobre la situación en tierra.

El objetivo de la misión era claro: debían destruir un convoy de suministros enemigo que se dirigía hacia las líneas del frente de Jazeera. La inteligencia indicaba que este convoy era vital para las operaciones militares de los invasores, y su destrucción podría dar un giro decisivo en la guerra.

Sharif, liderando la formación, descendió a una altitud más baja, sus ojos agudos buscando el convoy entre las dunas y cañones del desierto. Finalmente, avistó la columna de vehículos enemigos, protegidos por una escolta de blindados y artillería antiaérea.

—Escuadrón, prepárense para el ataque —ordenó Sharif por la radio—. Recuerden, precisión y velocidad. Derriben los vehículos de suministro y neutralicen la escolta.

Los cazas de Burhan se desplegaron en una formación de ataque, y el rugido de los motores resonó como un trueno en el cielo despejado. Los misiles fueron liberados con precisión letal, y explosiones sacudieron la tierra mientras los vehículos enemigos eran alcanzados uno tras otro.

La escolta antiaérea respondió con furia, lanzando una barrera de fuego en un intento desesperado por proteger el convoy. Sharif, maniobrando con destreza, esquivó las ráfagas de artillería y continuó su ataque, dirigiendo a su escuadrón con calma y precisión.

La batalla en el aire fue intensa, con cazas enemigos uniéndose al combate en un intento de defender el convoy. Pero Sharif y sus pilotos estaban preparados. En una serie de maniobras ágiles y ataques coordinados, derribaron a los cazas enemigos, asegurando el control del cielo.

Finalmente, el convoy enemigo quedó reducido a escombros humeantes, su amenaza neutralizada. Sharif dio la orden de regresar a la base, sus pilotos vitoreando a través de la radio. Habían logrado una victoria significativa, pero Sharif sabía que la guerra estaba lejos de terminar.

Al aterrizar, Sharif fue recibido con aplausos y vítores por las tropas en la base. Su éxito había infundido una nueva ola de esperanza y moral en las filas de Burhan. Sin embargo, Sharif apenas tuvo tiempo para saborear la victoria. Su mente ya estaba en el siguiente paso, en cómo aprovechar la ventaja y continuar la lucha contra Jazeera Al-Faridah.

En una reunión de estrategia con su padre, y el General Qadir, Sharif discutió los próximos movimientos. Sabían que Jazeera no se rendiría fácilmente y que la guerra requeriría tanto fuerza militar como astucia diplomática.

—Padre, General —dijo Sharif—, debemos seguir golpeando sus líneas de suministro y debilitando su capacidad de resistencia. Pero también debemos buscar aliados y apoyo internacional. Esta guerra no es solo por Burhan, sino por la estabilidad de toda la región.

Karim asintió, reconociendo la sabiduría en las palabras de su hijo. Sabía que Sharif no solo era un líder militar capaz, sino también un estratega con visión de futuro. Con su apoyo, podrían asegurar no solo la victoria en la guerra, sino también un futuro de paz y prosperidad para Burhan.

Sharif se dirigió al palacio, luego de darse una ducha, llamó a Kardal.

Tenía demasiadas cosas en las que ocuparse en Marambit.

— Llegare mañana, dijo Sharif.

— Espero tener información sobre tu suegro en las próximas horas, con respecto a la seguridad de tu esposa todo está en orden dijo Kardal.

Sharif pensó en Isra hacía diez días se había ido...