Colágeno

Voy tarde a la cena, qué pena me da que todos estén esperando solo por mí, aceleró el auto a una velocidad permitida, claro está, la verdad el tráfico no ayuda mucho.

Cuando ya he llegado me estacionó y bajo, me miro en el vidrio del carro acomodo mi vestido y mi cabello, entro mirando para todos lados buscando a Lucía.

Por fin la veo por allá conversando con alguien, me acerco a ella, le doy un abrazo.

—Amiga, disculpa por llegar tarde es que cuando iba saliendo llegó José Alfredo de inoportuno como siempre.

—Tranquila amiga, ¿Para qué fue José Alfredo?

—A decir unas estupideces, ya sabes cómo es, luego te explico donde está Rodrigo—miro a todos lados buscando.

—Está allá —me señala mi amiga.

Lo miro y ¡WOW que bello que está! Lo miro y él no aporta su mirada de mí, le doy un abrazo el cual me devuelve muy cariñoso con demasía diría yo, cuando coloca su cara en mi cuello y aspira mi olor no puedo evitar sentir un escalofrío por todo mi cuerpo aunado a ese olor de su perfume que de inmediato inunda mis fosas nasales.

Me separo de él, ese abrazo estaba durando mucho tiempo, lo miro a los ojos y veo, no sé que en sus ojos no puedo descifrarlo.

—Mira lo grande que estás—Toco sus brazos es lo primero que le resalta.

Él solo me mira y sonríe tímido, por Dios me sentí acosadora en ese momento.

—¿Y tu novia?—Le preguntó para salir de cómo me estaba sintiendo.

—No tengo novia, estoy soltero—Dice encogiéndose de hombros.

—Pensé que... —Hago silencio, no es mi asunto si tiene o no—te dejo, hablamos más tarde—le doy un beso en la mejilla, él sonríe con chulería.

Me alejo yendo para dónde se encuentra Mila, está me mira haciendo una seña para que vea a Rodrigo.

—¡Está hecho un bombón!—me dice descaradamente.

— Déjate de inventar si no te quieres ganar una enemiga.

—Y que tiene, si yo le gustó que importa, a quien no le voy a gustar.

—Toda esa belleza deberías emplearla en otras cosas, no solo para conquistar a cuánto hombre—le dije en broma, pero es la verdad esa niña no hace otra cosa que meterse con los hombres y no busca estudiar o yo qué sé.

Ella se va molesta, pero ajá… Cuando ella se va me quedo mirando a Rodrigo y la verdad es que si ha cambiado está hecho todo un hombre, no se le puede negar que está muy guapo.

Cuando él voltea hacia mí, esquivó la mirada, creo se dio cuenta de lo tonta que me vi, por qué se comenzó a reír, que vergüenza, Pero no sé por qué su mirada me pone nerviosa.

… Cuando Katrina se aleja, sé que lo hizo por qué le dio pena haberme tocado los brazos, pero se me hizo tan sexi, cuando ella se aleja llega mi hermano Rodolfo y se para a mi lado, también mira el trasero, de Kat.

—¿Está bien, buena verdad?—me dice sin dejar de verla caminar, Volteo para mirarlo, — eres un cochino—le digo mientras este se ríe.

—Cochino eres tú qué no le ha dejado de ver desde que entró—me palmea el hombro—Si la quieres conquistar la vas a tener difícil, mi mamá dice que el hombre que se meta con ella la tiene que amar mucho, por qué su ex y su hijo no la van a dejar en paz.

—Nimiedades—Es lo único que le digo antes de tomar un trago, y ver otra vez hacia donde está ella.

Me causó mucha risa que cuándo la pille mirándome se volteara al otro lado.

Mi madre nos llamó a la cena por lo visto mi papá no pudo llegar, bueno la verdad no me importa igual lo voy a ver todos los días cuando comience a trabajar en la empresa.

Pero, en cambio, hay un tipo en la cena que no sé por qué pienso que está enamorado o le gusta mi mamá.

La verdad no tengo problema con que mi mamá se enamore otra vez, ella está en todo su derecho.

Pero solamente que no me la hagan llorar por qué hay si me van a conocer En la mesa me senté frente a Katrina, se que estoy siendo descarado, Pero de alguna manera se tiene que dar cuenta que no la veo como la amiga de mi mamá o la madre de mi amigo, en toda la cena no he hecho otra cosa que mirarla, se que ella se ha dado cuenta por qué está nerviosa.

...

En toda la cena Rodrigo no me quitó la mirada de encima, siempre traté de no mirarlo, era casi imposible, ya que estaba sentado en frente de mí, trataba de mirar a otro lado o que se yo, pero podía sentir el peso de su mirada, no sé a qué está jugando este niño.

Es como cuando era pequeño siempre me andaba mirando y hasta me decía cosas, pero era un crío, aunque ahora también lo es, pero lo disimula muy bien, dentro de todos esos músculos.

—Amiga, ¿cuéntame cómo van las cosas con Gustavo?—Le digo llegando hasta donde está ella mirándolo como boba.

—No amiga igual, —Da un largo suspiro.

—Bueno, amiga, para qué lo invitaste, para qué le das alas si después se la vas a cortar—ella me mira con tristeza.

—Ay, amiga, no puedo ocultarte nada, Gustavo me encanta pero...

—¿Pero qué amiga? Todos esos perjuicios son tuyos, nada más, tú eres la única que piensa en eso.

—Kat, ¿tú saldrías con un hombre menor que tú?

—Bueno, la verdad no lo sé no me ha tocado, pasar por Algo así, pero si él no tiene problema en Salir conmigo, por qué tendría que tener problemas con eso.

Lucía me mira con los ojos de par en par—¡Katrina Simancas qué atrevida eres!

—De que hablan las mujeres más bellas de este lugar—Dice Rodrigo, llegando a nosotras con una sonrisa hermosa.

—¿De este lugar solamente?—Se queja Lucía.

—Claro que no, son las más bellas de todo el universo—Habla sin quitar la mirada de mí.

—Amiga me voy ya, estoy cansada.

—Como te vas a ir, no seas así.

—No te vayas Kat, igual en tu casa no te espera nadie.

Eso me heló la sangre, me sentí triste al recordar que estoy sola, al parecer Rodrigo se dio cuenta de lo que dijo, me hizo sentir mal por qué quiso arreglarlo.

—Me refiero a que para qué vas a tu casa si aquí estás con las personas que te quieren—Se excusa con vergüenza.

—No te preocupes, ya estoy acostumbrada a la soledad— le doy una sonrisa triste.