La Esposa Humana Del Vampiro

LAURA:

—Mi verdadero nombre es Luciana Moretti y de dónde vengo soy una rica y millonaria empresaria con los hoteles y restaurantes más lujosos del país.

Hablo con orgullo y Víctor me mira fijamente.

—Moretti, nunca había escuchado ese apellido.

—Provengo de otro mundo muchacho, es obvio que nunca lo has escuchado.

—Ya veo... ¿Y cuántos años tenías allá señorita Moretti?

Siento como un sudor frío baja por mi espalda y sonrío mostrando mis dientes.

—En mi mundo la edad es privada, no se dice a cualquier desconocido.

—Pero no somos desconocidos, estás ocupando el cuerpo de mi esposa.

Dice sin apartar los ojos de mí, pero permanezco tranquila.

—Hay cosas más importantes que saber mi edad lord cortés.

Un suspiro sale de sus labios.

—En eso tiene razón... Hay algo que me interesa saber... ¿Sabe dónde está el alma de Laura?

Niego.

—No, un día solo desperté y estaba en el cuerpo de Laura Petro.

—¿Cómo sabías que era el cuerpo de Laura Petro? ¿La conocías?

Muerdo el borde de mis labios antes de responder.

—No, pero lo leí en un libro.

Hablo en un tono bajo y Víctor entrecierra los ojos.

—¿Qué leíste en ese libro?

—Muchas cosas.

—¿Cómo cuáles?

Tomo una respiración y, ya que estoy metida en el hoyo hablo.

—La muerte de los niños, tu muerte... Y al final Laura se casa con el barón Harrison.

En la habitación se hace un pesado silencio hasta que Víctor lo rompe.

—Es hora de dormir, ya es tarde.

—Sí.

Murmuro poniéndome en pies para ir al baño y lavar mi cuerpo.

Luego de lavar mi cuerpo en la hermosa y lujosa tina.

Salgo envuelta en una bata de dormir... ¿Para qué negar que en mis tiempos usaba estos largos trapos?

Me miro en un enorme espejo que está en el baño y este cuerpo hasta con las ropas más horribles se vería hermosa.

Peino mi hermoso cabello rojo en una larga trenza y salgo del baño.

Al entrar a la habitación el duque está acostado y yo rodeo la cama para acostarme del otro lado.

—¿Vas a dormir aquí?

Pregunta abriendo los ojos y me mira fijamente.

—¿A dónde más dormiría?

Pregunto y sin esperar respuesta me envuelvo en la suave sábana de seda.

Solo escucho un largo suspiro de su parte.

—Pensé que dormirías en el sofá como siempre, pero no eres ella, lo olvidada.

—Oh entiendo... Pero hay algo que me gustaría saber lord Cortés.

—Llámame Víctor, estamos a solas.

—Mmm, de acuesto... Víctor.

Esto último sale muy meloso y me sorprendo de mi misma.

—¿Qué te gustaría saber?

—¿Los vampiros duermen? En la película de crepúsculo Edward no dormía ¿O sí?

Me pregunto lo último en voz baja... No Edward no dormía.

Murmuro para mi misma.

—Los vampiros necesitamos menos horas de sueño que un humano, pero aun así debemos dormir para recuperar energía... Aunque me gustaría saber quién es Edward y que es una película.

—Oh ya veo... Edward un actor... Es decir es alguien que actúa y hace el papel de un personaje de un cuento o novela.

—Entiendo ¿Quieres decir que él interpretaba el papel de un vampiro en tu mundo?

—Exacto.

—Entonces ¿qué es película?

—Como te lo explico... Es... Es como lo que hacen en los teatros... ¿Aquí hay teatros?

—Si.

—De acuerdo, entonces es como los que hacen en los teatros, pero más modernos y los puedes ver desde tu casa.

Victor arruga el ceño confundido.

—¿Desde tu casa?

—Sí, es tecnología avanzada... No lo entenderías... Pero dime ¿También el ajo te hace daño si lo comes?

—No.

—¿No? Pero que engañada vivía... Me imagino que tampoco la luz del sol... Saliste en pleno día y no te quemaste.

—Soy un vampiro puro, a los vampiros convertidos si les molesta la luz del sol, pero no los quema, a menos que se expongan durante horas.

—Oohh, entonces la plata ¿Si los mata?

El vampiro me mira fijamente por varios segundos.

—Sí, la plata nos daña.

Dice en voz baja y luego se gira dándome la espalda.

—Es hora de dormir.

Es lo último que dice y la habitación se sume en un agradable silencio con pequeños sonidos de los animalitos que andan en la oscuridad de la noche.

(...)

En otro lugar:

—Es extraño que tú noviecita no haya respondido tus cartas.

Dice un barón mientras acaricia las piernas de una de las chicas de la taberna.

—Si no lo ha hecho es por qué no ha podido, además escuché que partió hacia la capital con aquel monstruo.

—¿Mando a qué la vigilen?

Pregunta el barón mirando como las chicas mueven sus caderas al son de la música.

—No hace falta.

Responde Harrison mientras una de las chicas besan su cuello.

—¿Seguro que no hace falta?

Harrison mira a su mejor amigo y cómplice con una sonrisa.

—Ella está comiendo de mis manos, así que tranquilo, todo saldrá de acuerdo a lo planeado.

Ambos hombres ríen mientras le dan riendas sueltas a sus pasiones más bajas en dicho lugar.

Agradezco el apoyo que me han dado, de verdad valoro mucho cada voto y cada comentarios, así que aquí les dejo dos capitulos y espero lo disfruten, besos y abrazos desde la distancia ❤️