La Autora Maldita

Cuando el sol comenzó a ocultarse Fenrir entro a mi despacho__Señor__. Dijo__. Los carruajes, las provisiones, las tropas... Todo está dispuesto para el viaje al imperio vecino. Cuando usted ordene, partiremos__.

Me da satisfacción el anuncio de Fenrir. En solo dos días, tiene todo listo para visitar al imperio vecino. La nueva actitud de mi prometida me intriga. Quiero comprobar si es tan interesante como dicen, o solo una niña desesperada por llamar la atención.

__Buen trabajo, general. Si todo está listo, partiremos mañana antes del amanecer__. Fenrir asintió y se retiró para informar a la comitiva que me acompañará que partiremos al imperio vecino al amanecer.

Tras quedarme solo nuevamente, volví a sumergirme en los documentos que aún necesitó revisar, firmar y sellar antes de nuestra partida mañana. Quiero adelantar trabajo para tener tiempo de observar el comportamiento de mi prometida. Humanos, bestias, plantas, cambiaformas... Todos tienen una forma de ser y de actuar propia. Algo no encaja con mi prometida. Su cambio de actitud es demasiado repentino. Sospecho que algo oculta y no voy a parar hasta descubrirlo.

Pasada la medianoche, terminé con los documentos y me fui a mi habitación con intenciones de descansar, ya que dentro de unas horas tengo que iniciar un largo viaje de dos días para llegar a mi destino. Mis intenciones de descansar se esfumaron al sentir que hay alguien en mi habitación. Por el aroma, es una mujer.

Entré a mi habitación, más serio y frío que de costumbre. Sobre la cama, Soraya yace desnuda, iluminada por la tenue luz de unas velas. Supongo que las ha puesto para crear un ambiente romántico, pero solo ha logrado que sienta rechazo hacia ella. Su manera de ofrecerse como un trozo de carne me causa repulsión. Soraya, al verme, se levantó e intentó seducirme con su cuerpo desnudo. Pero sus pasos se detuvieron al escuchar mi voz llamando a los guardias, los cuales llegaron en menos de un minuto a mi habitación.

Con voz fría y autoritaria, ordené.__Guardias, saquen a está mujer de mi habitación! Y después, cuando se vista, asegúrense de que reciba diez latigazos por su intrusión y su intento de seducción vulgar__.

La sorpresa y el miedo se reflejaron en el rostro de Soraya tras mi orden. Su vanidad se vio herida. Acostumbrada a ser el centro de atención por su belleza, y respaldada por la facción de la nobleza que rechaza mi unión con una humana, creyó que su desnudez y sus encantos serían suficientes para doblegarme. ¡Qué equivocada está!, no podré mi compromiso en peligro ni por ella ni por nadie.

__¡Eres un maldito Conan! ¿Cómo te atreves a rechazarme, la doncella más deseada de nuestro imperio, por una humana patética cuya magia ni siquiera ha despertado? Aunque pensándolo bien, ¿será que no te gustan las mujeres, como dicen los rumores? Y elegiste a una humana como esposa por miedo a que descubran tus verdaderos gustos, y la humana solo será tu tapadera?__.

Las palabras venenosas de Soraya me enfurecieron. Sentí la furia hervir en mis venas. Las palabras de Soraya han cruzado la línea de mi paciencia.

__Mi vida y mis preferencias son solo mías__. le respondí con frialdad.

__¡No te atrevas a faltarle el respeto a mi prometida! Ella fue elegida por una razón: es la única capaz de soportar mi poder y mi ser. Será mi esposa, mi emperatriz, mi reina, la madre de mis herederos. Nadie se interpondrá en nuestro camino. Y aunque mi prometida no existiera, tú jamás serás una opción para mí. Tu cuerpo podrá estar intacto, pero tu alma corrompida destruye cualquier rastro de belleza en ti__.

La rabia deformó el rostro de Soraya, haciéndolo aún más repulsivo. Pero no le di la oportunidad de articular palabra. Con desprecio, ordené que la sacaran de mi habitación y que, en lugar de diez, le propinaran veinte latigazos por su osadía de faltarle el respeto a mi prometida y a mí.

Liberado de Soraya, salí de mi habitación con una sensación de repulsión. No pienso volver a pisar la cama porque esa mujer profanó con su desnudez. Mañana antes de irme voy a ordenar una limpieza profunda, cambiar el colchón, las sábanas y cualquier objeto que haya rozado su cuerpo. Quiero borrar hasta el último rastro de su presencia en mi habitación.

Volví a mi despacho para intentar descansar en el sofá, pero el sueño no quiso llegar. Los recuerdos de la infancia, el dolor que mi padre le causó a mi madre con sus infidelidades, maltratos, y el mal manejo del imperio, me atormentan aún. Su intento de suicidio... ¡Estuve a punto de perderla! Por eso le arrebaté el trono. A los 17 años, asumí el cargo de emperador. Era él o el imperio y mi familia. No tuve otra opción. Hice lo que creí mejor para el imperio y para los míos, aunque eso significara acabar con mi padre.

La imagen de mi madre, una mujer dulce y bondadosa, transformada en un ser atormentado por las infidelidades de mi padre, me marcó para siempre. Al subir al trono, una de mis primeras decisiones fue prohibir las concubinas. Mi esposa, quienquiera que fuera, merecía respeto y lealtad. Jamás permitiré que nadie la lastime como mi padre lastimó a mi madre. Él y sus amantes fueron la causa del sufrimiento de mi madre, de su intento de suicidio. ¡No lo olvidaré nunca!.

Mi matrimonio parecía destinado al fracaso. La actitud de mi prometida era desalentadora. Pero su reciente cambio de actitud me da esperanzas. Quiero conocerla. Aunque el amor no sea la base de nuestro matrimonio, aspiro a que nos llevemos bien. Un matrimonio armonioso nos va a beneficiar a ambos.

La hora de partir llegó, pero el sueño no me visitó en toda la noche. Demasiadas preguntas sin respuesta rondan en mi cabeza. ¿Qué me depara el futuro junto a mi prometida? ¿Podré confiar en ella? Antes de salir de viaje, di una orden que sorprendió a todos.

__.Quiero que limpien mi habitación de arriba a abajo__. Dije con voz fría.

__Y cambien todo lo que Soraya haya podido tocar. No quiero que quede ni rastro de su presencia. Su olor me repugna__.