Rendra logró ingresar a la facultad de medicina gracias a una beca. En la universidad, era menospreciado por ser pobre y tener un aspecto simple. A menudo, incluso era víctima de acoso.
Pero detrás de todo eso, Rendra era un verdadero genio. Con apenas 22 años, ya había memorizado la anatomía humana y complejos manuales de cirugía. Lo más sorprendente: sabía aplicar con precisión todo lo que había aprendido.
Por su brillantez, alguien le ofreció un trabajo poco común: ser médico en un burdel. Allí, atendía a trabajadoras sexuales, adictos, personas apuñaladas o baleadas, y mucho más.
Pero todo se complica cuando, por accidente, Rendra cruza su camino con un temido jefe mafioso…
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Capítulo 9
De entre todas las personas, Rendra eligió contactar a un joven del servicio de limpieza llamado Noval. Era un joven hablador que a menudo conversaba con Rendra.
La puerta se abrió de inmediato. Apareció la figura de Noval, sorprendido al saber que Rendra estaba encerrado en el baño.
—¿Qué pasó, Doc? ¿Quién le hizo esto? —preguntó Noval insistentemente.
—Alguien haciendo una broma —respondió Rendra brevemente.
Noval miró hacia arriba. Su atención se centró en la cámara de circuito cerrado. —¿Quiere que revise el circuito cerrado para averiguar quién fue? —ofreció.
—No hace falta. Gracias. Tengo que irme. —Rendra le dio una palmada en el hombro a Noval. Luego, se alejó rápidamente dejándolo.
Rendra terminó su trabajo a las siete de la noche, como de costumbre. Ahora estaba listo para irse a casa. Rendra no olvidó contactar a Edho para que pudiera recogerlo.
Sin embargo, mientras esperaba que lo recogieran, un coche se detuvo lentamente frente a Rendra. La ventanilla del coche se abrió de inmediato. Entonces apareció el rostro de su dueño, que no era otro que Ian.
—¡Oye! ¿Quieres venir? Déjame llevarte a casa —ofreció Ian. A diferencia de lo habitual, se veía muy amable.
Rápidamente, Rendra negó con la cabeza, como respuesta de rechazo.
—Perdona por haberme portado mal contigo todo este tiempo. Pero después de pensarlo, ¿no sería mejor si fuéramos amigos? —dijo Ian.
Antes de que Rendra pudiera responder, sonó su móvil. Recibió una llamada de su madre. Sin rodeos, Rendra contestó la llamada.
—¡Rendra! ¡Esto! ¡Tu casa se está quemando! —exclamó una voz al otro lado del teléfono. Estaba claro para Rendra que no era la voz de su madre.
—¡¿Qué?! —Rendra se sorprendió mucho con la noticia. Al mismo tiempo, Edho llegó para recogerlo. Rendra se subió apresuradamente a la moto de Edho.
—¡Rápido, Edho! ¡Dicen que mi casa se está quemando! —dijo Rendra.
—¡¿Qué?! ¿En serio? ¡De acuerdo! Vamos a toda velocidad —respondió Edho, acelerando la moto de inmediato.
Mientras tanto, Ian había estado observando a Rendra en silencio. En realidad, también había escuchado lo que Rendra dijo por teléfono.
—¿Un incendio? —murmuró Ian. Curioso, decidió seguir a Rendra.
…***…
Desde la distancia, Rendra podía ver una espesa humareda negra proveniente del lugar donde vivía. Ahora, sus sentimientos estaban invadidos por el pánico y la ansiedad. Rendra esperaba que su madre estuviera bien.
Al llegar a su destino, Rendra buscó inmediatamente a Arini. Se sintió aliviado al ver que su madre estaba bien. Arini lloraba desconsoladamente mientras miraba su casa, que lentamente era consumida por las llamas.
Rendra abrazó a su madre. Intentó calmarla.
—Nuestra casa, Ren… Ya no tenemos nada. Perdóname, mamá… Esto es culpa mía… —sollozó Arini.
—¿Qué quieres decir, mamá? No te culpes, mamá. Todo esto es una desgracia. Lo importante es que no te pasó nada —dijo Rendra.
Arini asintió. Volvió a lamentar su tristeza.
La casa de Rendra en ese momento no pudo ser salvada. Ya no había casa, solo tierra arrasada y ceniza negra.
Al ver las dificultades de Rendra, Edho ordenó a sus hombres que fueran a buscarlos. Sugirió que Rendra y Arini se quedaran en el burdel temporalmente.
Al no tener otra opción, Rendra y Arini se vieron obligados a aceptar la oferta. Ahora estaban de camino al burdel. El lugar estaba bastante lejos de la casa de Rendra. Subieron a una camioneta pequeña y se sentaron en la parte trasera con dos de los hombres de Edho.
—Perdóname, Ren. Mamá no pudo salvar nuestros ahorros. Ahora mamá solo tiene el dinero que llevaba en el bolsillo del pantalón… —Arini, que había dejado de llorar, volvió a hacerlo. Todo este tiempo había guardado su dinero debajo del colchón. Tampoco tenía cuenta bancaria.
—Ya está, mamá… Tranquila. Están mis ahorros. Podemos usarlos por ahora —dijo Rendra.
—¿Te refieres al dinero de tu beca? ¡No! Mamá no quiere usarlo —rechazó Arini, dejando de llorar.
Al mismo tiempo, llegaron al burdel. Fue entonces cuando Rendra se sintió verdaderamente ansioso, recordando que las habitantes del burdel eran mujeres.
'¿De verdad no hay problema con que me quede aquí?' pensó Rendra para sus adentros, tragando saliva una vez. Estaba acostumbrado a ir al burdel. ¿Pero vivir allí? Ciertamente no era algo común. Especialmente ahora que Rendra se había convertido en un hombre adulto.
