Burn Notice

León, con el corazón aún acelerado tras ver la figura gigante, sostiene los prismáticos con fuerza mientras camina junto a Liam. La imagen de esa cosa corriendo a una velocidad imposible se repite en su mente, como un eco perturbador. No puede contenerse más.

—León, ¿por qué le dicen "bestia"? —pregunta, la voz temblorosa pero cargada de curiosidad—. ¿Qué son?

Liam, con el rostro serio, ajusta su arma mientras avanzan entre los árboles desnudos.

—No lo sé con certeza —responde, su tono bajo y pensativo—. Circulan historias. Dicen que las bestias son como lobos gigantes, más grandes y feroces que cualquier caminante. Pero son solo rumores, cuentos que la gente cuenta alrededor del fuego. Nunca vi uno, ni los rebeldes, y creo que nadie lo ha hecho de verdad.

Hace una pausa, escudriñando el bosque con ojos alerta.

—Tal vez sea algo que el Capitán inventó para asustarnos.

León frunce el ceño, inquieto, pero asiente. La duda lo carcome.

—¿Y ahora qué? —murmura, mirando hacia el pueblo que se perfila entre la niebla.

Liam lo observa de reojo y cambia de tema con decisión.

—Ahora vamos a lo importante: el Capitán. Si está en ese juicio, es nuestra oportunidad. Los rebeldes planean atacarlo mientras está distraído. Vos decidís si venís con nosotros o te quedas atrás.

León aprieta el cuchillo, el miedo luchando contra su deseo de encontrar a Ana.

—Voy con ustedes —dice finalmente, su voz firme a pesar del temblor.

Los rebeldes avanzan en formación silenciosa, el crujir de las hojas bajo sus pies marcando un ritmo tenso. A cinco minutos de la plaza, la bandera del cuervo —un emblema negro y desgastado con un cuervo de alas abiertas— ondea sobre un poste, un símbolo del dominio del Capitán. León, con el cuchillo en mano, respira agitado, los nervios a flor de piel. La imagen de la bestia aún lo persigue, y su mirada recorre el horizonte, buscando cualquier sombra extraña.

Liam, notando su tensión, pone una mano en su hombro.

—Tranquilo, chico —murmura, con voz firme pero reconfortante—. Déjame contarte algo. No soy de Grayskull. Vengo de una ciudad que estaba después de este pueblo. Era un lugar lleno de vida antes de que todo se derrumbara. Tenía una familia, un taller de mueble... pero bueno, dejemos las historias para otro día. Lo importante es que estamos cerca, y vos tenés que mantener la cabeza fría. Somos más fuertes juntos.

León asiente, respirando hondo. Las palabras de Liam le dan algo de estabilidad. La bandera del cuervo se agranda a medida que se acercan, y el sonido de la multitud en la plaza comienza a resonar en el aire.

A pocos pasos de la plaza, Zoe emerge de entre las filas de rebelde y se coloca junto a León. Su katana brilla a su espalda, y su rostro muestra una mezcla de determinación y calidez.

—Sé que sos joven y que tenés miedo de los caminantes, del Capitán y de esos malditos cuervos —dice, su voz firme pero suave, poniendo una mano en su hombro—. Pero no estás solo. Vamos a por las personas inocentes y tus amigos.

Sus ojos brillan con resolución. León la mira, sintiendo un alivio momentáneo. Zoe suelta una risa ligera.

—Ja, no pasa nada. Te salvé otra vez, ¿viste? —bromea, dándole un leve empujón amistoso.

Los rebeldes a su alrededor sonríen tenuemente, y Liam asiente, aprobando el gesto. La tensión se aligera por un instante, pero el rugido de la multitud en la plaza los trae de vuelta a la realidad. Zoe desenfunda su katana, la hoja reluciendo bajo la luz gris.

—Vamos —dice, y el grupo se prepara para el asalto final.

Unos cien rebeldes, endurecidos por la lucha, avanzan en formación compacta hacia la base del Capitán. Sus pasos resuenan como un tambor de guerra en el suelo polvoriento. La bandera del cuervo se alza imponente en la esquina de la plaza, marcando el corazón del dominio del Capitán. Armas improvisadas —machetes, arcos, tubos de metal— brillan bajo el atardecer gris, y los rostros de los rebeldes reflejan una mezcla de determinación y ansiedad. León camina junto a Zoe y Liam, el cuchillo temblando en su mano, el corazón latiéndole con fuerza mientras la multitud en la iglesia se escucha cada vez más cerca.

Llegan a la barricada de la plaza, una estructura rústica de madera y metal custodiada por varios soldados del Capitán. Estos se tensan al verlos, levantando sus armas. Zoe, sin dudar, desenfunda su katana, la hoja cortando el aire con un silbido.

—¡Ahora! —grita.

Los rebeldes responden con un rugido colectivo. Algunos trepan la barricada, otros la golpean con fuerza, mientras las primeras flechas y golpes comienzan a llover. La batalla por el pueblo estalla, y el destino de Joel, Ana y los demás depende de un hilo.

Mark y Robb llegan al garaje de los cuervos, un lugar sombrío rodeado de filas de autos abandonados, algunos con motores zumbando débilmente, todos marcados con la bandera del cuervo, el símbolo imponente del Capitán. El aire está cargado de humo y tensión. Tres soldados custodian la entrada, sus armas listas, pero distraídos por el caos que se aproxima desde la plaza.

Mark, con la ropa aún manchada de sangre y el martillo en mano, se detiene y mira a Robb.

—¿Estás listo? —pregunta, su voz baja pero firme, los ojos fijos en los guardias.

Robb, cargando el tubo de metal, está perdido en sus pensamientos. El peso de León y Joel lo carcome, y la violencia brutal de su padre en el taller lo ha dejado confundido y asustado. Levanta la vista hacia Mark, las lágrimas brotando sin control.

—¿Qué pasó con mamá? —pregunta, la voz quebrada, buscando respuestas en medio del caos.

Mark se tensa, su rostro endureciéndose en una máscara de furia contenida.

—No se habla de eso —gruñe, el tono cortante como un filo—. ¡Y menos ahora!

Se gira hacia Robb, enojado, y sisea:

—¡Concéntrate!

Aprieta el martillo con fuerza, señalando a los soldados.

—Vamos a por ellos, o no salimos vivos.

Robb asiente a regañadientes, limpiándose las lágrimas. El conflicto interno lo desgarra, pero se prepara para el ataque, el tubo temblando en sus manos.

Nota 8

Nombre: El pueblo de Grayskull

Historia: Era un pueblo que vivía del turismo, la agricultura y la industria. Dicen que era un lugar tranquilo, con gente trabajadora, pero todo cambió el día que llegaron los caminantes. Ahora está bajo el control del Capitán y con sus cuervos.