La historia de una mujer que amó hasta el último día de su vida. Ella se quedó esperando a un amor que le juró que volvería, pero solo Dios sabe si cumpliría su promesa.
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¿Son figuraciones suyas?
Pero hija, ¿qué horas son estas de llegar a casa?, ¿dónde estabas?, le preguntó Carolina, en su rostro se podía ver que estaba muy preocupada.
Mamá, ya tengo 25 años, estaba con mi novio. ¿Por qué me vigilas tanto?
No te vigilo, hijita, es que estaba muy preocupada por ti porque no llegabas.
Pues ya estoy aquí, me voy a mi cuarto.
La casa estaba en silencio porque todos dormían, solamente Carolina no se había dormido porque estaba esperando que llegara su hija.
Al ver que su hija se fue a su cuarto ella hizo lo mismo y se fue al suyo.
Su esposo dormía profundamente y no se percató de nada.
Yo no sé cómo puedes dormir tan tranquilo cuando nuestra hija anda por ahí a estas horas de la noche, dijo, sabiendo que su esposo no la escuchaba.
Al poco rato ella también se quedó dormida.
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Lunes por la mañana...
Mamá ya me voy al trabajo. Hoy tengo una pasarela con unos clientes que vienen de Estados Unidos. Esperamos que todo salga bien para poder abrir una sucursal en ese país.
Ay hija, qué bueno, te felicito eres muy eficiente. Todo saldrá bien. Te deseo mucho éxito.
Marcelo llegó en ese instante. Jimena lo vio por la ventana, iba a salir corriendo, pero Carolina la detuvo en seco. Deja que se baje del coche y toque a la puerta. No eres un perro para que salgas corriendo al primer chiflido.
Jimena obedeció a Carolina muy dócil.
Al poco rato el timbre de la puerta sonó.
Carolina fue a abrir.
Buen día, señora, dijo Marcelo muy educado.
Buen día, hijo, pasa.
Al ver a Jimena, a Marcelo se le dibujó una hermosa sonrisa.
¿Lista, mi amor?
Sí, ya me voy, madre.
Cuídate mucho, hija.
Marcelo y Jimena salieron de la casa abrazados.
Él también iba a la tienda "Fashion", porque los modelos que se iban a entregar salieron de su bodega de lujo.
La pasarela que se iba a realizar era con modelos exclusivos de los mejores diseñadores.
Y Marcelo era el encargado de llevarle dichos modelos. Él era la pieza clave en todo eso.
Así que él estaría presente también.
Cuando llegaron, Linda ya tenía acondicionado el salón para dicha pasarela.
Buen día, Linda. ¿Ya está todo listo para la pasarela?, preguntó tranquila.
Sí, Pascual y yo nos encargamos de todo.
Muy bien, por favor, que haya café y galletas para los clientes.
Eso también ya está listo.
Una sonrisa iluminó el rostro de Jimena, gracias Linda, eres muy eficiente. Aunque a Jimena no le caía para nada bien Linda, tenía que reconocer que era una trabajadora muy buena y lista.
Linda se retiró, pero al pasar cerca de Marcelo le sonrió muy coqueta.
Gesto que pasó desapercibido totalmente para Jimena.
Pero no para Marcelo, que le devolvió la sonrisa.
No que Marcelo fuera mujeriego y coqueto, simplemente fue un saludo inocente para él. No le vio nada de malo corresponder al saludo de una de las trabajadoras de Jimena.
Poco después, los clientes empezaron a llegar uno a uno.
Linda los recibía muy amable y los iba acomodando en sus respectivas sillas que ya estaban destinadas.
Ella era la encargada de supervisar que todo marchara bien.
Ella y Pascual, por supuesto.
Marcelo aún no conocía a Pascual, ese día ella los presentó.
Ay, estás más guapo de lo que mi amiga me había dicho, siento mucha envidia.
Marcelo no pudo evitar sonreír. Gracias, no esperaba un cumplido de otro hombre, dijo sonrojándose un poco.
Nombre, no te preocupes, lo que se ve no se juzga.
Los tres rieron de buena gana.
¿No tendrás un gemelo?, dijo Pascual ya más entrado en confianza.
Basta, Pascual, ya mero empieza la pasarela, Jimena dijo suave, pero firme.
Perdón, con permiso.
Me cayó bien tu amigo, dijo Marcelo, él no estaba acostumbrado a que un hombre le dijera piropos.
Es muy eficiente y muy buena persona, aunque a veces se pasa.
No tiene importancia.
Linda tocó a la puerta del despacho.
Ya están todos los clientes, las chicas ya están listas también.
Gracias, Linda, enseguida vamos.
Buen, día, con ustedes la gerente general, la encargada de que todo marche bien.
Los clientes invitados aplaudieron.
Jimena se hizo presente, vestía un atuendo de pantalón rosa y saco del mismo color. La blusa color marrón contrastaba en color. Los zapatos de tacón alto la hacían ver más esbelta y delgada.
Toda ella era una gran belleza. Marcelo no le quitaba la vista de encima. La amaba demasiado.
Ella habló segura y decidida.
Mostrando todos los modelos que las chicas lucían. Modelos exclusivos como todos los que se vendían en "Fashion".
Los clientes, satisfechos con lo que acababan de ver, apuntaban los números de los modelos que más les había gustado.
Ese día iba a haber grandes ganancias y un bono especial para Linda y Pascual.
Todos quedaron conformes, varias horas después, Marcelo los invitó a comer. Por compromiso invitó a Linda y Pascual, aunque hubiera querido estar a solas con Jimena.
Pascual logró zafarse, en realidad deseaba estar a solas consigo mismo.
Pero Linda si aceptó, y ahí iban los tres. Jimena no soltaba del brazo a Marcelo, como dando a entender que era su novio.
Linda sonreía para sus adentros. "Te sientes muy segura, ¿verdad?".
Linda, cuando algo le gustaba no descansaba hasta lograr apoderarse de eso. Y en este caso Marcelo la atraía enormemente.
"Si de verdad estaba tan segura de él, entonces, ¿por qué actuaba como si desconfiara de ella?", pensó Linda, sonriendo.
¿Por qué sonríes?, le preguntó Jimena.
Por nada, este día fue de mucho éxito. Espero que así sigan.
Marcelo no hablaba, no le gustaba meterse en conversaciones ajenas.
Eso espero yo también, dijo Jimena.
Llegaron a un restaurante muy fino.
Un mesero les dio el menú.
Cada quien escogió su platillo y rato después el mesero llegó con la orden de cada uno.
La comida transcurrió amena, pero Jimena no estaba a gusto porque veía como Linda le coqueteaba descaradamente a su novio, ¿o acaso eran figuraciones suyas?