Gracias A Mi Lobo

Mami ¿qué ocurre?- la voz de Leo me hace voltear la cabeza a las escaleras, donde está parado con su pijama de dinosaurio y su peluche de dragón bajo el brazo. Me mira como si supiera lo que acaba de pasar.

Nada, los tíos vinieron a ver si ya me había despertado para llevarlos al jardín, temía quedarme dormida luego de todo el turno de ayer- le dije sonriendo mientras lo levantaba en brazos y lo llevaba de nuevo a su alcoba.

Lyra se despertó justo cuando ayudaba a Leo a terminar su baño, mientras él se cambiaba la bañe a ella y luego baje con los dos a preparar el desayuno, deje que ellos comieran tranquilos mientras yo me duchaba, los recuerdos de las horas previas aún seguían frescos en mí mente, ese par de ojos rojos, esa voz gruesa y sonriente, sabía muy dentro mío que ese no era Orión, era su lobo, pero que lindo fue sentirse nuevamente amada por él. En estos años, jamás había podido dejar de amarlo, razón por la que mis prioridades eran mis hijos y mi trabajo, nunca me sentía en confianza de rehacer mi vida, siempre sentí que terminaría siendo engañada nuevamente, pero estar nuevamente en sus brazos, abrió la caja de Pandora qué muy en el fondo de mi corazón había guardado.

Deje que el agua caliente se llevara consigo las lágrimas que derramaba, ese hombre al que había amado con el alma, si bien me habia dado a mis pequeños, también me había roto el corazón por completo. La incertidumbre de no saber para donde disparar me estaba agobiando, la chiquilla de 18 años que correría a sus brazos ya no existía, ahora había una mujer adulta cuya única misión era velar por el bienestar de sus hijos, hijos a los que él había despreciado.

Baje en silencio las escaleras, aún tenía los ojos un poco hinchados de llorar, pero podría adjudicarlo a que se me había metido shampoo o quizás un poco de perfume en los ojos.

¿Le avisaste al tío Nico y al tío Theo que tienen que ir mañana al jardín?- escuche que Lyra le preguntaba a su hermano.

Ayer le dije a la tía Luna que les avisara, el día de padres e hijos siempre es una pérdida de tiempo- le contestaba el de manera triste.

¿Se burlarán de nosotros de nuevo?- la voz de mi pequeña era entre cortada, de seguro se aguantaba las lágrimas.

No lo harán, o mamá terminará por dejarlos a todos en el área de pediatría- mis pequeños sufrían por la decisión que yo había tomado hace años y para evitar que me doliera, preferían no decirme.

Bien, ¿quién quiere un pedazo de pastel de manzana?- era su favorito y esperaba que al menos les hiciera olvidar el mal rato, pude ver sus miradas de sorpresa al verme ingresar en la cocina.

Mami, sabes que amamos tu pastel, así que la respuesta es los dos- dijo Leo terminando su leche.

Una vez que terminamos, nos fuimos caminando al jardín qué quedaba a 6 cuadras de nuestra casa, íbamos concentrados cantando las últimas canciones que les habían enseñado, ya el año que viene ingresarían en la primaria y después irían a Panther a terminar sus estudios de magia.

Lo más importante del jardín, era que los ayudaba a controlar sus explosiones de magia, lo cual en niños pequeños podía ser peligroso, ya que normalmente se desataban por las emociones fuertes. En el caso de Leo, su primera explosión fue a los 3 años, cuando un niño lo empujó de una hamaca y se raspó su rodilla, aún recuerdo cuando me llamaron porque un gran dragón estaba haciendo destrozos en el jardín y él pedía por mí, en cuanto a Lyra aún no había tenido ninguna explosión lo cual según su pediatra no era raro, porque aunque sean mellizos, eran diferentes y quizás en ella se presentaría más tarde.

Les puse en sus pequeñas mochilas los paquetes de galletas y los jugos qué siempre llevaban, si bien ahí les daban el almuerzo y la merienda, también era lindo verlos disfrutar de un tentempié juntos en el patio.

Los vendré a buscar a la salida, mamá los ama, recuérdenlo siempre- les dije besando sus cachetes.

Adiós mama- me dijo Lyra sonriendo, mientras que Leo tenía una expresión más triste en su rostro.

¿Qué ocurre cariño?- le pregunte antes de soltarle la mano.

No es nada mami- me dijo besándome la mejilla e ingresando bajo mi atenta mirada.

Me quedé parada en la entrada del lugar un buen rato hasta que sentí vibrar mi celular.

"Te espero en mi oficina, debemos hablar" Theo

Un escalofrío recorrió mi cuerpo, Theo había sido el abogado que me había ayudado con el contrato mágico cuando estaba embarazada y sabía perfectamente que el que Orión estuviese en el hospital era quizás el motivo de esta charla. Tome el suficiente aire como para armarme de valor y dirigirme hasta allí, sin saber con la sorpresa que me encontraría.

Buenos días, tengo cita con Theo- le dije a la recepcionista del bufete de abogados donde él trabajaba.

El señor la está esperando, piso tres puerta cuatro- me dijo señalándome el ascensor, yo sabía perfectamente donde trabajaba, había venido tres veces a lo largo de estos años.

Subí en el ascensor mientras evitaba qué los pensamientos negativos llenarán mi mente, "de seguro quiere hablar por el día de mañana en el jardín, no creo que sea nada malo. Claro esperó que sea eso y que no tenga nada que ver con Black" el sonido de las puertas abriéndose me saco de mis cavilaciones y mientras más avanzaba por el pasillo, más pequeña me sentía.

Adelante- se oyó del otro lado cuando golpee suavemente la puerta.

Buenos días ¿Querías verme?- le dije casi con miedo, ingrese en el lugar y me senté en la silla frente a él.

Hola Ana, lamento haberte mandado ese mensaje así, pero tenemos una situación que discutir- su voz tensa me hizo quedarme como una estatua en mi asiento -como sabes Black, por idiota, firmo un contrato mágico para deshacerse de las obligaciones parentales de tus hijos, pero está exigiendo que ese contrato sea dado de baja para poder reconocerlos y que ellos hereden los títulos nobles que él posee. No quiero mentirte, me aviso esta mañana luego de despertarse cuáles eran sus intenciones, solamente vela por el futuro de los niños, no pretende ni lastimarte ni lastimarlos, pero sabe que ellos son sus únicos herederos y es en el bien de ellos que hace esto- tome varias bocanadas de aire para poder evitar derrumbarme, sentía que todo el oxígeno de mi cuerpo se había ido y me ahogaba, por Merlín me estaba ahogando.

Theo- dije sintiendo como los ojos me picaban estaba a punto de llorar y el maldito aire seguía sin ingresar en mi cuerpo. Debe haberse dado cuenta de que algo iba mal, muy mal, porque de un salto se levantó y vino a mi lado, pero fue algo tarde, sentí como la oscuridad me envolvía y mi cuerpo se caía de la silla.