Malas Decisiones.!

Traté de cubrirme, pero él retiró mis manos de inmediato, mirando mis senos con una intensidad que parecía de deseo.

Miré a mi alrededor para asegurarme de que no hubiera nadie más, pero el lugar estaba oscuro y solo estaba iluminado por las luces de la ciudad.

Me miró como si esperara que yo tomara la iniciativa, pero comenzó a desabrochar su camisa, revelando su pecho ante mis ojos.

No había tenido la experiencia de estar con un hombre antes. Había escuchado algunas cosas, aunque nada específico, y no sentía miedo, pero sí un poco de vergüenza por su mirada.

Con sus manos, dejó caer mi vestido al piso mientras me acariciaba lentamente y besaba mis hombros.

Todo se me borró de la mente, solo podía pensar en ese instante y en las sensaciones que cada toque me provocaba.

Llegamos a la habitación; miré la cama, que era realmente grande, con sábanas grises, y disfruté de la hermosa vista de la ciudad.

Se acercó por detrás y comenzó a besar mi cuello; yo solo llevaba puesta la pequeña pantaleta que me había comprado Sonia.

De inmediato, me giró y me pidió que me sentara en la cama mientras desabrochaba su pantalón.

Yo evitaba mirarlo y bajé la mirada, pero la curiosidad me pudo y terminé mirando.

Y, ¡vaya!, nunca antes había visto algo así; realmente era grande y grueso. No sabía lo que iba a suceder, y eso me dio un poco de miedo por unos instantes.

Él me miró con una sonrisa traviesa mientras abría un sobre con los dientes.

Intenté no seguir mirando, pero su imagen ya estaba en mi mente.

Sentí que se acercaba y subía a la cama; mi corazón latía con fuerza.

Se colocó encima de mí y comenzó a besar mi vientre, un espasmo recorrió mi cuerpo y me hizo jadear.

Cuando el hombre llegó a mi sexualidad, mi cuerpo estaba cediendo, así que cerré los ojos.

En ese momento, sentí su lengua recorrer mi intimidad.

¡Eres tan suave! - comentó con mucho deseo, mirando que no tenía nada de bello.

Un espasmo recorrió mi cuerpo y se sentía tan bien que, jadeando, lo miré. Sus ojos estaban puestos en mí.

Cuando se acercó a mí de nuevo, pude sentir aquella cosa grande que vi.

Sentí que quería entrar en mí; abrí los ojos de par en par.

—¿Qué pasa? Jamás habías estado con un hombre como yo —dijo el hombre, sintiendo que estaba muy cerrada.

Moví la cabeza, deseaba expresarle que nunca había estado con nadie, pero no lo hice; simplemente lo miré y me quedé paralizada.

Está bien, solo relájate. Entraré despacio y sentirás lo mismo que siempre una vez que esté dentro, me dijo el hombre mientras tomaba algo con su mano y lo colocaba en mí.

Sentí un intenso ardor y dolor mientras eso sucedía.

Mis manos estaban sobre su espalda, y dado el dolor, creo que terminé rasguñándolo un poco.

Apreté mis dientes para aguantar el malestar y, cuando finalmente estuvo dentro, solté un ligero grito.

Ahhh mmmm... ¡eres tan deliciosa que pareces virgen!, me dijo con la voz entrecortada, mirándome.

Lo miré y creo que se me escaparon un par de lágrimas.

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