Sangre Rubí

Media hora después, estábamos sentados en una heladería abierta hasta tarde. Nada más surreal que pasar de un bar exclusivo lleno de luces y música a un local con luces blancas frías y una máquina de helado que zumbaba como un insecto gigante.

Clara eligió fresa. Yo pedí chocolate amargo con limon ,porque, obviamente. " Es mi preferido y único para mi paladar "

Kael, en cambio, no probó nada. Estaba demasiado ocupado mirándome como si acabara de ver a un fantasma.

—¿Quieres dejar de mirarme como si fuera un paciente terminal? —le solté, dándole una cucharada exagerada a mi helado.

—No entiendes lo que pasó en ese bar, Ev —respondió, con voz baja.

Clara se fue al baño en ese momento tenso, solo suspiré se venia la versión 2.0 de mi padre.

—Claro que entiendo —me encogí de hombros—. El mujeriego me olió, me miró un segundo y volvió a hundirse en su harén. Fin de la historia.

Kael apretó la mandíbula.

—No. No es el fin. Un vampiro puro no mira así a nadie si no es…

—Oh, por favor —lo interrumpí, levantando la mano—. No empieces con las profecías del destino y los vínculos eternos. Lo vi rodeado de mujeres, Kael. ¿Qué clase de “pareja destinada” hace eso?

Él me sostuvo la mirada, serio.

—Uno que está en negación. Uno que todavía no acepta lo que acaba de encontrar. Y créeme, Evelyn… los vampiros puros no son como los lobos con sus parejas. Son peores.

Solté una carcajada amarga, casi atragantándome con el helado.

—Peores, dice. ¿Cómo, qué, me va a encadenar con joyas en vez de cadenas de hierro? Y si son casi iguales aunque depende como sea..

Kael no sonrió. Ni una mueca.

— Evelyn.. Deja de hablar. Y no estoy bromeando. Si él te olió… ya no va a dejarte escapar. No importa cuántas mujeres tenga a su alrededor.

Yo solo undi la cucharita en el vaso, observando cómo el chocolate se derretía.

—Pues que lo intente —susurré, con una rabia que me sabía a veneno en la lengua—. No pienso dejar que me obliguen a nada.

Pero en el fondo, por primera vez en años, un escalofrío me recorrió la columna.

Y sabía que Kael tenía razón.

••

Cuando llegamos, Kael dejo a Clara en mi habitación. Ella ni se enteró, apenas murmuró un “gracias” medio dormida antes de caer rendida.

Yo bajé las escaleras con paso firme, y como si lo hubiera sabido, mi padre ya me esperaba en el salón. Mis hermanos se agruparon detrás de mí, sombras protectoras, pero esa noche hasta sus presencias parecían insuficientes.

Richard no habló de inmediato. Solo me miró. Esa mirada que había cargado batallas, pérdidas y demasiadas verdades amargas.

—Lo viste —dijo por fin. No era una pregunta.

Yo crucé los brazos, con el sarcasmo listo en la lengua, pero no salió nada. Así que solo asentí.

—Y él te vio a ti —añadió. Su voz era grave, casi rota.

Kael intervino, apoyándose en el respaldo de un sillón.

—No solo eso. La olió.

Richard cerró los ojos un segundo, como si esas palabras fueran un golpe físico. Cuando los abrió, había una dureza helada en ellos.

—Entonces estamos en problemas.

Me reí sin ganas.

—¿Problemas? Papá, lo vi rodeado de mujeres como un idiota en un trono de carne. Si ese es mi “destino”, creo que puedo dormir tranquila.

—No entiendes — Su voz más baja pero con filo—. Un vampiro puro no es como un lobo. Ellos no reclaman con suavidad ni con ternura. Reclaman con obsesión. Con hambre. Y cuando encuentran a su pareja… ya no la sueltan jamás.

El aire en la sala se volvió más pesado. Mis hermanos intercambiaron miradas, tensos.

—Si él ya te reconoció, Evelyn —continuó—no va a dejarte en paz. Puede fingir, puede distraerse con otras… pero ese vínculo lo va a enloquecer. Y cuando eso pase, vendrá por ti.

Yo apreté los dientes. " Pario la abuela.. ¿ Qué estaré pagando Maldita sea?"

—Entonces que venga, sabes que mi poder de Bruja es más fuerte. Y no puedo dejar de nos haga nada

Richard negó con la cabeza, y por primera vez en años vi algo en su mirada que casi nunca mostraba: miedo.

—No entiendes, hija. Con un vampiro puro… no se trata de si puedes escapar. Se trata de cuánto costará que intentes hacerlo. Nosotros no dejaremos que te haga daño. – miro a sus hijos – Averigüen quien es, y si es posible.. Sobre el Clan, si pertenece ahí nos buscarán .

El silencio nos envolvió a todos. Y por primera vez, el eco de esa mirada del Putizorro ardió en mi pecho como una cadena invisible.

Mis hermanos no dudaron y cada uno estaba con su teléfono en mano, mi padre suspiró fuerte llamando a alguien y yo quedé ahí como perro en cancha de bocha, mirándolos.

– Mañana, debes estar alerta. No puedes enfrentarte a el, y si se te acerca no dudes en atacar con tu magia. Y ven con nosotros

Richard ya estaba frente a mi con un apretón en mi hombro, solo asenti pero su mirada notaba un terror lleno de preocupación y miedo.

– Ve a dormir Hija, mañana tienes exámenes.

Subí en un suspiro, con una molestia en mi interior, ¿Porque tenía que terminar con mi paz por un idiota ofrecido?.

– Maldita sea -

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