Irina mata a su esposo, tras enterarse que tiene secuestrada a la hija de su jefe para violarla y golpearla.
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Agotador
El viento sacudía las hojas de los árboles, y el cielo en lo alto se veía tan perfecto y bello con las estrellas que iluminaban la noche. Sin embargo, mis ojos no podían apreciar tal belleza, ya que la tristeza y la confusión de mis emociones me hacían ver más allá de lo hermoso que era la naturaleza.
André permanecía sentado a mi lado en el jardín, intentando procesar cada palabra que sus oídos habían escuchado de mi boca.
—Tal vez no tenga la oportunidad de hablar una vez más con vos, ¿puedo hacerte una pregunta?— dijo André, rompiendo la barrera del silencio.
—Puedes preguntarme lo que quieras.
—¿Por qué estabas triste ese día cuando nos encontramos en el ascensor?
—Porque extrañaba a mi esposo.
—¿Por qué lo mataste?
—Por qué me fue infiel.
—¿Cómo lo mataste?
—Los detalles no creo que te importen, André. Esta conversación termina aquí, no se te ocurra hablar con alguien de esta conversación; te revele mis secretos más privados. Si hablas, te mueres. ¿Sabes que tengo poder, verdad?—le dije con una voz muy seria y aterradora.
Mi madre me llamó, para decirme que la cena estaba servida. Me puse de pie, y acompañada de André nos dirigimos al comedor. Actúe como si nada hubiese pasado.
André estaba sentado frente a mí, de rato en rato me miraba, queriendo descubrir quien era en realidad. En algunos momentos me veía como alguien dulce y normal, pero en otros sabía que en la profundidad de mis ojos había algo que escondía. Estaba confundido; las veces que me vio al lado de Axel, siempre tenía la mirada triste y perdida, pero ahora había algo de brillo en mis ojos.
En una ocasión, mi madre me dijo si alguien te lastima, perdónale, pero nunca olvides lo que te hizo. Es agotador pensar en ello, no puedo perdonarle a mi esposo en lo que ha logrado convertirme. No podía sacarme de la cabeza todas las cosas que quería hacerle.
Cuando terminó la cena, me despedí de mis padres. Quedaron contentos porque la noche resultó como ellos lo esperaban. Estaba por subir a mi auto cuando, de pronto André, extendió la mano para ayudarme. Clavó su mirada en la mía; era hermoso, pero no quería hacerle daño. Él buscaba que yo lo amara, pero yo ya no sabía qué era el amor. Sus padres y mis padres vieron el show de actuación que estábamos dando, se veían todos complacidos con lo que estaban presenciando.
No podía dejarme llevar por mis malos impulsos, así que simplemente tomé su mano. Sentí una chispa eléctrica de atracción, era lo que quería evitar. Incluso después de haberle contado parte de mi verdad, mi piel aún deseaba sentir la calidez de su piel. Al final, me tocó despedirme de él.
André se fue con muchas dudas de saber quién era yo en realidad. Cuando llegó a su casa, al mismo edificio donde nos conocimos, y donde aún vivíamos, ni bien entro, se dirigió a abrir la pantalla de su computadora y puso "Irina Duran" en el buscador. Un sinfin de fotos mías salió, junto con artículos que hablaban de la gran empresaria que era. Hablaban de muchas otras cosas más, pero ninguna mencionaba que yo estuviera casada. Jamás André se imaginó que yo fuera una mujer tan conocida en las sociedades de alto nivel, reconocida por manejar muchas empresas en el país y en el mundo. Mi perfil bajo de la esposa de Axel, una simple secretaria, y ahora mano derecha de Matías, había terminado.
¿Quién eres realmente, Irina?, se preguntó André, ¿realmente sos una criminal como dices, o simplemente inventaste un cuento para asustarme?. Muchas incógnitas sin respuesta.
Al día siguiente, mi secretaria me llamó muy temprano para decirme que Aidan me esperaría en su oficina para empezar con el proyecto. Elegir mi ropa me costó un poco más de lo acostumbrado. Ya me había visto desnuda, ¿qué más podría ofrecerle? Después de revolver el placar me puse el traje blanco que mi madre me regaló para mi cumpleaños.
Agarre una bandeja y puse en ella un vaso de jugo y algo de pan. Abrí la puerta de donde estaba Axel.
—Irina, si vas a matarme, ¿por qué no lo haces de una buena vez? — dijo mi esposo cuando le saqué el trapo de la boca.
—¿Qué te parece mi traje? ¿Verdad que ahora mis curvas resaltaban mucho?. Nunca dejaste que me ponga este traje, mi madre creyó que era muy feo, que por eso nunca me lo puse. Pero ahora que deje de ser tuya, puedo ponerme lo que me gusta—le dije, tirando el jugo en su boca.
—En cualquier momento van a notar que desaparecí y van a buscarme. Irina, suéltame y te prometo que todo esto vamos a olvidar— apenas dijo con la boca sucia.
—Acabaste con mi mundo Axel. Lo siento, pero no vas a salir. Decidí volver a mi vida y para eso tienes que dejar de respirar.
—Irina, nunca te ame, ¿sabes por qué? Porque siempre fuiste una maldita loca. Lo único bueno que tenías era tu cuerpo y cuando estés con otro hombre; vas a extrañar mis caricias, vas a extrañar como te cogía, nadie va a quererte, ¿me escuchaste?
—Quizás nadie me quiera, pero siempre habrá quien me coja más rico que vos. En unos días serás comida para el perro así que tienes tiempo para reflexionar un poco— le dije antes de salir de ese infierno.
Cuando llegué al edificio de la oficina de Aidan, un hombre de traje negro me esperaba en la entrada. Se presentó y le seguí el paso. Abrió una inmensa puerta de cristal y Aidan estaba ahí esperándome con un traje elegante de color gris. Para ser franca, quería saber qué ocultaba detrás de ese traje. Ahora que lo veía con detenida atención, era un hombre atractivo con una sonrisa no muy peculiar. Siempre me tocó trabajar con señores mayores, pero esta vez, no sé si el destino estaba siendo generoso conmigo o qué pasaba con mis astros.
—¡Bienvenida a mi imperio!— me dijo extendiendo su mano para saludarme.
—Gracias por tu gran recibimiento— le contesté en un tono irónico tomando su mano.
—No tienes que ser aguafiestas— me contestó para ver si sonreía un poco.
Pero mi actitud siguia igual.
—¿Antes de empezar con el trabajo, podemos tener una conversación fuera de lo laboral?— le pregunté para no tener contradicciones en el futuro.
—Claro, dime, de que quieres hablar.
Me puse cómoda en el sillón, y él se sentó a mi lado.
—Quiero hablar de esa mañana— le dije mirando sus ojos.
—Está bien. Hablemos de esa linda mañana—respondió algo emocionado.
—¿Por qué permitiste que una extraña entre a tu territorio para tocarte eh insinuarse?
—Es una fantasía que todo hombre tiene. Que un hermoso ángel caiga de la nada y sin preguntar nada despierte miles de sensaciones. ¿Y vos, por qué apareciste ahí?
—Realmente te confundí. Me dejé llevar por los deseos, no vi tu rostro, simplemente quise que fueras alguien más.
—Irina, me gustaría que se repita, pero si así vos lo deseas. Aquella mañana quede alucinado con tu presencia. Pensaba mucho en vos, no sabía como buscarte, porque no sabía tu nombre, nadie quería darme alguna información.
—Ahora sabes quien soy en realidad, por eso mismo fue difícil que alguien te dé información sobre mí. Siéndote sincera no quiero repetir lo que paso esa mañana.
—¿Por qué?
—Sos un hombre atractivo, pero lo mejor será no involucrar pasión con trabajo.
—Sé que sos muy profesional, y estoy seguro que sabrás como manejar la situación. ¿Sos celosa?
—Soy celosa de lo que es mío, pero no de lo que no me pertenece.
—Entonces es hora de trabajar.
—OK, te traje las propuestas, puedes revisarlo y si hay algo con que no estés de acuerdo, lo revisamos—le dije extendiéndole las carpetas en sus manos.
Él las tomó con mucho cuidado, rozando sus manos con las mías y luego las sujeto. Me estaba provocando, pero no debía de caer en sus redes de encanto.
Ojeaba las carpetas, con la vista concentrada en su trabajo. De rato en rato levantaba la vista para verme, y yo también lo miraba. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan cómoda y segura con un hombre.
Era obvio que le atraía, por la forma como me veía. Pero todo lo que veía era solo un reflejó, no veía más adentro, no sabía de mi historia y de lo que era capaz.
Mi belleza externa no se comparaba con la de mi interior, pero nadie lo entendería.
Una mujer hermosa interrumpió nuestra concentración. —Aidan,mi amor, hace rato que te vengo llamando y no me contestas—dijo parándose frente a él.
—¿Mandy, por qué vienes así a interrumpir mi trabajo?— le contestó enojado parándose frente a ella.
—¿Por está zorra me estás cambiando?—dijo dirigiéndose a mi.
—¡Cuida tus palabras, no querrás saber lo que esta zorra hace a la hora cobrar cuentas!...— le contesté a la mujer.
La mujer me miró con odio—No te tengo miedo— dijo sonriendo.
—Nos vemos mañana Aidan, así no podemos trabajar— tomé mis cosas y salí de esa oficina.