Sharon es una mujer de 24 años, profesional, trabaja en un asilo y le duele ver el abandono de los abuelos. Un día va a una cita para una citologia y resulta embarazada después de un mes, el padre es un mafioso y ella lo enfrenta sin saber quien era.
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LA CITA
Sharon era una mujer decidida, vivía su vida a su gusto, pero así mismo estaba pendiente de su salud, el martes tenia cita para realizarse una citologia, era muy cuidadosa en ese sentido, hasta para tener relaciones, nunca lo hacía si el hombre no tenía protección. Ella tenía claro que la citologia era una prueba fundamental para la salud de las mujeres, ya que por medio de ese examen se detectan la presencia de células dañinas en el cuello del útero, al igual que infecciones causadas por bacterias, hongos o virus.
Cuando llegó a la clínica se acercó a confirmar su cita, se sentó a esperar el llamado, miró un anuncio y se levantó para leer porque se dio cuenta que se trataba sobre las citologia, era un mensaje para recordar el porque realizarse la citologia, el mensaje decía.
"Hay enfermedades silenciosas que, de no detectarse a tiempo, pueden causar grandes problemas a la salud de la mujer y que, en la vida actual, son tan fáciles y frecuentes, que no hacerlos es por descuido, desinformación, negligencia o un falso miedo a los resultados o al examen mismo, hazte la citologia, no tengas miedo".
Ella sabia lo importante que era realizarse examen de rutina, para ella lo más importante era la salud, ella volvió a sentarse y en ese momento escuchó el llamado, pero escuchó dos voces y se quedo dudando pero se levanto, llegó al cubículo tres y el doctor le dijo que se cambiará, ella fue y lo hizo como acostumbraba, cuando salió el médico le dijo que se acostara con las piernas abiertas y así lo hizo.
Lo que no sabía era que estaba en el lugar equivocado en el puesto de otra mujer, mientras la otra ocupaba su lugar. El doctor hizo su trabajo y le dijo que ya sabía las recomendaciones, ella le dijo que sabía perfectamente como era el proceso, pero sabía era el proceso para los resultados de la citologia. En otro lado a la mujer le habían realizado la citologia, la confusión surgió porque los médicos hablaron casi al tiempo, las mujeres tenían casi los mismos nombres, Sharon y Shanon, Sharon tenía que ingresar al consultorio 13 y Shanon al 3.
Uno una gran confusión por parte de las pacientes, pero el error más grande lo habían cometido los médicos, estaban en la obligación de corroborar el nombre con las pacientes para así poder realizar los procedimientos, pero no fue así.
Sharon salió de la clínica con un poco de duda, no sinto el raspado que siempre había sentido al realizarse la citologia, pero pensó que el procedimiento había cambiado, la otra mujer no le habia dado importancia a nada.
Shanon había llegado por un procedimiento que estaba pactado con un hombre, un hombre muy temido en la ciudad, pero nada era culpa de ella. A las nueve de la mañana Sharon llegó al asilo, alli se encontró con una escena desgarradora, habian dejado abandonada a una abuelita de 89 años, Sharon vio como lloraba la mujer y decia que sus hijos no la querían, ella la abrazó y lloraba con ella, entre llanto y suave le decía que su nuera le había dicho que la iba a llevar a un lugar donde iba a hacer muchas amistades.
A Sharon le dolia escuchar a la mujer, le partía el alma ver como esas personas que estaban en ese lugar iban a pasar sus últimos días de vida solos, haciéndose compañía unos con otros, la abulita se soltó de los brazos de Sharon y se acostó en el piso en forma fetal como si se tratara de un bebé recién nacido, los demás abuelos también lloraban, tenían mucho en común, compartían un dormitorio, alimentos en la misma mesa, y... habían sido abandonados por sus familiares en las calle, en un hospital o a las puertas del asilo.
Ella ayudo a la abuelita a levantarse, le dio un abrazo y le dijo.
SHARON: Tranquila, ellos no saben de lo que se pierden contigo, hay personas que darían lo que fuera por tener a sus padres junto a ellos, los hijos disfrutar de sus abuelos; pero aquí si te vamos a querer entre todos, aquí encontrarás una familia.
La abuelita la abrazó y le agradeció, pero sentía un gran vacío, no era lo que había querido, pero era lo que le había tocado. En el asilo había abuelos con sus mentes lúcidas, la abuela recién llegada era una de ellos, otros estaban en sillas de ruedas, otros sufrían de Alzheimer, pero la gran mayoría habían aprendido a vivir con la soledad y el abandono de su familia.
Sharon comenzó a organizar a los adultos mayores para hacer dinámicas para aliviar un poco el ambiente, ella era la que los mantenía animados, después de bailes y dinámicas les daba charlas motivacionales.
Ella salió de su trabajo despidiéndose de todos como siempre, cuando llegó a su casa llamó a sus padres y le contó de la abuelita abandonada, le preguntó a sus padres si no se podía adoptar abuelitos como hacían con los niños, los padres rieron con tristeza negando la pregunta; ella sabía que no lo iban a hacer, muchos los abandonaban porque sentían que era una carga, personas ajenas a la familia no se iban a hacer a esas responsabilidades.
A ella la situación de los abuelitos no la dejaba tranquila, después que terminó de hablar con sus padres la vecina tocó a su puerta, cuando le abrió, la mujer emocionada le dijo que ya en la iglesia había donaciones que la iban a llevar junto al sacerdote al asilo al día siguiente; Sharon de la emoción abrazó a la mujer y le agradeció por la colaboración, le dijo que le avisara de la hora santa para asistir y darle gracias a Dios por los ángeles que había puesto en su camino para ayudar a los abuelitos del asilo.
A Sharon también se le ocurrió decirle a la mujer si podía decirle al sacerdote para hacer una misa en el asilo una vez en la semana, la mujer le dijo que lo iba a hablar con el sacerdote.