La seducción femenina es un arte que he dominado con gracia y precisión. Mi nombre es Ela West, y soy una mujer que inspira deseo y envidia en igual medida. Mi belleza es mi arma más poderosa, y la uso con sabiduría.
Mi vida estaba siendo perfecta, hasta el momento en que el socio de mi padre decide jubilarse y dejar en su lugar a su hijo mayor, quien me hizo la vida imposible siendo una niña, ahora es mi momento de hacerle la vida imposible a él.
Pero no esperaba que mis sentimientos por él volvieran a arder con tanta intensidad. Pensé que había logrado apagar las llamas de la pasión y el amor, pero parece que solo estaban dormidas, esperando el momento adecuado para renacer de las cenizas.
La memoria de nuestros momentos juntos comenzó a regresar, y con ella, el dolor y la nostalgia. La llama del amor que creí extinguida volvió a encenderse, y ahora me encuentro en una encrucijada. ¿Podremos estar juntos esta vez?
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Una Guerra
Con disimulo presté total atención a la conversación de las recepcionistas.
—Llego desde muy temprano y es…—
La chica por poco se tuerce al doblarse mientras se mordía los labios.
—Es la perfección hecha en carne y hueso, en mi vida había visto un hombre tan guapo como él, su porte, su altura, sus músculos, sus ojos. ¡Son igual a los de su padre!, y tiene una sonrisa que te deja muerta de inmediato, es una cosita bien hecha, me enamoré, que me perdone mi Dios y mi marido, pero es que ese hombre es el que toda nosotras soñamos y deseamos—, soltó un suspiro de ensueño mientras la otra chica soltaba una risita.
—Ese es el tipo de hombre que jamás, se fijaría en alguien como nosotras—
—lo sé, pero soñar no cuesta nada—
—¡Buenos días, señoritas!—, quedaron rectas y borraron la sonrisa en cuanto me escucharon. —No quiero hacer una entrometida, pero ustedes se encuentran en horas laborales por si se les ha olvidado, cuando salgan de la empresa o estén en su respectivo descanso pueden hablar de las cosas horrorosas que sus ojos han visto como lo más hermoso de este mundo. Mientras tanto sigan trabajando, el teléfono está sonando desde hace unos minutos y ninguna de las dos se ha espabilado—
—Señorita West...—
—¡El teléfono!—, le indiqué y la chica se apresuró a levantar la bocina, —¿vienen a trabajar o a chismear?—
—A trabajar, señorita West—
—¿Y qué están esperando para cumplir sus deberes?—.
—Los conejos se transformaron en brujas, que cosas, ¿no?—, ¡Maldición! Esa voz, esa ironía, y esa burla son inconfundible. —¿Siempre eres así con los pobres chicas? te recuerdo que tienen el derecho de hablar, ¿o acaso en esta empresa hay provisiones?, hasta donde tengo entendido, ni mi padre, ni Alejandro son chapados a la antigua, no me digas que tú sí—
Todo mi interior ardió por dentro, hace años no escuchaba a ese idiota hablar, y he de confesar que sigo sintiendo esa misma molestia en el estómago, no soporto ni siquiera el olor de su perfume.
Di media vuelta y lo encaré encontrándome como un hombre más maduro y atractivo, esa mirada juguetona y penetrante más esa sonrisa tan descarada y sensual revolvió todas mis tripas.
Ellas tienen razón es un hombre que acapara la atención a donde quiera que vaya porque simplemente es perfecto,, pero si en realidad lo conocieran entenderían que su apariencia física es mera fachada.
Lo miré de arriba a abajo, notando cómo su sonrisa se hacía más maliciosa.
Ellas tienen razón, es un hombre que acapara la atención a donde quiera que vayas porque simplemente es perfecto.
Pero si en realidad lo conocieran, entenderían que su apariencia física es mera fachada.
—Ellas pueden hacer lo que les venga en gana, pero en horas laborales tienen el deber de cumplir con sus responsabilidades. Hablar de lo que no eres y no tienes, dejando de lado su trabajo, no hace parte de sus labores—
Dante sonrió, aparentemente disfrutando del intercambio. —Noto algo de envidia y celos en tu comentario —
Solté una carcajada que resonó en todo el recibidor.
—¿De ti? Por favor—dije, arqueando una ceja y dando un paso hacia él. —Si a esto viniste a la compañía, será mejor que te devuelvas por donde viniste, porque yo no voy a tolerar que fomentes el desorden y pases por encima de las reglas como si no existieran. Acaban de cometer una falta, al no estar en su lugar de trabajo y no responder las llamadas entrantes—
Mi tono era claro y firme, dejando claro que no estaba dispuesta a tolerar ningún tipo de indisciplina en el trabajo.
Camino hacia mí, su rostro estaba demasiado cerca del mío, y podía sentir su aliento cálido en mi piel.
—Ya entiendo por dónde va el agua al molino, quieres que me vaya para quedarte con la presidencia, ¿no es así?—
Su mirada era intensa y parecía disfrutar del desafío. —Déjame informarte que aquí me quedaré, asi que no tienes más opción que morderte esa lengua viperina que tienes, guardar las dagas llenas de veneno en lo más profundo de ti, y aceptar que necesitas de mí para poder cumplir las expectativas de nuestros padres. Así cantes misa, no me iré de la compañía solo porque no puedes con mi presencia, si no te aguantas y no estás de acuerdo con la decisión de mi padre, ¿por qué no te vas tú?—
—Puedo con tu estúpida y maloliente presencia, cretino. No te creas tan importante, Dante. He trabajado arduamente por cinco años y no voy a permitir que un recién llegado que no sabe absolutamente nada arruine todo mi esfuerzo y las metas que me he propuesto alcanzar—
Mi tono era claro y directo, sin rodeos ni ambigüedades. —No te cruces en mi camino y no te involucres de más. No voy a dejar que mi trabajo y mi dedicación se vean afectados por alguien que no tiene idea de lo que está haciendo—
Mi mirada se mantuvo fija en la suya, sin pestañear, mientras esperaba su respuesta. Estaba lista para defender mi posición y mis logros en la compañía, y no iba a dejar que nadie, especialmente Dante, me lo impidiera.
—¿O qué?. Quiero saber lo que la princesita grosera, prepotente, orgullosa y testaruda es capaz de hacerme si me cruzo en su camino—. Dante sonrió malicioso, y su mirada me hizo sentir incómoda. —Siempre has sido una lengua larga, no cambias ¿no?—
—No me provoques porque si la última vez fue una tierna caricia en la mejilla, el golpe más bajito te los daré en los huevos, ¡idiota!—
Pero entonces, algo extraño sucedió. Una sonrisa burlona apareció en los labios de Dante, y por un momento, me pareció ver algo más. Algo que me hizo recordar un beso que nunca pasó. Un beso que me había costado mucho borrar de mi memoria.
Me sentí confundida y furiosa al mismo tiempo. ¿Qué demonios me pasaba? ¿Por qué estaba pensando en eso? ¿En ese beso que nunca pasó? Intenté sacudir la cabeza y enfocarme en el presente, pero la imagen de Dante y yo besándonos seguía ahí, ardiendo en mi interior como una llama que no podía apagar.
—¿Todavía recuerdas lo que pasó la última vez?—se burló, acercándose tanto a mí que su aliento chocó contra mi rostro.
Mi respuesta salió sin pensar. —Cómo olvidarlo si tuve el gusto y la satisfacción de pisotear el maldito ego que traías por las nubes—, dije y nuestras miradas se encontraron en una fijeza abrumadora.
La tensión entre nosotros era palpable, y sentí que el tiempo se había detenido. La atención seguía estando presente en medio de nosotros, como si estuviéramos en la universidad y los años no hubieran pasado. Seguimos siendo los mismos, aunque lucimos un poco más maduros que hace varios años.
En ese momento, sentí que la historia se repetía, y que la química entre nosotros seguía siendo la misma. La pregunta era, ¿qué iba a pasar esta vez? ¿Iba a ser diferente? ¿Iba a poder controlar mis emociones y no dejar que el pasado se repitiera? La incertidumbre me consumía, y solo el tiempo diría qué iba a suceder...
