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Carrera Contra La Mafia

Carrera Contra La Mafia

Status: En proceso
Genre:Traiciones y engaños / Atracción entre enemigos / Polos opuestos enfrentados / Triángulo amoroso
Popularitas:662
Nilai: 5
nombre de autor: Edgar Romero

El sueño de Marcela Smith es convertirse en campeona de Fórmula Uno, sin embargo deberá lidiar contra una mafia de apuestas ilegales, sin escrúpulos, capaz de asesinar con tal de consumar sus pérfidos planes de obtener dinero fácil y que no querrán verla convertida en la mejor del mundo. Marcela enfrentará todo tipo de riesgos y será perseguida por los sicarios vinculados a esa mafia para evitar que cristalice sus ilusiones de ser la reina de las pistas. Paralelamente, Marcela enfrentará los celos de los otros pilotos, sobre todo del astro mundial Jeremy Brown quien intentará evitar que ella le gane y demuestra que es mejor que él, desatándose toda suerte de enfrentamientos dentro y fuera de los autódromos. Marcela no solo rivalizará con mafias y pilotos celosos de su pericia, sino lidiará hasta con su propio novio, que se opone a que ella se convierta en piloto. Y además se suscitará un peculiar triángulo amoroso en el que Marcela no sabrá a quién elegir par a compartir su corazón. Mucho amor, romance, acción, aventura, riesgo, peligros, misterios, crímenes sin resolver, mafias y desventuras se suman en ésta novela fácil de leer que atrapará al lector de principio a fin. ¿Logrará Marcela cumplir su sueño?

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Capítulo 18

  -No quiero que esa mujer compita, todas las miradas de la prensa estarán con ella-, dio un gran bufido Jeremy Brown, hundido en el sofá de la oficina de Jerry Irons, enojado y malhumorado, renegando sin contenerse.

  -La idea de Bill es imantar a los auspiciadores, es una estrategia publicitaria, esa mujer no podrá ganarle a nadie, no te preocupes-, sonrió Irons. Cerraba varias apuestas por varios millones de dólares con apostadores clandestinos. -Bauer ganará en la fórmula Tres en el gran Premio de Estocolmo-, aseguraba a los que apostaban ingentes sumas de dinero.

  -¿Bauer? Pero si es el peor piloto de la Fórmula Tres-, se sorprendió Brown.

   -Je je je, por eso pagará seis millones de dólares a los que acierten, entre ellos yo, pues, mi estimado Jeremy. Lo que pasa es que tú no tiendes de negocios por eso le tienes tirria a esa mujer. Ella es tan solo un conejillo de indias, Bill lo sabe, yo también, correrá dos o tres grandes premios y de allí desaparecerá del mapa y nadie nunca más escuchará de esa chica-, le dijo riéndose Irons. Le sirvió además un trago de coñac a Brown.

   -¿Por qué no contrató a otro piloto? Hay muy buenos valores en la Fórmula Dos-, seguía renegando, sin embargo, Brown.

   -Ya te dije, es solo una estrategia publicitaria de Bill, ese tío no es tonto, por algo su escudería es la mejor del mundo-, continuaba Irons tecleando apuestas en su móvil, recibiendo sucesivos y constantes mensajes de sus contactos.

   -Yo lo hice el mejor del mundo a  Bill, sus triunfos me los debe a mí-, dijo Brown, fastidiado. Irons arrugó la nariz. -No, yo te hice campeón, Jeremy, si no fuera por mí estarías hoy compitiendo en ciclismo-, lo miró desafiante.

   -Solo sacaste a unos cuantos competidores del camino, yo he sido quien ha ganado las carreras-,  subrayó encorajinado Brown.

   -Yo te he hecho ganar todas las carreras, Brown, mi equipo saboteó los bólidos de tus rivales, pincharon los neumáticos,  mezclaron agua en los combustibles, le dieron somníferos a los pilotos, no lo olvides-, se sulfuró Irons.

   Brown se indignó, pateó la mesita de centro de la oficina de Irons y se fue dando un gran portazo.

   Irons volvió a reír. -Mediocre-, refunfuñó y siguió copiando las apuestas que enviaba, de inmediato, a las casas electrónicas, registrando los pagos de los apostadores. -Bauer va a ganar-, se repetía alborozado.

*****

  Cumplí mi promesa no dije nada a nadie, ni siquiera a mi padre ni a mi enamorado y "El Fisgón" hizo el anuncio a toda plana: "Mujer correrá en la Fórmula Uno" decía a seis columnas con mi fotografía que Dobias había tomado con su móvil. Yo no sabía nada. Fui temprano a comprar el pan para el desayuno y de repente vi el diario colgado en el puesto de venta de periódicos. Quedé boquiabierta y pasmada, con los ojos desorbitados y mi corazón bombeando de prisa. No podía creerlo. Me acerqué para ver el encabezado y cerciorarme si efectivamente era yo la que estaba en la primera página, y en verdad, era mi imagen, sonriendo, haciendo brillar mis ojos, parada junto al bólido, desafiante con mi casco en la mano, igual a una consumada piloto. ¡¡¡Compré cincuenta diarios!!! y fui corriendo a la casa. Mi padre recién se había duchado y mi madre me preguntó por el pan. ¡¡¡Lo había olvidado por la emoción!!!

   -¡¡¡Miren, miren, miren!!!-, repetía yo brincando como una conejita, eufórica, frenética, lanzando mis pelos al aire, sin poder contener mi algarabía.

   Mis padres miraron el diario tan o más estupefactos que yo. -¿Correarás en Fórmula Uno?-, quedó pasmado papá abanicando sus ojos, eclipsado. Mi mamá empalideció y se quedó sin palabras. Me miraba estupefacta, turbada y pasmada a la vez.

   -¡¡¡Seré la piloto oficial de la escudería Rayo Azul el próximo año!!!.-, grité presa de la histeria, arranchándome mis pelos sumida en el alborozo total.

   Mi padre e felicitó, me abrazó y lloró de emoción, estrechándome entre sus grandes brazos. -Es la mejor noticia de mi vida-, me dijo incluso, dando rienda suelta a su llanto. Mamá en cambio seguía congelada, con la quijada descolgada, mirándome absorta, sin atinar hacer nada de nada.

   Tuve que salir corriendo para comprar el pan que había olvidado y los vecinos me pasaron la voz, me felicitaron, también, rieron y vivaron mi nombre. ¡¡¡Ya era una celebridad en el barrio!!!

   Compré aceitunas y tamales, además, para celebrar la ocasión. Yo misma preparé el café con leche y puse los panes en una canasta porque papá y mamá no salían de su asombro. Sentados junto a  la mesa, les conté todo, lo del retiro de Jimmy Henry y que Bill había decidido que yo sea la acompañante de Brown en la escudería. -Correré con el campeón mundial-, dije muy emocionada, mordiendo los panes muy crujientes que me dieron en la panadería.

1
Mary Mejía
que tan ruin es ese tal Irons del que tiene que cuidarse Marcela y la escuderia rayo azul
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