La historia de una mujer que amó hasta el último día de su vida. Ella se quedó esperando a un amor que le juró que volvería, pero solo Dios sabe si cumpliría su promesa.
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Marcelo, el novio
Los primeros días, Linda se comportó a la altura de las circunstancias; Jimena, al ver su actitud la volvió a acomodar en su trabajo de siempre, o sea de supervisora.
Espero que hayas aprendido la lección, estamos aquí para trabajar y crecer como seres humanos y como empresa, somos un equipo y, por lo tanto, debemos respetarnos.
Sí, tienes razón me porté muy mal, pero te pido una disculpa.
Disculpa aceptada, y ahora sigue con tu trabajo, por favor.
Al parecer, todo había cambiado para bien.
Linda ya no daba lata y se portaba muy bien con todos los clientes, era un dulce. Tal vez exageraba un poco, pero eso a Jimena la tenía contenta.
Linda estaba tan ocupada supervisando todo el material que llegaba y los vestidos, etc., que no había visto a Marcelo.
Ese día llegó por Jimena porque ya habían quedado.
Al verlo, Linda quedó impactada con él.
¡Wow!, ¿pero este muñeco de dónde salió?
Buenas tardes, ¿en qué le puedo servir?, se acercó Linda muy solícita.
Gracias, solamente estoy esperando a mi novia.
En eso, Jimena salió, le echó una mirada a Linda en señal de aclaración y le dio un beso a Marcelo en la boca. Hola, mi amor, ya estoy lista, vámonos.
Con permiso, señorita, y gracias, dijo Marcelo volteando a ver a linda.
Cuando estuvieron afuera... ¿De qué le das las gracias a esta mujer?
Es que se acercó a mí muy amable preguntándome que se me ofrecía, es todo.
Está bien, ¿a dónde vamos a ir hoy?
¿Qué te parece si vamos a un bar a bailar?, al cabo mañana es sábado y no trabajas.
Me encanta la idea.
Pues no se hable más, te llevaré a un bar exclusivo.
Rato después...
Jimena y Marcelo disfrutaban de unas ricas micheladas.
Vamos a bailar, le dijo Marcelo a Jimena tomándola de la mano y levantándola de su silla.
Ella aceptó encantada.
Ambos se movían al compás de la música.
Marcelo la guiaba por todo el salón como todo un experto.
La estancia en ese bar fue magnífica, Marcelo era un gran anfitrión. Jimena disfrutó como nunca de esos momentos con Marcelo.
¿Te diviertes, amor?, preguntó Marcelo acercándose mucho a ella.
Como nunca, respondió ella dándole un beso en la boca.
Él le correspondió. Vamos a un lugar más tranquilo, amor, ¿quieres?
Mejor llévame a mi casa, le dijo ella.
¿A qué le temes? ¿Acaso no confías en mí?
Claro que sí, amor, pero aún no estoy preparada para algo así. Yo... soy virgen, dijo Jimena, apenada.
No te preocupes, seré delicado, te lo prometo.
No, llévame a mi casa, volvió a decir ella.
Está bien, no te enojes.
Marcelo la dejó en su casa y él se regresó al bar.
Las chicas se arremolinaron alrededor de él.
Esta noche solo quiero a una; tú, Sonia.
La aludida lo llevó de la mano al privado que había en ese bar.
Ahí dieron rienda suelta a la pasión. Marcelo pensó en Jimena y le hizo el sexo como nunca a la chica que tenía en sus brazos.
Uy, parece que andas hambriento, ¿acaso la chica con la que andas no te da?
No te metas en lo que no te importa. Solo haz tu trabajo.
En cuanto pasó la calentura Marcelo pidió un taxi.
.
.
Jimena se levantó a las 12 pm, le dolía la cabeza. Carolina entró a su cuarto, llevaba un vaso con agua y una aspirina.
Qué bárbara hija, se te pasaron las copas ayer, llegaste hasta atrás de borracha.
Lo siento, mamá. Estaba con mi novio.
Ah, sí, dijiste que lo traerías. ¿Cuándo lo vamos a conocer?
No sé, mamá. Tengo que preguntarle a él.
Está bien, hija, no te presionaré, tráelo cuando tú quieras.
Gracias mamá, ¿dónde está toda la familia?
Tus hermanos se fueron con tu padre a jugar fútbol, y tu abuelita se fue al club de las señoras mayores.
Y tú, ¿por qué no fuiste?
Tu abuelita quiso ir sola, yo nada más la fui a dejar. Más tarde iré por ella. Además, me tocó lavar la ropa.
¿Hoy no saldrás, hija?
No, mamá, me duele mucho la cabeza, creo que dormiré hasta tarde.
Como quieras, estaré en la lavandería, dijo Carolina y salió cerrando la puerta tras de sí.
Jimena se tomó la aspirina y se volvió a dormir.
Horas más tarde, una llamada la despertó de los brazos de Morfeo.
Hola, lindura, ¿sigues dormida?
Mi amor, me despertaste.
Al rato paso por ti para ir a una quinta.
¿Y qué tenemos que hacer en una quinta, por Dios?
¿Cómo que qué?, pues nadar y disfrutar de la vida.
No me siento bien, prefiero seguir durmiendo. No molestes, por favor.
Claro que no, mejor te levantas, ahorita mismo paso por ti.
Muy a su pesar Jimena se levantó y se dio una ducha.
Se puso ropa cómoda para ir a la quinta.
Se maquilló de forma muy natural, casi a tiempo porque Marcelo ya estaba tocando a la puerta de su casa.
Carolina abrió la puerta.
Buenas tardes, señora, vengo por Jimena.
Buenas tardes, tú eres...
Marcelo, el novio de Jimena.
Y yo soy Carolina, su madre. Gusto en conocerte, Marcelo.
El gusto es mío, señora, es usted tan hermosa como su hija.
Gracias, eres un muchacho muy guapo y amable.
En eso, Jimena salió de su cuarto lista para irse a la quinta.
Hola, amor, veo que ya conociste a mi mamá.
Sí, nos hemos presentado. ¿Nos vamos, amor?
Ya me voy, madre, al rato regreso.
Carolina vio con agrado a Marcelo, era justo el tipo de hombre que quería para su hija, guapo, atractivo y, al parecer, tenía dinero.
La quinta era muy hermosa, la piscina era muy grande. Los amigos de Marcelo ya lo estaban esperando.
Ándale Marcelo, pensé que no venías.
¿Cómo están?, ella es Jimena, mi novia.
Mucho gusto, Jimena, tu novio nos dijo que eras muy hermosa, pero se quedó corto. Él nos ha hablado tanto de ti que moríamos por conocerte.
No le hagas caso es muy exagerado, dijo Marcelo tratando de no parecer muy importante.
Es la pura verdad, dijo Agustín, uno de los amigos.
Bueno, hay que ponernos los trajes de baño para meternos a la alberca.
Todos corrieron dentro de la quinta a buscar sus trajes de baño.
Al poco rato todos estaban en la alberca incluida Jimena.
Jimena se olvidó del dolor de cabeza y disfrutó con su novio, A ella le gustaba mucho nadar.
Había varias chicas que se ocuparon de preparar una carnita asada.
Tiempo después, todos comían tranquilamente, fue una convivencia estupenda.
Marcelo llevó a Jimena a su casa, eran las 11:30 de la noche.