Alpha

''Debemos llevarle una flores a nuestra niña, eso le va a encantar'' - propuso Gunther.

''Estoy de acuerdo, ¿crees que los lirios del claro le gustarán? - indagó pensativo.

''Estoy completamente seguro''. - afirmó.

Se transformó, volviendo a su forma humana, recolectó un buen manojo y las ató con con una liana pequeña que encontró en el prado. Volvió a convertirse y agarró el ramo con el hocico, para luego correr por el inmenso bosque, llegó a un árbol donde dejó ropa para poder colocarse en caso de ir hacia Lune de Sang. Se transformó y colocó la camisa campera de color gris, con el pantalón de drill beige, calzó sus zapatos, unas montañeras; lo cierto es que se veía muy sexy con ese atuendo. Llegó a la entrada de la manada, donde le dieron entrada, bajo la atenta mirada de Leonard que cada vez que lo veía, moría de rabia.

Llegó a la mansión y solicitó hablar con Selene, la ama de llaves le indicó que la chica estaba plantando algunas flores con su madre y hermanas mayores. Al llegar al porche, la vio sonreída bromeando.



- ¡Buenos dias! - saludó con su voz gruesa, provocando que todas las féminas allí reunidas volcaran su atención hacia él.

Las 4 mujeres admiraron a la obra de arte frente a ellas, por estar embobadas con la bendición de la menor de los Dumont-Holter, no se percataron de que sus machos las estaban mirando como perro mirando gato.

, ¡Buenos días, señor Meier! - contestó Selene bateando las pestañas.

Hombre y lobo dieron un suspiro.

- Bien, vamos chicas, nuestros amados nos están esperando, son tan atentos que dejaron su importante reunión por nosotras. - habla Rebecca con diversión y un dejo de sarcasmo.

Madre e hijas se van al encuentro con Antoine, Beneditte e Immanuel, los cuales tenían apariencia intimidante, lo bueno es que nuestro apuesto suizo ni se inmutaba ante sus auras.

- Luce usted mucho más hermosa esta mañana.

- Muchas gracias, usted también luce...

''Rico, delicioso, comestible'' - pensaba la muy pervertida, sin siquiera sospechar de que su destinado podía oir sus pensamientos.

- apuesto.

- He traído estos lirios, pues he visto que le gustan las flores, y las flores del bosque tienen un aroma muy agradable.

''No como el tuyo, mi preciosa joya''. - suspiró Gunther.

- Gracias, es muy amable. - sonrió con alegría. - Le invito a dar un paseo conmigo al invernadero.

Selene envolvió el brazo de Ben, con su delicada mano. Caminaron por el extenso jardín a través de un camino empedrado, al final de este se encontraba un hermoso invernadero repleto de diversas flores.

- Este lugar es como tú. - esta vez la tuteó.

Y por primera vez en muchos días que llevaban conociéndose, hubo un ligero sonrojo en las mejillas de la humana, cosa que le agradó mucho. Se acercó al punto de quedar a escasos centímetros uno del otro, la observó a detalle, mirando las cuantas pecas regadas por su perfecto rostro, su vista se detuvo en los labios carnosos de la mujer amada, porque eso era, ya la amaba más allá del vínculo, ha visto cómo es con los demás, siempre respetuosa y hospitalaria sin menoscabar a nadie. Ella, aunque humana, lleva en sus venas sangre real y eso ya le da cierto estatus, empero, a ella eso parece no importarle. Definitivamente Antoine y Rebecca, hicieron una excelente labor como padres.

- Me he estado conteniendo todos estos días, así que pido perdón por lo que voy a hacer, pero comprenderás que es una gran necesidad. - le dijo, encajando sus manos, una en la estrecha cintura y otra en la nuca, tomando con demanda su cabello, la acercó más, reclinándose para llegar a su altura y entonces, probó esa boca que tanto anhelaba probar, el delicioso aroma del limonero lo inundó y su cerebro maquinó diferentes escenarios donde la protagonista era solo ella. Comprendió que quizás aquella omega fuera su destinada, pero al final el destino y la diosa, le tenían a su más grande amor. Notó que el beso de la chica era algo torpe, lo que le indicaba que jamás había sido besada, cosa que le hinchaba el pecho de satisfacción y orgullo.

Infortunadamente el oxígeno les faltó, así que tuvieron que separarse aunque solo fue un poco, deslizó la mano que tenía entre la nuca y el cabello de la chica, para colocarla en la mejilla.

- Sabes mucho mejor de lo que me había imaginado, quiero hacerte mía, pero le prometí a tu padre que esperaría hasta la próxima luna llena, por suerte es en 1 semana y media. - le dijo en voz baja y sensual.

Ella solo asintió, también esperaba con ansias la llegada de la luna llena para hacerse una con su bien amado lobo.