Atrapada En El Callejón

Samara se sentó frente a Byron y él le contó que más tarde irían a visitar a su madre, pero que para eso debían viajar a Rusia, le sorprendió bastante el repentino viaje, pero aceptó sin mucho problema. Sin embargo, le dijo que antes quería ir a ver a Dante un rato y despedirse, sin mucho que decir, él le dijo que la esperaba a las 17.00 hs para hacer el viaje de tres horas y llegar a cenar con su familia.

 Así, Samara fue hasta la casa de Dante, quien sorprendido le preguntó todo lo que había pasado con Byron, contándole que era su amigo desde hace tiempo.

—¿Vas a viajar de la nada hasta Rusia?, conozco a Byron y sé que no pasará nada, pero aun así ¿Estás segura? Sigue siendo un desconocido para ti.

—Ya no tengo a donde ir aquí en Italia, no importa demasiado, por lo menos conoceré Rusia, no te preocupes Dante, volveré y pasearemos juntos, de todas formas puedes llamarme si me extrañas demasiado amigo. —Samara salió y ambos se despidieron con un abrazo mientras Byron estaba esperando en el auto.

—¿Cómo es tu madre? ¿Será difícil lidiar con ella?

—No lo creo, el único difícil es mi hermano, pero ya le expliqué la situación, es el único que sabe del contrato. No va a ser un problema, no tienes de que preocuparte.

—No me preocupa, ¿Cómo se llama?

—Mi madre se llama Analía.

—Analía, mi madre se llamaba igual. —contesta ella mientras mira por la ventana

—¿Falleció?

—No, está viva hasta donde sé.

—¿Cómo es tu familia? ¿No visitarás a tus padres?

—No, no los considero mi familia y ellos tampoco me consideran como tal. Es una relación complicada.

—Lo siento, no quise incomodar.

—No importa, es algo que ya tengo aceptado hace tiempo, no me afecta. ¿Y tu familia? ¿Cómo es?

—No puedo quejarme de ellos, mis padres siempre fueron buenos conmigo, y me llevo bien con Alexander, no tengo nada malo para decir.

—Qué bueno, estoy emocionada.

—¿Por qué? No es la gran cosa —contestó desinteresado

—Nunca fui a Rusia, intento ver el lado positivo de las cosas, después de todo.

—Llegamos, nos vamos directamente, podemos comprar cosas allá.

—No tardaría demasiado ir a buscar algunas cosas.

—Ya estamos aquí, vamos. —Cuando bajaron del auto, fueron hasta uno de los hangares, pero ahí había un avión privado. Ella sonrió al ver esto y miró emocionada a Byron.

—¿Cómo estás querida? Hoy vas a conocer a mi esposa, estoy seguro de que te va a amar. Vámonos ya, quiero ver a mi querida esposa.

—Estoy muy feliz de poder conocer a la señora Analía.

El viaje fue tranquilo, Samara se durmió un rato y Byron estuvo tratando de sacar información de la empresa a su padre y hermano. Llegaron cuando ya era de noche y él la despertó para ir a su casa, todo para ella era impresionante, las calles iluminadas y la nieve de invierno, mientras ella admiraba la vista, Byron la veía con curiosidad, en su mente tenía un sentimiento de interés hacia su historia de vida ¿Por qué se llevaba mal con sus padres? ¿Cómo conoció a Dante? ¿Cómo terminó en ese callejón? Todas esas dudas lamentablemente aún no serían respondidas, tenía que ganar la confianza de la mujer para que le dijera, aunque en realidad ya envió a que la investigaran, pero todavía no había nada, cuando vuelva a Italia descubriría

—Bienvenidos, hace tiempo que no los veía hijos. —Dice una señora muy elegante, una vez que entran a la mansión, Samara estaba impresionada, ese lugar era como un castillo en el que temía perderse. —Tú debes ser Samara ¿Cómo estás? —Dice la mujer con un tono amoroso y la abraza —Por fin mi hijo está con una mujer de forma definitiva

—Estoy muy feliz de conocerla señora ¿Cómo ha estado?

—Muy bien hija, ven conmigo, quiero mostrarte algo

—Madre, no creo que sea el momento, ya vamos a cenar.

—Quiero hablar con Samara y eso haré. Vamos —Analía extendió su mano y tomó la de Samara para llevarla a su habitación, allí le ofreció un té y ambas se quedaron charlando de varias cosas, entre ellas salió el tema del trabajo y Samara le contó que tenía una empresa que había podido construir con años de trabajo duro.

—¿Y te tomaste unas vacaciones? Me parece muy bueno que puedas descansar, quizá estabas muy ocupada y por eso el estrés

—Lamentablemente perdí mi empresa

—¿Cómo? ¿Cuál era su nombre? —dice con curiosidad.

—Mondlicht —contesta ella con algo de tristeza en sus palabras, le dolía hablar de eso, era muy reciente todavía.

—Luz de luna, así que esa era tu empresa. La conozco, estaba creciendo cada vez más, mis hijos iban a invertir en ella ¿Cómo perdiste una empresa tan exitosa?

—La empresa sigue en funcionamiento, señora, simplemente ya no tengo nada que ver

—¿Pero tú no eras dueña del 90%?

—Sí, lo era, pero un hombre me engañó y perdí todo lo que tenía.

—Señora, es hora de bajar, las están esperando para cenar.

—Será mejor que bajemos, luego le puedo contar que es lo que pasó, señora.

—Dime Analía, o suegra, por favor.

 Ambas bajaron al comedor y Byron las veía con intriga, quería saber que es lo que habían hablado. Era un hombre que siempre quería tener todo bajo su control y si no lo tenía, cosa que nunca antes había pasado, todo saldría mal según él. La cena fue pacífica y Samara casi no habló desde que le había contado lo de su empresa a Analía, estaba algo arrepentida de haber confesado eso, pero algo en ella le transmitía esa confianza para contar sus problemas, luego de cenar, los padres de Byron ofrecieron tomar un café y charlar un rato en familia, pero él se negó diciendo que estaban cansados y que Samara no estaba acostumbrada a los viajes por lo que se fueron a la habitación.

—Aquí está el contrato, ya hice los cambios que querías, puedes verlo y luego firmas —dijo él dándole una carpeta con varias hojas que establecían las condiciones de su relación, ella leyó detenidamente todo y luego de un rato firmó. Ya estaba hecho, ahora ya no podría alejarse de Byron por un buen tiempo, pero no le preocupaba, no se le limitaba nada, sería prácticamente seguir con su vida normal.

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