Irina mata a su esposo, tras enterarse que tiene secuestrada a la hija de su jefe para violarla y golpearla.
NovelToon tiene autorización de Lilian Ortega para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Destino
Entré a mi casa algo agotada después de haber contado una triste historia a mi psicóloga. Eran las once de la noche cuando decidí abrir la puerta de donde tenía encerrado a mi esposo.
Lo amarré en una cama después de haber liberado a Martina. Aún no estaba segura de matarlo o hacerlo sufrir; sus manos, durante años, habían maltratado mi cuerpo y mi mente convirtiéndome en alguien vacía. Cada que veía su rostro asqueroso me recordaba lo nauseabundo que era compartir la misma cama.
En este mundo existen personas con miles de problemas, luchando con su propia ignorancia queriéndose llevar el mundo por delante. Barriendo a los débiles para imponer poder, perdiendo su humanidad para arrazar con su dominio.
Una niebla espesa se estaba transformando en algo poderoso en mi cabeza. Ya no estaba consciente de lo que quería hacer. El hombre que tenía frente a mí había acabado con mis ganas de vivir; no tenía sueños ni aspiraciones. Estaba tan acostumbrada a los golpes y ponerme maquillaje para tapar mis moretones que ahora tenía más tiempo y no sabía qué hacer con él.
—¡Ahora eres solo mío!— le dije tocándole entre sus piernas con un palo.
—¿Qué has dicho, maldita loca?— gritó sacudiendo su cuerpo para liberarse.
—Grita más fuerte hijo de puta. Cerré muy bien las puertas, nadie va a escucharte.
—Irina, ya fue suficiente. Suéltame y te prometo que olvidaremos todo esto.
—¿Crees que voy a poder olvidar toda la mierda que hiciste?.Vos y la puta de tu madre ya me cansaron.
—Irina, mi amor.
—Yo dejé de ser tu amor desde el día que me pusiste una mano en el cuerpo y no para acariciarme, sino para lastimarme. Te aguanté por mucho tiempo, pero ahora las cosas van a cambiar.
—Te juro que cuando salga de esta te voy a romper el orto maldita loca.
—¿En qué momento comenzaste a odiarme tanto, Axel? Que lo único que has hecho fue lastimarme.
—Te quise Irina y lo sabes muy bien, pero todo cambio cuando dejaste de verme cómo tu esposo, para verme como un monstruo.
—¿Sabes por qué comencé a verte así? Porque te vi hacer cosas que nunca debí permitir. Te odio Axel más de lo que me estás odiando y no saldrás de aquí. — le dije golpeado con toda mi fuerza su cuerpo con el palo. Descargue toda mi furia y todo lo que había contenido hasta ese momento.
Me cansé de golpearlo, cuando mi cuerpo sintió que no podía más dejé de hacerlo. Axel tenía el cuerpo lastimado. No estaba feliz con lo que estaba haciendo, pero al menos sabía que ninguna chica más sufriría por culpa de este enfermo. Cerré muy bien la puerta antes de salir y dejarlo ahí.
Al día siguiente me fui a trabajar como de costumbre. Me encontraba frente al gran ventanal de mi oficina, intentando ver las cosas bellas que había o que pasaban en la ciudad. Quería saber si existía amor por las calles, o si solo abundaba una existencia irreal.
Matías, el jefe de la empresa, me volvió su mano derecha después de que le dije que Axel se había escapado con una de sus amantes para no volver más.
—Me gustaría saber, ¿qué piensas?— me preguntó la voz de un hombre, interrumpiendo mi concentración.
Giré lentamente para saber quien había logrado suspender cada pensamiento de mi mente. Frente a mi, un hombre alto y hermoso, con ojos azules muy intensos y un buen traje costoso, me miraba.
—¿Qué haces aquí?— le pregunté.
Clavó su mirada en la mía, sin dejar de mirarme ni por un instante. Frunció el ceño y se mordió el labio, intentando recordar dónde me había visto, porque estaba seguro de que ya nos habíamos conocido.
—¡Vos y yo ya nos conocemos!. ¿No lo recuerdas?— al fin contestó, dando unos pasos para estar frente a mí y tocarme el mentón.
Quite su mano de mi rostro con brusquedad— No me vuelvas a tocar— le dije con una voz de enfado.
—¿No entendiendo por qué te pones así?. Si vos fuiste quien me toco primero.
—¿Qué estás diciendo?
— ¿No lo recuerdas?. Me llamaste André esa mañana.
Mentalmente, volví unos días atrás, moviendo la cabeza de un lado a otro para recordar algo. De repente el recuerdo me golpeó tan fuerte, como una ola, su rostro hermoso por fin se dibujaba entre mis recuerdos, era el extraño a quien por equivocación me había entregado aquella mañana.
—Por tu expresión, ya veo que me recordaste— dijo sonriendo.
—Si, ya te recordé — le contesté.
—Soy Aidan Kennedy. Jamás imaginé encontrarte aquí, pero me alegra saber que trabajaremos juntos.
Mordí mi labio, quería estar segura de que lo que estaba escuchando era verdad y no una absurda imaginación más.
—Soy Irina. Tenía entendido que la próxima semana sería nuestro encuentro.
—Es verdad, pero la próxima no podré por un tema muy urgente. Le comenté a tu secretaria.
—En estos momentos no tengo concretado el proyecto.
—Mañana podemos trabajar en ello. Si te parece.
—Me tocará mover mi agenda, pero está bien.
—¿Irina, te gustaría ir a comer?. Y hablamos de lo que paso esa mañana.
—Esa mañana cometí el peor de mis errores, y si vamos a trabajar me gustaría no volver a hablar de eso. Pero si insistes con ello no habrá proyecto.
—Entendido, entonces hasta mañana Irina — dijo y se marchó.
Una crisis se desató dentro de mí y perdí el control. Empecé a arrojar todo objeto a mí alrededor, no me importaba su valor solo quería liberar toda esa furia que había dentro de mí, estaba enojada con el mundo, con el maldito destino y con la misma vida.
No sabía donde buscar un poco de calma, mi refugio era el trabajo por el momento, pero ahora las cosas se ponían a otro ritmo.
—¿Estás bien Irina?— angustiada me preguntó mi secretaria al ver todo en el suelo.
Su rostro de espanto me causó risa.
—Estoy bien Gladis, ordena todo esto, nos vemos mañana— le dije y salí de mi oficina.
Sin rumbo tomé el volante del auto, no sabía perfectamente a dónde ir, al final llegué a la casa de mis padres, era el lugar donde no quería terminar, pero estaba obligada.
Mis padres no entendían por todo lo que estaba pasando, no sabían que mis emociones y parte de mi sentido común estaban quebrados, no sabían de lo que realmente había pasado mientras estaba casada y no sabían cuál realmente era mi papel en esta sociedad.
Ya no sabía que era el amor ni como se sentía. Simplemente, creían que a mi edad y después por todo lo que había pasado, debía seguir adelante con mi vida. Mis padres también se creyeron el cuento de que Axel de habia fugado con su amante y estaban feliz por mi, fue así que decidieron presentarme a uno de los hijos de sus mejores amigos, la familia Escalante, conocidos por su gran riqueza.
A mis padres no les importaba la riqueza de los Escalante, ya que nuestra familia tenía una fortuna aún mayor.
Mi madre me esperaba en la entrada de la mansión, se veía tan hermosa y reluciente, le gustaba mucho tenerme en casa.
—Gracias por venir a cenar a casa amor— me dijo envolviéndome en su seno materno.
—Me encanta venir a casa mamá, pero no tuve un buen día y no creo poder complacerte con una buena cena— le respondí al saber el motivo de la cena.
—Mi amor, es momento que vuelvas a hacer una vida social.
—Admito que me aparte mucho de ustedes y de mis amigos, pero estoy trabajando en ello mamá, solo no quiero que me forjen a hacer algo que no quiero.
—Después de hoy te prometo que no voy a comprometerte con nada, pero vos prométeme que vas a sonreír más, estoy algo preocupada te veo muy seria y triste amor.
—Aún siento la ausencia de mi esposo, no sé exactamente lo que paso con él, desapareció sin dejar ningún rastro, no sé si está muerto o simplemente huyo de mi.
—Entiendo tu angustia mi vida, tu padre contrató un detective y lo está buscando. No te preocupes.
—Vamos a dentro, que nos están esperando— mi madre me toma del brazo y entramos a casa.
La sonrisa de mi padre al verme me causó alegría, me incliné para arrojarme en sus brazos.
—Mi vida, te extrañé— me dijo dándome un gran abrazo.
—También te extrañé papá. Perdón por no venir antes, estuve muy concentrada en el trabajo.
—Me llegaron los últimos informes, has estado trabajando mucho, estoy muy orgulloso de vos.
—El trabajo fue mi refugio después de haber perdido a mi esposo papá.
Segundos después un rostro conocido vi entrar por la puerta, el corazón se me paralizó, intente mantener la calma, la agitación neutralizaba mi mente por unos segundos. El destino y las casualidades de la vida estaban tallando un juego con mi vida y esto no me estaba gustado para nada.
André estaba entrado a mi casa en compañía de sus padres, quería estar imaginando como muchas otras veces lo hice, pero está vez era muy real.
Su rostro de asombro hizo que se tropezara con la alfombra, para él también fue una sorpresa verme ahí, ¿teníamos que fingir que nos conocíamos o simplemente encararnos de una vez por todas?, pensé.
Mis padres los saludaron con cordialidad a sus amigos, mientras que André y yo nos veíamos sin decir nada.
Los padres de André me saludaron, mientras que él saludaba a mis padres.
—¿Podemos hablar un momento?— le dije a André antes que besara mi mejilla para saludarme.
—Por supuesto— contestó y salimos al jardín.
Mi madre solo nos miró y me sonrió, luego se fue a atender a sus invitados.
—¿Sabes por qué estás aquí?— le pregunté a André.
—Mis padres pretenden casarme.
—Eso no va a pasar.
—¿Por qué no?
—Porque ya me rechazaste y me dijiste que estaba loca. ¿Lo olvidaste?
—Irina, empezamos mal. ¿Por qué no comenzamos de nuevo?
—Sí, empecemos de nuevo. Volvamos al momento donde me pides un favor.¿Qué favor era?
—Estaba interesado en tu amiga, y quería que me la presentarás.
—¿Ya no quieres que te la presente?
—No.
—¿Por qué?
—Porque ahora me interesas vos.
—Ja, ja, ja... No me hagas reír.
—Es verdad Irina.
—Ya que entramos un poco en confianza, dime, ¿Por qué me estabas evitando?
—Por qué eres alguien misteriosa, con una mirada fría, y para serte sincero me diste algo de miedo.
—Por haberme rechazado y decirme loca, tenía ganas de matarte.
Su rostro relajado se puso serio.
—¿Hablas enserió?—preguntó.
—Si.
—Y ahora que me volví a cruzar en tu camino. ¿Qué piensas hacer conmigo?
—Si te mantienes lejos, podrás vivir, pero si cruzas la línea me tocará matarte.
—¿Cómo sabré cuál es esa línea?
—Solo mantente lejos de mí, si por alguna circunstancia me vez, no te acerques, no me muestres un poco de afecto, ni tampoco pretendas ser mi amigo. Solo no te involucres en mi vida.
—¿Tan horrible persona crees que soy, que ni amigos podemos ser?
—Tú no eres horrible, el muostro soy yo.
—Irina, quiero conocerte.
—André entiende, no quiero hacerte daño. Maté a mi esposo, mis padres no lo saben. En tu rostro vi la cara de mi esposo, lo extrañaba, por eso te deseaba, pero ahora que veo con claridad, no eres él.
Un escalofrío sacudió a André, su rostro reflejaba confusión, estaba aterrorizado al escucharme.