La Protagonista Prefiere Escapar De La Trama.

La fiesta paso sin ningún percance, y apenas pudo, escapo de ella para ir a su alcoba, quitarse ese molesto vestido y las zapatillas que ya la estaban lastimando. Después de eso, durmió pacíficamente, hasta que en la mañana, el alboroto empezó, una doncella llego a su puesta tocando de manera insistente y apenas la dejo pasar, le pidió que la siguiera, que algo terrible había pasado.

Y si, Oscar y Briana fueron descubiertos, desnudos en la misma cama, y en esta, la prueba de que Oscar había tomado su virtud. En cuanto el conde se entero de esto, entro a esa habitación golpeando a Oscar y a Briana le dio una cachetada por actuar como una prostituta metiéndose con el prometido de su hermana menor, mientras que ha Oscar le grito lo irrespetuoso que había sido, por tocar a la hermana de su prometida y porque le causaría tristeza a su pequeña Aisha, quien no ha hecho más que demostrarle cariño y respeto.

Aisha no tardo en llegar, pero la condesa intento evitar que entrará a la habitación, aún así lo hizo, y ahí estaba, Briana envuelto en la sábana llorando por el golpe en su mejilla y Oscar pidiendo perdón mientras asegura que no saber como es que paso. En ese momento, su vista se dirige hacía la puerta, y la culpa lo invade, Aisha estaba viendo aquella escena.

—señorita Aisha, esto...no es lo que piensa...yo no...— balbucea.

—se lo que estoy viendo joven duque...— sus ojos te tornan acuosos.— me ha traicionado, y de la forma más vil.

Aisha sale corriendo, y la condesa va tras ella, mientras que el conde le ordena a Oscar y Briana vestirse, pero, los espera en su despacho, también da la orden de que vayan por el padre de Oscar, ya que lo sucedido es algo sumamente serio y debe tratarse también con el Duque.

La condesa toca de manera insistente la puerta de Aisha, pero ella se niega a abrir, pidiendo que la dejen sola. Aisha estaba recostada en la cama, ojeando un libro mientras finge sentirse dolida por lo que ha visto.

—hija por favor, abre... lo que ha pasado...

—no quiero hablar...de un hombre puedo esperar una traición...¿pero de mi propia hermana?, es una maldita, siempre supe que ella me odiaba.— solloza.

—no es así querida...debe de haber una explicación...sal por favor.— pide la condesa.

—no, no saldré y menos si la estás justificando, que se pudra en el infierno esa zorra.— grita y después sigue llorando.

Aunque solo imita los sonidos de un llanto, porque ella solo esta atenta a su libro.

—no digas eso hija...tu hermana...

—esa zorra no es mi hermana...si me haces salir le sacaré los ojos a la maldita.—

El silencio se hizo presente y escucha los pasos de la condesa alejarse, la pobre mujer estaba llorando por todo lo sucedido, su hija mayor ha cometido la peor traición y su hija menor ahora odia a su hermana. La condesa va al despacho del conde, para decir que Aisha estaba muy dolida y que no quiere salir de su habitación. Oscar quien ya estaba en ese lugar, pide que le permitan ir a ver a Aisha, necesita hablar con ella y explicar lo que paso.

—¿que explicación le puede dar?, mi niña esta destrozada por su culpa...y tu Briana...estoy decepcionada...no quiero una hija como tú.— la condesa llora llevándose las manos al rostro.

Briana solo frunce los labios al escuchar a su madre, pero, no piensa discutir nada, lo único que importaba para Briana, es que su objetivo ha sido logrado, Oscar será su esposo pronto. El padre de Oscar no tardo en llegar, y el conde le hizo saber lo que ha sucedido, por lo que, tal y como debe de ser, Oscar debe de casarse con Briana, hacerse responsable de lo que ha hecho, pero, como la condesa estaba decepcionada de lo que hizo su hija, ella se niega a preparar la boda, así que, deben de ver quien se encargue de todo, el conde también estaba de acuerdo con su esposa, él solo daría la parte de la dote que le corresponde, de ahí, no piensan participar en nada más.

—pero padre...¿quien me llevará al altar?, ¿que dirán de mí?— suplica Briana.

—no me importa lo que digan, lo que pase, son las consecuencias de tus actos.— hablo con decepción.

Ambos padres no comprenden como es que Briana llego a ser esa clase de persona, si al igual que ha Aisha, nunca le falto el cariño de ambos, sus hijas eran tratadas por igual, incluso cuando a una le iba mal en sus clases, el trato era el mismo, solo le decían que debe esforzarse más, pero nunca las compararon.

Cuando el conde se despide del duque, este regresa a su estudio, mientras que Briana se acerca a Oscar sujetando su mano.

—se que lo nuestro fue inesperado, pero me esforzaré por ser una buena esposa.— asegura mostrando una sonrisa.

Oscar aparta su mano con brusquedad.— nunca esperes nada de mi, más que mi desprecio.

Oscar siguió su camino y subió al carruaje rápidamente, mientras que Briana se queda de pie, apretando las manos en la falda de su vestido, molesta por el desprecio.

—ya lo verás...con el tiempo te darás cuenta que me amas...— susurra.

Los días pasaban, la noticia del compromiso de Briana y Oscar no tardo en saberse en todo el reino, mientras que, Aisha no había salido de su alcoba durante esos días, solo Marcela podía pasar a dejarle comida y después de eso, era echada de la habitación. En las reuniones y fiestas, cuando Briana se presentaba, muchas mostraban hostilidad hacía ella, y se burlaban de ella por ser una "ofrecida".

"cuidado señoritas, ya llego la señorita Steiner, cuiden a sus prometidos o amaneceran entre las piernas de la zorra."

Las risas de inmediato se hacían presentes, y Briana tenía que soportar la vergüenza, porque, sin importar que se defienda, las burlas no acaban. Incluso puede escuchar como la mayoría tiene lástima por Aisha, por tener una hermana tan cruel.

Oscar por su parte, iba a los eventos con la esperanza de encontrarse con Aisha, pero ella no asistía a ninguno y quienes tenían la oportunidad, murmuraban cerca de Oscar en como era un sinico por engañar a su prometida con la hermana de esta.

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En la mansión Steiner, Aisha finalmente salió, sorprendiendo a todos al llevar el cabello corto, su madre casi se desmaya al ver que su hermoso cabello largo había desaparecido. Pero, Aisha solo dijo que era más cómodo de esa manera y les pedía el permiso para ir con su abuela, la baronesa Steiner.

—¿tan lejos?, querida, no tienes que irte...Briana...ella pronto se irá.— pide su madre.

—no importa ella, solo creo que un tiempo fuera me hará bien, en especial por los chismes que han de haber.— aunque sabe que todos son en contra de Briana.

—no, no quiero que te vayas lejos...lo que paso...ya lo superarán, son hermana y...

—no madre, no uses esa excusa.— le interrumpe.

—cariño, nuestra hija tiene razón, creo que un tiempo fuera le hará bien.— responde el conde.

—pero esposo, no quier...

—no es lo que quieras, es lo que nuestra hija quiere y que le haga bien. Además, mi madre cuidará bien de ella, sabes que la adora.— insiste el conde.

La condesa queda en silencio, y piensa en lo que su esposo le dice, y viendo el cabello de su hija, cree que si, sería mejor mantenerse lejos, en especial porque pronto se harán los preparativos para la boda Briana y eso puede hacerle más daño a Aisha.

—esta bien...pero serán unos meses.— finalmente cede.

—gracias madre, padre...y por favor, quiero que solo ustedes sepan...no quiero que el joven duque me busque, no ahora que es el prometido de Briana...yo no soy como ella.— asegura.

Escuchar esas palabras de parte de Aisha, causa preocupación en los condes, pues se nota que esta dolida y enojada por lo que sucedió.

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