Esteban es totalmente serio e incluso, un poco amargado; pero debe aceptar la derrota ante una apuesta con su mejor amigo y presentarse en una cita a ciegas en determinado lugar, donde coincide con una rubia que ya conoce.
Sabe que ella no es su cita, pero verla allí, con mirada pícara y burlona, lo hace bufar porque sabe que no demorará en molestarlo.
Soledad ha estado soltera por cinco años, así que, con la esperanza de encontrar el amor, descarga una aplicación y empieza a hablar con Sergio, con quién se verá esta noche. Aunque en su campo de visión aparece su jefe, el cual la fastidia y se odian mutuamente.
Sin embargo, la velada es una decepción para ambos, ya que sus citas no son lo que esperaban, ni lo que desean volver a ver, por lo que Esteban tratando de salvarse, se toma atribuciones indebidas con su empleada, e inventa una tonta excusa. Una que recordarán toda su vida.
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Disculpas y segunda oportunidad
Soledad, al bajar del ascensor, llama a un taxi y espera por su servicio dentro del edificio, donde se resguarda de la intensa lluvia.
Diez minutos después las puertas de lata vuelven a abrirse y sale de allí una furiosa Dulce. Con quien choca la burlona mirada de la rubia, así que se dirige a ella.
—No te quedarás con mi Esteban — avisa la pelinegra.
—Vine en busca de trabajo, no de un hombre.— responde con naturalidad.
—Eres su nueva secretaria, ¿o no? Eso fue lo que me dijo para defenderte— alza una ceja incrédula, aunque pendiente de lo que pueda decir.
A pesar de la sorpresa que cubre a Soledad, trata de disimularlo porque ese hombre ha mentido para protegerla de esta loca mujer. Sin embargo, ¿será cierto qué obtendrá un puesto laboral?
—Sí, es cierto. —asiente aún un poco dudosa internamente, pero demostrando seguridad frente a la tal Dulce.
— Entonces, podemos llegar a un trato— ofrece la colombiana— Trabajas para él y ganas dos sueldos si me cuentas cada cosa que haga.
—¿Quieres que sea tu espía?
—Eres inteligente—la felicita.
—No lo haré. Prefiero trabajar legalmente y con la consciencia limpia. Además, no olvido las ofensas hacia mi persona —avisa.
Dulce, dejando ver una carita y actitud que contrasta con su nombre; saca una chequera de su bolso y escribe una suma elevada en dólares para convencer a la rubia. Se lo tiende con elegancia y Soledad lo agarra observando los tres ceros que le siguen a un seis.
—¿Seis mil dólares por ser tu alcahueta?— la pelinega la mira sin entender y se ve en la obligación de explicarse a sabiendas que el dialecto entre países es diferente, algunas veces— Por ser la chismosa.
—Sí, ese es el precio inicial, luego te daré...
—No lo haré—asegura rompiendo el cheque y dando la vuelta para salir del edificio, aún sin ver la presencia de un taxi. Sin embargo, prefiere irse a pie notando que la lluvia se ha detenido.
Los seis mil dólares le asegurarían una vida cómoda por al menos seis meses, considerando que derroche dinero como rica, pero sabe que las consecuencias de ello pueden ser aterradoras, ya que una sola palabra de Dulce podría dejarla sin empleo y en la cárcel.
Tal vez, otros dirían que hubiese sido bueno aceptar ese fructuoso negocio, pero la realidad es que no... Dulce podría acusarla frente al CEO o denunciarla ante las autoridades con la excusa de que la amenaza o chantajea.
Después de caminar unos metros, vuelve a llamar al taxi y le avisa que está en otro lugar esperándolo, pero este le menciona que recogió a alguien en el edificio y está haciendo un viaje, así que ella decide usar el transporte público, ya que está cerca de una garita o parada (la detención de transporte urbano para que suban o bajen pasajeros).
Cuando logra llegar a su casa, cruza la puerta y deja su cartera en la mesa para luego desparramarse en el sofá, agotada mental y físicamente, gracias a esa entrevista de trabajo y su interrupción. Aunque, a decir verdad, Dulce la salvó de una posible pelea que tendría con el CEO.
El almuerzo se prepara rápido, constando de un poco de arroz, huevo y carne asada en su horno. Luego empieza a limpiar y atiende la llamada de su madre, quién la invita a merendar en su casa. La misma queda a dos cuadras y media, lo que serían unos trescientos metros de distancia.
Ellas se aman, pero pueden pasar días sin verse, ya que cada una tiene su vida y no les da el tiempo o el ánimo. Aunque los mensajes son medianamente constantes para saber sobre el bienestar de una y la otra.
Al terminar de asear su hogar, se ducha, se viste y peina, casi lista para abandonar su casita y caminar hacia la de su madre. Al llegar, se saludan y preparan la merienda juntas, mientras hablan sobre la entrevista de trabajado y lo que sucedió con Dulce.
—Esa mujer puede ser muy mala.— expresa Mabel con preocupación.
— Sí, mamá. Pude notar que está obsesionada con él— asiente la rubia.
—Entonces, mañana deberás ir, nuevamente.— repite lo que ya le ha dicho su hija— Tal vez quiere ofrecerte el puesto de secretaria, como se lo mencionó a esa mujer.
—Sé que no soy apta para cualquier puesto, aunque espero que me dé alguno, sin importar cuál.
—Le pediré al señor que te bendiga con esta oportunidad— asegura Mabel religiosamente.
—Gracias, mamá.— ambas se sonríen y van hacia el frente de la casa para sentarse a la sombra de un árbol y tomar mate.
El mate es una bebida resultante de la infusión de la “yerba mate” (hojas deshidratadas y molidas de Illex paraguayensis-planta originaria de las cuencas de los ríos Paraguay, Paraná, Argentina y Uruguay) y es uno de los elementos culturales más típicos y tradicionales de la sociedad uruguaya.
La costumbre del uso del “termo” y el abandono de la “caldera” para preparar la infusión, es una iniciativa uruguaya que liberó al mate fuera del hogar. De esta forma y en la actualidad, el mate es bebido en los más diversos espacios públicos, hecho que caracteriza una de las imágenes más típicas y cotidianas de nuestra sociedad.
Seguramente, si alguna vez alguien conoció a un uruguayo fuera de estas frontera lo vio acompañado de su “termo y mate”, compañeros inseparables, sin importar la época del año. Comúnmente se toma amargo, aunque también puede endulzarse con azúcar u otros endulzantes no calóricos.
En la noche, Soledad se despide de su madre y va hacia su casa para cenar lo que ha sobrado del mediodía, recibiendo en el camino un correo del CEO.
"Asunto: Segunda entrevista.
Señorita González: Antes de informarle por qué le estoy escribiendo este correo, deseo disculparme por lo que ha pasado el día de hoy. Le aseguro que no sabía de su llegada y los posibles insultos innecesarios que diría en contra de su persona.
Aunque, sería correcto que considere brindarle una segunda oportunidad a la empresa y pueda asistir a una nueva entrevista.
La espero mañana a las 8 am para descubrir si desea un contrato laboral o una indemnización por tales agravios.
Saludos cordiales, Esteban Arango."
Soledad lee varias veces el mensaje y sonríe con suficiencia creando un atrevido plan que servirá para su bienestar económico, mientras que contesta con pocas palabras.
"Asunto:Oportunidad.
Nos vemos mañana, señor Arango. Llegaré puntual.
Soledad González."
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En instagram y Facebook les dejaré la foto de Mabel, la madre de Soledad.
@tgautora o Batichica TG Escritora 🖤