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CONTRATADO PARA DESTRUIRME

CONTRATADO PARA DESTRUIRME

Status: En proceso
Genre:Amor tras matrimonio / Maltrato Emocional / Embarazo no planeado / Casarse por embarazo / Casada con el millonario / Divorcio
Popularitas:7.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Yazz García

Gabriela Estévez lo perdió todo a los diecinueve años: el apoyo de su familia, su juventud y hasta su libertad… todo por un matrimonio forzado con Sebastián Valtieri, el heredero de una de las familias más poderosas del país.
Seis años después, ese amor impuesto se convirtió en divorcio, rencor y cicatrices. Hoy, Gabriela ha levantado con sus propias manos AUREA Tech, una empresa que protege a miles de mujeres vulnerables, y jura que nadie volverá a arrebatarle lo que ha construido.

NovelToon tiene autorización de Yazz García para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Cuando todo comenzó

SEBASTIÁN

Si me hubieran dicho hace quince años que terminaría casado con ella, probablemente me habría reído en la cara del que me lo dijera.

Tenía diecisiete, edad perfecta para sentir que el mundo giraba a mi alrededor, y me creía dueño de todo: mi instinto de élite, mi apellido, mis amigos… y, claro, mi futuro asegurado. Hasta que llegó Gabriela.

La conocí en un debate escolar. Yo representaba al instituto privado más prestigioso de la ciudad, lleno de chicos con corbata, lentes de diseñador y discursos preparados por tutores privados. Ella venía de un instituto público, con uniforme un poco gastado, zapatos sencillos y un cuaderno arrugado bajo el brazo.

Recuerdo la primera vez que la vi hablar. Su voz no temblaba, no dudaba. Sus argumentos eran claros, directos, y, contra todo pronóstico, inteligentes. Muy inteligentes.

—Valtieri —me dijo desafiándome con firmeza—, no se trata de cuántos datos trágicos mencione ni de cuántos libros haya leído. Se trata de lógica, de humanidad y de responsabilidad. La pena de muerte no soluciona el problema de raíz, solo perpetúa un ciclo de violencia.

En ese instante, por primera vez en mi vida, alguien me hizo sentir… expuesto. Y juro que fue divertido, pero también irritante. Porque Gabriela me estaba ganando.

—Ah —me incliné hacia el micrófono, con una media sonrisa desafiante—, lo que creo es que si alguien comete un crimen atroz, debe pagar con la misma moneda. ¿O acaso pretendes que un asesino múltiple regrese a la sociedad como si nada? ¿Y que su próxima víctima sea un inocente? Eso sí sería irresponsabilidad.

—No. —Gabriela no titubeó, me miraba como si atravesara mi armadura con esa seguridad que me desconcertaba—. La responsabilidad social no depende de actos de venganza disfrazados de justicia, ni de sistemas corruptos que castigan más al pobre que al culpable real. Depende de construir medidas que prevengan, no que destruyan.

Quedé callado.

Después de esa discusión, algo cambió. No entendía qué, pero había una chispa. Ella era diferente: valiente, directa, con una seguridad que no se compraba con dinero ni influencia. Y yo… yo estaba sorprendentemente intrigado.

Los días siguientes, buscaba excusas para verla en la salida de su instituto, para escucharla debatir, para intentar… impresionarla. Algo que, honestamente, nunca antes me había preocupado hacer.

Gabriela era un desafío que no podía ganar con dinero ni con arrogancia. Tenía que ganarla con algo que aún no sabía qué era: mi propio ingenio, mi verdad.

Nunca me imaginé entonces que quince años después estaríamos en otra batalla, con nuestra hija, nuestras empresas y un pasado que nunca nos dejaría en paz.

Pero sí supe algo con certeza: Gabriela Estévez había entrado en mi vida para cambiarlo todo.

Después del debate, decidí que no podía dejar que Gabriela escapara de mi radar. Así que empecé a buscarla.

Todos los días aparecía frente a su instituto. Sí, lo admito: me gustaba la atención que eso provocaba. Algunos chicos me miraban con envidia, otras chicas con admiración, y ella… ella con una mezcla de fastidio y curiosidad.

Gabriela no soportaba que la miraran tanto. Y entendía por qué: sabía que sus compañeros podrían burlarse de ella, molestarla por el simple hecho de verme conmigo. Al principio no nos llevábamos bien. Me parecía demasiado seria, demasiado desconfiada, demasiado diferente de todo lo que conocía.

Pero encontré la forma de ablandarla: cartas graciosas, notas escondidas en su casillero, pequeñas salidas donde yo elegía lugares ridículos para divertirnos. Poco a poco, la veía sonreír, reírse, bajar la guardia. Y yo… me sentía satisfecho.

Un día acordamos encontrarnos en el parque cercano al instituto. Yo llegué primero, apoyado contra un árbol, sonriendo como un idiota. Esperaba que ella apareciera… y la vi llegar cubierta hasta el cuello, con bufanda, suéter y guantes a pesar del calor.

—¿Por qué estás vestida como si fueras a visitar a Noel en el polo norte? Está haciendo mucho calorcito.—bromeé, tratando de romper la tensión.

Ella no respondió de inmediato. Caminaba con la cabeza baja, apagada, como si alguien hubiera drenado toda su energía. Algo no estaba bien.

Decidí acercarme y agarrarla del brazo. Solo un roce, como siempre lo hacía cuando intentaba sacarle una sonrisa.

—¡Ahhh! —gritó de golpe, soltando un chillido de dolor que me alarmó.

—¡Gabriela! —me incliné, horrorizado—. ¿Qué pasó?

Su brazo temblaba bajo mis manos. Con cuidado subí la manga del suéter y me quedé congelado. Moretones, por todos lados, desde la muñeca hasta el antebrazo.

—¿Qué… qué te pasó? —pregunté, la voz casi quebrándose.

Ella bajó la mirada, incapaz de responder. Su silencio era un muro que nunca antes había sentido con ella. Por primera vez desde que la conocí, Gabriela Estévez parecía… pequeña. Vulnerable. Y yo, me sentí impotente frente a alguien que no sabía cómo proteger.

Mi corazón latía a mil. Esa niña fuerte, divertida y rebelde… estaba sufriendo en silencio.

Y algo dentro de mí juró en ese instante: no permitiría que nadie más la lastimara. Nunca.

Me quedé paralizado mirando esos moretones. No eran raspones de un juego brusco ni golpes accidentales. Eran marcas viejas y nuevas, como si alguien hubiera descargado su rabia en ella.

—Gabriela… —murmuré, intentando que me mirara a los ojos—. ¿Quién te hizo esto?

Ella retrocedió, bajando la manga con prisa.

—No es nada, Sebas. Déjalo así.

—¿No es nada? —bufé, incapaz de contenerme—. ¡Te duele hasta cuando respiro cerca de ti! ¿Cómo diablos va a ser nada?

Ella se mordió el labio, terca, como siempre. Ese orgullo suyo me desesperaba a veces.

—Mira, no tienes que fingir conmigo —insistí, bajando la voz—. Solo dime quién fue. Te lo juro, Gabi… no voy a quedarme de brazos cruzados.

Silencio. Su mirada se clavó en el suelo, y por un instante pensé que no iba a decir nada. Pero entonces murmuró, apenas audible:

—Fue en mi casa.

Un nudo se me formó en la garganta. Casa. Eso no era un accidente en la calle ni una pelea con compañeras de instituto. Eso significaba que alguien de su familia le estaba haciendo daño.

Quise preguntarle más, pero ella levantó la mano, como suplicando que me callara.

—Por favor, no lo empeores. Si haces algo… solo será peor para mí.

No soportaba verla así. Esa Gabriela que en el debate me había enfrentado sin miedo, ahora parecía una sombra de sí misma.

Me acerqué un poco más, hasta que nuestras rodillas casi se rozaron en la banca del parque.

—Está bien. No voy a hacer nada… todavía. Pero prométeme algo.

Ella levantó la vista, sorprendida.

—¿Qué cosa?

—Que cuando no puedas más, cuando necesites salir de ahí… vas a llamarme. No importa la hora ni dónde estés. Yo voy a aparecer. —Tragué saliva y añadí con una media sonrisa para aligerar—: Aunque me toque escalar tu ventana como un Romeo ridículo.

Por primera vez en todo el encuentro, la vi sonreír, apenas un destello, pero lo suficiente para devolverme el aire.

Ya no era un simple capricho adolescente, ni el reto de conquistar a la chica diferente. Era una promesa. Una promesa que marcaría todo lo que vendría después.

...🔵...

Nunca fui bueno obedeciendo reglas, y Gabriela era la mayor de todas.

No vengas a buscarme al colegio, Sebastián. No me mandes nada cursi. No llames la atención.

Obvio, hice todo lo contrario.

El lunes siguiente aparecí en la puerta de su instituto con una motocicleta y un cartel improvisado en cartón que decía: “Servicio de transporte VIP para señoritas con carácter imposible”.

Las miradas de los alumnos de su instituto me taladraban, pero a mí me daba igual. Lo que me importaba era que ella salió por la puerta, me vio, y puso los ojos en blanco como si quisiera matarme.

—¿Qué parte de “no vengas” no entendiste? —me gruñó, cruzándose de brazos.

—La de “no” —respondí con una sonrisa.

Ella intentó caminar en dirección contraria, pero yo avancé a su lado, en la moto.

—Gabi, si quieres puedo jurar solemnemente que no pienso dejar de molestarte hasta que aceptes que somos amigos.

—¿Amigos? —arqueó una ceja.

—Por ahora. —Le guiñé un ojo.

Ella me fulminó con la mirada, pero ese día se subió a mi moto. No porque quisiera, claro, sino porque la convencí con una de mis frases ridiculas que le sacaron al menos una sonrisa.

Ridículo, pero funcionó.

A partir de ahí empezó un juego entre nosotros. Yo me encargaba de sacarle sonrisas —con dibujos feos en sus cuadernos, con cartas absurdas, con apariciones teatrales en su colegio— y ella se encargaba de fingir que me odiaba.

Pero la verdad estaba en los detalles: en cómo guardaba mis notas en lugar de tirarlas, en cómo me miraba de reojo cuando pensaba que yo no veía, en cómo dejaba que la acompañara a casa aunque dijera que no lo necesitaba.

Y cada vez que veía sus moretones desaparecer poco a poco, sentía que estaba haciendo lo correcto. Que de alguna manera, estaba empezando a darle un poco de luz en medio de tanta mierda.

Yo no sabía si lo nuestro tenía futuro. Ni siquiera sabía si Gabriela realmente iba a dejarme entrar en su vida.

Lo único que tenía claro era que no pensaba rendirme.

Porque si ella era un muro, yo iba a ser el terremoto que lo hiciera temblar.

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Elena Maza
hay Gaby que fuerte 😭😭 por qué aún que no lo quieras aceptar estás enamorada de Daniel pero no sabes como decirlo pero tienes que ser fuerte y decirle a el y a Valentina lo que sientes
Linilda Tibisay Aguilera Romero
hay Gabriela de verdad necia date la oportunidad de ser feliz no sigas atada a Sebastián y Val debería estar feliz por qué quieras ser feliz
Nilce montilla
de verdad que se lo ganó a pulso,pero es su papá y para ella es mas doloroso que la persona que la tenía que proteger nunca estaba ,su héroe,su todo,ahora le toca enmendar su error,tanto con la hija como con la mamá.
chica°mangaromantico
Vamos Sebastián, tú puedes, poco a poco lograras lo que todos sabemos quieres
Linilda Tibisay Aguilera Romero
tiene que tener paciencia y trabajar en demostrar que de verdad estás arrepentido y vas a cambiar
Linilda Tibisay Aguilera Romero
hay Sebastián vas a tener que hacer mucho mérito para que te perdonen les hiciste mucho daño y pusiste el dinero y el poder de tu familia primero que ellas y ni se te ocurra atacar a Alex
Linilda Tibisay Aguilera Romero
si quieres cambiar y comportarte como un verdadero hombre eso es lo primero que tienes que hacer acabar con esa relación vacía con Natalia por qué ella no quiere ni respeta a tu hija
Tatiana Aricapa
conoce el lugar que ocupas en la vida de otros no es fácil pero cuando te das cuenta de eso sabes que hacer a continuación simplemente nos cuesta soltar y nos falta valor para dar un salto de fe, el tipo está bien equivocarse pero de sabios rectificar a tiempo antes de autodestruirse el tipo deve salir del yugo de sus padres si quiere reconstruir la relación con su hija por que con su ex esposa ya no fue más la lastimo tanto la quebró tantas veses que así quiera curar esas cicatrices en oro quedan huellas que solo el tiempo se pueden sobrellevar por que permanecen no se puede borrar ni olvidar solo se aprende a vivir con ellas como aprendizaje
Elena Maza
no sabes amar😭😭😭
Elena Maza
y lo seguirás arruinando si no detienes ese poder que según tu mereces cuando no es cierto no la dejas ser feliz pero la vas a perder definitivamente por qué ella no quiere un cobarde como tú
Rossy Bta
más capitulos por favor, encantada con la novela 👍
Linilda Tibisay Aguilera Romero
Sebastián a llorar para el valle tu fuiste el culpable no la valoraste
chica°mangaromantico
Primera en dar like.
Primera en comentar.
Primera en enviar una solicitud de actualización.
(No creen que merezco un especial saludo de la autora?)
chica°mangaromantico: Amo ser la motivación de alguien
total 2 replies
Linilda Tibisay Aguilera Romero
estos un desgraciado Sebastián te pasas. pero ella es fuerte y nomás a poder destruirla
chica°mangaromantico
Creo que entiendo lo que pasa por la cabeza de Sebas. Él se siente menos porque Gabriela está logrando la felicidad que él no la pudo dar y se nota a leguas que todavía la ama pero es muy orgulloso
Yazz: Estoooooooo😭👏👏👏👏
total 1 replies
Nilce montilla
espero que ella no se deje y que de verdad Daniel le dé ese amor bonito que ella se merece y que Sebastián se arrepienta de todo lo que le ha echo
Elena Maza
😭😭😭😭😭 que desgraciado eres sebastian la destruiste y lo seguirás haciendo, no te importa nadie solo tú
chica°mangaromantico
Al menos ambas se reconciliaron
Elena Maza
que triste momento y tú Sebastián que no aprendes amar y dejar que la sociedad destruye tu familia
Linilda Tibisay Aguilera Romero
ella tenía iqe enterarse en algún momento de la verdad
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