La Viuda Y El Mafioso

Capítulo 4

Ornella había sepultado a la única madre y familia que le quedaba, pero ni una sola lágrima salía de sus ojos. Estaba en shock, su abuela había sido su principal motivación para tener una mejor vida. Se había quedado completamente sola, la casa donde había crecido debía entregarla a su legítimo dueño.

—Ornella ¿puedo pasar?—

—Adelante don Lorenzo esta es su casa, ya estoy empacando todo. La mayoría de las cosas las voy a regalar, solo una maleta me he de llevar con recuerdos. Los muebles son suyos, gracias por habernos prestado tantos años esta casa.—

—Tu abuela Pia era como mi hermana, desde que se quemó su casa. La única manera de ayudarla era prestándole este pequeño lugar. ¿No planeas quedarte cierto?—

—No, ya no tengo nada que hacer aquí.—

—¿Y si llegará a regresar tu hermana?—

—Dudo mucho que lo haga, hasta he pensado que está muerta. Es más que obvio que los muertos no regresan.—

—Me sorprende tu manera tan fría de decirlo, debes dejar fluir tus emociones. Las lágrimas limpian el dolor y liberan el alma que sufre, y no quiero ser inoportuno pero, no te he visto derramar una sola lágrima.—

—No puedo dejarme derrumbar. No puedo mostrarme vulnerable, ahora más que nunca tengo que ser fuerte. Resignarme a que lo perdí todo y continuar.—

—Ornella si algún día llegas a necesitar lo que sea, sabes que puedes pedírmelo. Siempre las he querido como si fueran parte de mi familia.—

—Gracias don Lorenzo, muchas gracias.—lo abrazaba Ornella

Después de que marchó Lorenzo ella seguía empacando, además preparaba las cajas con la ropa que era de su hermana, ropa de su abuela y todo lo que no podía llevar con ella. Encontró una fotografía donde estaban las tres juntas, veía a su querida abuela y sentía unas ganas inmensas de llorar. Pero también sentía mucho rencor por su hermana, nunca le iba a perdonar que haya lastimado a su abuela de esa forma tan cruel. En ese momento llamaron a su puerta, supuso que era la vecina que se llevaría las cajas. Pero al abrir su sorpresa fue aún mucho mayor.

—¿Qué haces aquí Bastian?—

—Me enteré lo que sucedió con tu abuela, tu amiga Mariella me dio tu dirección.—

—Pasa, estoy algo ocupada. Disculpa que no pueda ofrecerte nada, como te podrás dar cuenta es un caos.—

—Si quieres puedo ayudarte, estoy aquí contigo.—Ornella se quedó inmóvil con esa sugerencia.

No hay nada peor que intentar consolar a alguien que ha sufrido una pérdida tan grande.

—Señor Leroy, en qué cabeza cae la posibilidad de que usted tenga que ayudar a una mujer como yo. Yo estoy para servirle, no para que usted me ayude.—

—Se perfectamente como te sientes, a veces eres tan cruel en tus palabras.—

—Soy realista, la verdad siempre es cruel. Pero es lo más valioso que alguien nos puede entregar. Vivir sin máscaras, vivir sin ocultar nuestros sentimientos negativos.—

—Lo dices por mi.—

—Lo digo por los dos, agradezco que hayas hecho un viaje tan largo para darme el pésame. Sin embargo no era necesario, mañana regreso. Bastian no soy la princesa en peligro que necesita ser salvada, o la cenicienta de papel que espera que le cambien su triste vida por arte de magia, ya deberías conocerme.—

—Ornella yo… mi vida ya no es la misma desde que te conocí, creo que soy yo quien necesita ser salvado, estoy aquí para pedirte que me salves.—

—Nos conocemos aún muy poco, además te veo solo como un buen amigo. Además si has llevado tu vida hasta hoy de esta manera, para que sacrificarla.—

—No me digas nada aún, vamos a conocernos más. Y después decides, ¿puedo quedarme a esperarte? Ya que hice un viaje tan largo, me gustaría que volviéramos juntos a casa.—

—Está bien señor Leroy.—

Bastian valoraba la honestidad de Ornella, era genuina. No sería fácil conquistarla, pudo notar que no había llorado, ya que sus ojos estaban limpios y su mirada estaba llena de dolor y a la vez de frialdad. Conocerse aún más era lo mejor, sin duda alguna.

Mientras tanto en Moscú, Allegra estaba organizando la fiesta de cumpleaños de su hijastro, Andrei. Su esposo Petrov se lo había ordenado, ella estaba cuidando cada detalle de la celebración. Sin darse cuenta Andrei observaba todo, Allegra aprovechó la oportunidad para preguntar.

—¿Te gusta?—Andrei se acercó lentamente a ella con una sonrisa arrogante.

—No, no me gusta. Tienes un gusto de poca clase, como tú para ser preciso.—

—No te permito que me ofendas.—

—No sabía que las prostitutas se ofendían, o tengo que pagar para que te hagas la desentendida. ¿Cuál es tu precio?—decía Andrei mientras se acercaba a ella, Allegra lo abofeteó. Andrei la sujetó fuertemente del brazo.

—Me lastimas.—

—Nunca vuelvas a ponerme una mano encima, tú y yo no somos iguales. Si no quieres que haga que mi padre te asesine, respétame.—le decía Andrei mientras la sujetaba fuertemente del brazo.

—¿Qué pasa aquí?—los interrumpió Petrov

—Nada papá, le estaba diciendo a tu esposa que no me gusta nada de lo que veo.—Allegra se mantenía totalmente en silencio.

—Yo digo que todo es perfecto.—agregó Petrov

—Entonces para que me preguntas, lo que decidan esta mujer y tú está bien.—

—Se llama Allegra, y la debes respetar hijo.—

Andrei simplemente sonrió, su expresión era de burla total. Sin decir una sola palabra comenzó a caminar lejos de ellos.

—Lo siento querida, es difícil convivir con mi hijo. Él ha sido educado para ser mi sucesor, es arrogante, frío y cruel. En la dinastía Volkov somos como lobos, seguimos nuestros instintos. Obviamente él no será la excepción.—

—Entiendo.—Petrov se acercó para besarla, pero Allegra a pesar de todo el tiempo que ya había pasado a su lado, aún sentía rechazo hacia él.

Era un infierno vivir, tenía que estar siempre dispuesta para su esposo. Por otro lado tenía que lidiar con las groserías de Andrei, sin duda eran lobos y ella era la presa.

Por la noche todos los amigos cercanos a los Volkov llegaron a la fiesta, Andrei saludaba a los invitados con una extraña cortesía. Pero ni un solo minuto perdía de vista a su madrastra, ella lo observaba también pensando lo peor.

—Si tu padre te observa, te vas a meter en problemas.—lo interrumpió su tía Ulana hermana de Petrov

—No la estoy observando como mujer, si no como mi enemiga. Desde que llegó a esta casa, ha logrado que mi padre y yo peleemos siempre.—

—Andrei, por amor a tu padre deberías terminar esta guerra absurda, Allegra te lleva mucha ventaja. Recuerda que es ella quien calienta su cama, aunque tú seas su único hijo y su sucesor. Un hombre apasionado siempre va a defender a la mujer que despierta sus bajos instintos. Algún día serás nuestro líder, así que usa la inteligencia antes que tus emociones.—

—Tía regresa a casa por favor, tu eres la única que quiero cerca y no a esa prostituta.—

—No puede haber dos capitanes en un mismo barco, porque se hunde. Además estoy viajando constantemente para encargarme de las negociaciones de nuestra organización. Prométeme que vas a pensar en lo que te digo.—

—Esta bien, eres la mejor, por eso te quiero tanto.—

Andrei y su tía Ulana eran los mejores amigos, ella era parte importante de la organización. Después de conversar con ella, Andrei buscó a Vladimir su mejor amigo y sin que nadie se diera cuenta abandonó la fiesta. Más tarde su padre oficiaría un brindis.

—Agradezco a todos por estar aquí celebrando un año más de vida, de mi querido Andrei. Les pido que alcemos las copas y brindemos para desearle una larga vida a mi hijo.—

Todos estaban listos para brindar, pero no había rastro alguno de Andrei. Ulana observó a su hermano, y con la cabeza le hizo la seña de que no estaba presente. Petrov enfureció, era un grosería imperdonable haberse marchado de su propia celebración, Allegra suponía que algo así haría, aunque podría haber hecho algo peor.