Soy Samara, acabo de cumplir dieciocho años, durante el verano mi madre se presenta a casa con un hombre el cual me presenta como su nueva pareja. al conocerlo sentí tantas cosas que no puedo explicar, y con el pasar de los días observé señales de parte de él cayendo en sus encantos. ahora no se cómo pararlo para que mi madre no se dé cuenta...
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Una noche en vela
El olor a antiséptico y la luz blanca y fría de la habitación de urgencias me envolvían como una mortaja.
Cada latido de mi corazón resonaba en mis oídos, un eco sordo de la conversación que acababa de tener con Zeus.
Él, el novio de mi madre, el hombre con el que había cruzado una línea prohibida, estaba allí, a mi lado, con una expresión de incredulidad y dolor que reflejaba mi propio caos interno.
La pregunta flotaba en el aire, pesada y asfixiante: "¿El bebé que esperas es mío?". Y yo, en medio de esta pesadilla, no tenía la respuesta.
La verdad era un laberinto, un enredo de emociones y decisiones equivocadas. Zeus había sido mi primer amor, mi primera aventura, la chispa que encendió un fuego que nunca debió existir.
Pero ahora estaba Jorge, mi novio, el hombre al que amo de verdad, el que me ofrecía un futuro estable y lleno de promesas.
La noticia de mi intento de aborto había sido un golpe devastador, y el viaje de trabajo que nos había reunido a Zeus y a mí en este mismo lugar, en este mismo hospital, se sentía como una cruel ironía del destino.
Él se enteró aqui mismo, en la clínica, y la tormenta que se desató en sus ojos fue un reflejo de la tormenta que rugía en mi interior.
Ahora, mientras él me miraba, esperando una respuesta que no podía darle, sentía el peso de mis acciones aplastándome.
La aventura con Zeus, la confusión sobre la paternidad, el miedo a perder a Jorge, la fragilidad de mi propio cuerpo...
Todo se mezclaba en una angustia insoportable. No sabía qué decir, qué hacer. Estaba atrapada en las consecuencias de mis propias decisiones, y el futuro se presentaba tan incierto como la verdad que se escondía en mi vientre.
La tensión entre Zeus y yo permanecía palpable, densa como la oscuridad que empezaba a apoderarse del exterior.
El cansancio me vencía, pero el torbellino de pensamientos y emociones me mantenía despierta, anclada a la realidad de mi dilema.
Zeus seguía allí, sentado a mi lado, su presencia un recordatorio constante de la maraña en la que me había metido. Su mirada, a veces perdida en la nada, a veces clavada en mí con una mezcla de reproche y preocupación, me hacía sentir aún más pequeña e insignificante.
—Si quieres puedes irte al hotel— logré decir, mi voz apenas era un susurro ronco. —Yo estaré bien—
La oferta era un intento desesperado por aliviar la incomodidad, por crear un espacio, por respirar un poco de aire fresco en medio de esta claustrofobia emocional.
Quería que se fuera, que dejara de ser el epicentro de mi tormenta, aunque una parte de mí, la más vulnerable, buscaba su compañía en medio de la desolación.
Pero él negó con la cabeza, un movimiento lento y decidido.
—No— respondió, su voz grave rompiendo el silencio. —Me quedare y nos iremos juntos. No puedo dejarte aquí sola—
Sus palabras, aunque esperadas, me envolvieron en una nueva oleada de ansiedad. ¿Quedarse? ¿Por qué? ¿Para vigilarme? ¿Para esperar la respuesta que no podía darle? Cada minuto a su lado era un recordatorio de mi traición a Jorge, de mi confusión, de la posibilidad de que este bebé, que apenas empezaba a formarse, llevara la sangre de ambos.
La noche se prometía larga, y la soledad, a pesar de su presencia, se sentía abrumadora.
POV ZEUS.
El suave murmullo de la máquina que monitoreaba sus signos vitales era el único sonido que rompía la quietud de la habitación. Samara dormía, su respiración esta tranquila y regular contrastando con el caos que había desatado en mi interior.
La luz tenue de la sala de urgencias proyectaba sombras suaves sobre su rostro, resaltando la vulnerabilidad que la rodeaba.
No podía dejar de mirarla. Cada cierto tiempo, mis ojos se posaban en ella, escudriñando cada detalle, buscando una señal de que estaba bien, de que todo iba a mejorar. La adrenalina de la noticia, la urgencia del hospital, todo se había calmado un poco, pero mi mente seguía acelerada, en un torbellino de pensamientos y emociones.
Miles de preguntas se agolpaban en mi cabeza, cada una más apremiante que la anterior. ¿Era mío? ¿Cómo había llegado a esto? ¿Qué significaba todo esto para ella, para mí, para mi relación con su madre? La tentación de despertarla, de exigir respuestas, de desenterrar la verdad de una vez por todas, era casi insoportable.
Pero entonces, miraba su rostro sereno en el sueño, la fragilidad de su cuerpo en esa cama de hospital, y algo en mí se detenía. Este no era el momento ni el lugar. No aquí, en medio de la fragilidad de la vida y la incertidumbre médica. No con las paredes blancas y el olor a desinfección como testigos.
Decidí esperar. Esperar a que saliéramos de este lugar, a que el aire fuera más libre y la conversación pudiera tener un espacio digno, sin la sombra de la urgencia médica. Esperar a que ella estuviera más fuerte, a que yo pudiera controlar la tormenta que amenazaba con desbordarse.
Guardaría mis preguntas, mis miedos y mis acusaciones para otro momento. Ahora, solo me quedaría vigilarla, protegerla a mi manera, y esperar el amanecer de una conversación que, sabía, sería crucial.
El sueño me había vencido, un agotamiento profundo que me había arrastrado a un descanso fugaz. El sonido agudo de una máquina, un pitido insistente y desconocido, fue lo que me sacó de la inconsciencia. Abrí los ojos de golpe, desorientado por un instante, y mi mirada se dirigió inmediatamente hacia Samara.
Allí estaba ella, la enfermera a su lado, retirándole con agilidad la intravenosa que la había mantenido conectada. El alivio me recorrió al ver que ya no estaba atada a la máquina, pero la pregunta se escapó de mis labios antes de que pudiera pensarla bien.
—¿Está todo bien?— pregunté, con mi voz aún ronca por el sueño y la preocupación.
La enfermera asintió con una sonrisa profesional. —Sí, ya podemos irnos—
Un suspiro de alivio se me escapó. Asentí, la urgencia de salir de ese lugar apoderándose de mí. Me levanté de la silla, mis músculos rígidos por la noche en vela, y me acerqué a Samara para ayudarla a bajar de la cama. Por un instante, vaciló, sus ojos buscando los míos, y sentí la duda en su vacilación. Luego, extendió su mano y la tomó. El contacto fue eléctrico, una mezcla de alivio y la cruda realidad de la situación.
Nos apresuramos a salir de allí, el aire fresco de la mañana es un bálsamo después de la atmósfera cargada del hospital. La llevé hasta su habitación en el hotel, un gesto de cortesía que se sentía más como una necesidad de mantenerla cerca, de no perderla de vista. Luego, me dirigí a la mía, mi cabeza aún llena de pensamientos que no había podido desterrar.
Pero no podía seguir así. El silencio, la espera, todo eso se había acabado. Necesitaba respuestas, necesitaba claridad.
—Te espero abajo para desayunar— le dije, mi voz firme, sin dejar lugar a dudas. —Necesitamos hablar. No me iré de aquí sin antes haber aclarado todo—
No estaba dispuesto a volver a casa con esta carga, con esta incertidumbre pesando sobre mis hombros. Las cosas tenían que ser dichas, las verdades, por más dolorosas que fueran, debían salir a la luz. Era hora de enfrentar la tormenta...
además este par de infieles no merecen estar juntos ni tener algo que los una
y si no pierde el bebé que el bebé sea de Jorge para que Samanta por un lado esté más tranquila y siga su relación y así Zeus a enterarse la deja tranquila de una vez por todas
y claro si el bebé resulta de Zeus espero que ni el ni Samara sean felices y que hanbos paguen muy caro la traición qué le hicieron a la madre su hermano y a Jorge
Una novela para un criterio amplio, cómo puede gustar o ser repugnante por el tema que maneja.
La vida misma es así, hay personas que se encuentran con una pasión desbordante y no les importa el parentesco, edad o a quien puedan lastimar.
Es interesante porque te atrapa y te permite adentrarte en su mundo.
Sólo me gustaría que ambos fueran honestos y aunque pinta que seguirán en su pasión y deseo y tal vez se enamoren.
Cuándo la madre descubra la traición, aparte del dolor y desilusión que se llevará. Espero que la escritora les dé una gran lección de vida y haya justicia por tremenda traición.
Éxito en ésta novela y por favor sólo pido que no se tarde en actualizar y no sea muy larga.
Gracias!