La Profecía Escarlata: El Despertar De La Magia

Nos encontrábamos descansando en un llano cerca del valle de Ravenhust A mediodía del reino, el sol aún no había salido, pero los pájaros daban el anuncio del comienzo.

Todos dentro del carruaje dormían plácidamente, mientras Fergus, los caballeros y yo comíamos algunas alimañas que Luque había cocinado en la fogata.

—¿Recuerdas la vez que ese duende te mordió la pierna en el bosque de Silver Lake?—Luque le recordó a Conor un evento gracioso, haciendo que todos se rieran al recordarlo, menos yo.

—Princesa, una vez el rey nos envió en la tarea de encontrar un duende llamado snuter dicen que es un sabio de las posiciones y hechizos, cuando llegamos al bosque Conor vio un pequeño atrapado bajo unos troncos los quitamos y él levantó al pequeño, pero este le pegó en la cabeza y lo mordió porque era un duende que estaba descansando— todos rompieron en risas incluida yo.

Conor bebía de su tarro mientras nos veía a todos con mala cara por reírnos de su mal momento comimos y bebimos hasta que el sol comenzó a acariciar nuestros cuerpos cuando los pequeños y las ayudantes se despertaron los caballeros ya habían preparado un desayuno rápido para que ellos coman y poder seguir con el viaje.

Ya los pequeños y las criadas estaban en el carruaje, a cada lado había un caballero, delante había dos guardias y otros dos a sus lados con los estandartes que llevaban el emblema del rey, un dragón rojo en una tela completamente negra y detalles en dorado

detrás íbamos Fergus y yo, seguidos por otros cuatro guardias iguales a los de adelante. Iríamos a paso lento, ya el camino estaba trazado y estábamos cerca del reino de Drakhoris o como yo lo llamo, el reino dorado.

Decía mi madre que los hombres de la familia de mi padre han pasado casi la mitad de sus vidas para devolverle al reino su magnificencia, y con cada batalla ganada cubrían las calles y casas con detalles de oro.

Entramos al camino empedrado Cerca de un arroyo donde nos detuvimos para que los caballos beban agua podías ver a lo lejos el resplandor que el sol genera al golpear las grandes murallas con detalles dorados, mi hogar era tan llamativo como nosotros digamos que no hay una gente a los alrededores que tengan el cabello rojo fuego y los ojos violetas como nosotros.

Somos seres que, según mi padre y los antiguos pergaminos, somos herederos de un celestial tan poderoso que nadie podía controlar su poder. Nuestras sangres se han estado mezclando con otras sangres poderosas, pero ninguna se compara a la sangre de mi padre, él es puro.

Me acerqué a la orilla del agua, me arrodillé con algo de dificultad, ya que mi armadura estaba pegada a mi cuerpo en una sola pieza sólida con la forma de mi cuerpo. Mojé mis manos y tomé un poco de esa agua fría para mojar mi cara. Mirando la tranquilidad del agua frente a mí, la calma me inundaba, haciendo que el cansancio y el peso de todo lo que había pasado me abrumara. Mi calma se vio afectada cuando el agua comenzó a agitarse, temblando sin control. Me levanté de inmediato, encontrándome con Fergus.

— ¿Puede sentirlo, mi Leidy? — Fergus se puso alerta igual que los otros guardias

—Por supuesto, Fergus, esto no me gusta, resguarda a mi familia — Fergus se acercó al carruaje y ordenó que nadie saliera o entrara en él mientras los demás guardias y yo nos poníamos en alerta esperando lo que sea que vaya a llegar.

Nos pusimos alrededor del carruaje listo para atacar lo que sea que viene. Cada vez el golpeteo estaba más y más cerca de nosotros, una nube de polvo se levantó tan alto que nos cubrió por completo. Los caballos blancos nos rodeaban con jinetes con armaduras negras que trotaban cerrándonos cualquier vía de escape.

Mis hombres estaban listos para atacar. Cuando la nube de polvo se alejó, pude ver bien que sus estandartes eran negros con detalles dorados, pero en su medio llevaban un dragón verde. La guardia que nos rodeaba pertenecía a las filas del hermano menor de mi padre, esos guardias solo obedecían a mi tío, eran muy agresivos y letales. No hay guerra que no hayan ganado por su bestialidad para pelear.

— ¿Qué hacemos, princesa?— Fergus y yo estábamos espalda con espalda listos para atacar

— Fergus, son la guardia de Nocterra bajo el cuidado del príncipe Dorian, no podemos atacar, nos matarán sin pensarlo—. Los veíamos rodearnos a todos sin detenerse

— ¡MI NOMBRE ES ADARIA CINAED, PRINCESA DE DRAKHORIS, HIJA DEL REY GEORGE CINAED, EXIJO QUE SE ANUNCIEN!— Les grité firme y los caballeros a caballo se detuvieron a escucharme

— Princesa Adaria, mi nombre es sir Solimán el príncipe Dorian nos envió a custodiar su llegada para que este a salvo— con una media sonrisa en su rostro el caballero se volvió a colocar el casco y ordeno que comenzáramos a levantar el campamento mis hombres se mantuvieron en su lugar haciendo que el caballero se molestara, con su mirada en mí esperaban mis órdenes. Al ver que nadie se movía sin mi orden, el caballero frunció su boca en una mueca de desagrado, borrando la tonta sonrisa de su rostro

—Vámonos — les dije a todos quienes se movieron de inmediato. Dibujando una sonrisa en mis labios, miré fijamente al caballero frente a mí. Sin quitar la sonrisa de mi rostro, subí a mi caballo y miré al hombre que hervía de rabia

Me subí a mi caballo y pasé por delante del soldado

— Puede que mi tío sea tu señor, pero estos son mis hombres — tomé la delantera seguida por Fergus y Luque junto a dos estandartes. El carruaje venía detrás y en la parte trasera venían los estandartes restantes y los demás hombres. Los guardias de mi tío rodeaban por completo a nuestros lados impidiendo que cualquiera se acercara a nosotros o que nosotros nos alejemos del camino