NO RENUNCIARÉ A NOSOTROS.

Narrador omnisciente.

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La doctora salió de la habitación de la enfermería, seguida de cerca por la madre de Luciana.

_ ¿Cómo está mi hija? _ preguntó doña Alfonsina, con una expresión de preocupación en su rostro, se sentía nerviosa, sabía que tendría problemas con su esposo cuando se enterara de lo acontecido.

_ Está bien. _ respondió la doctora. _ El desmayo se debió a un cuadro de estrés. La joven ha estado sometida a una gran presión emocional y su cuerpo ha reaccionado de esta manera, la joven necesita descansar.

Alfonsina asintió con la cabeza, aunque su expresión no cambió.

_ Gracias, doctora. _ dijo. _ Me aseguraré de que mi hija reciba el descanso y la atención que necesita.

La doctora asintió y se despidió, dejando a la madre de Luciana sola en el pasillo.

Un rato después, Luciana despertó . Se sentó en la cama, las palabras que le había dicho su madre horas antes resonaban en su mente, ella sería más astuta que su madre. Alfonsina se paró frente a ella, Luciana la miró con una expresión vacía.

_ Luciana, hija ¿Te sientes mejor? Preguntó Alfonsina acercándose a ella. _ Estoy aquí para ti.

Luciana la miró en silencio, sin responder.

_ Luciana, por favor. _ insistió Alfonsina. _ Hablemos. Te pido disculpas si dije algo que no debía, yo solo quiero lo mejor para ti.

Luciana respiró profundamente y luego habló en un tono suave.

_ Está bien, mamá. Aceptaré tus reglas. Haré lo que tú quieras, no intentaré escapar más de este lugar, culminaré mis estudios y... Me olvidaré de Alejandro. _ Luciana sintió un nudo en su pecho.

Alfonsina la miró atentamente y luego sonrió aliviada.

_ Gracias, Luciana, cuando seas madre me entenderás mejor. _ besó su cabellera.

Pero mientras Alfonsina hablaba, Luciana pensaba en su mente.

"No, mamá. No voy a renunciar a Alejandro. No voy a dejar que le hagas daño a él y a su madre. Solo estoy haciendo esto para despistarte, para que creas que he cambiado de opinión, pero no es así, seguiré luchando por mi amor, por mi felicidad. Y no te dejaré que me lo quites, no renunciaré a él".

Luciana sonrió en silencio, sabiendo que había encontrado una forma de seguir adelante, de seguir luchando por su amor sin que su madre se diera cuenta.

Pasó el resto del día en la enfermería, luego su madre se la llevó por una semana a casa de su hermana Isabel, después de eso Luciana volvió al internado, su madre volvió a dejarla sin celular, pero a Abril su padre le había comprado uno, así que Luciana pudo comunicarse con sus amigos y contarles sus planes.

...

Alejandro estaba sentado en su habitación, mirando su nuevo teléfono el cual le había obsequiado Sergio, con una expresión de preocupación. Leticia acababa de llamarlo para contarle que hacía unos días, Luciana se había desmayado en el internado.

_ Intentó escapar del internado con unas compañeras, su madre fue a verla le dió el sermón del siglo y le exigió olvidarse de tí de una vez por todas. _ explicó Leticia. _ La pobre estaba muy estresada y se desmayó. La llevaron a la enfermería y la doctora dijo que estaba bien, solo que necesitaba descansar, ya le dí tu número para que se contacten.

Alejandro se sintió aliviado al saber que Luciana estaba bien, pero también se sintió preocupado por la situación en la que se encontraba, la extrañaba demasiado.

Esa misma tarde recibió una llamada del amor de su vida, hablaron un largo rato.

_ Tenemos que hacer algo. _ dijo Alejandro. _ No podemos dejar que tú mamá te siga presionando de esta manera.

_ Sí, yo le dije que aceptaba sus reglas le hice creer que me olvidaría de tí y ella me creyó, sé que está mal mentirle a mi madre, pero te quiero, Alejandro.

_ Yo también te quiero, no te sientas mal, por nada, esto es por una buena causa, anhelo que el tiempo vuelve para volver a verte.

_ Yo quiero volver a besarte.

_ He estado pensando en algo. _ dijo Alejandro.

_ ¿Qué cosa? _ preguntó Luciana a través de la línea

_ Voy a fingir salir con una amiga de la escuela. Se llama Marina ¿Te acuerdas de ella?. Es muy simpática y creo que podemos fingir que estamos saliendo para despistar a doña Alfonsina.

Lucisna se rió. _ Si me acuerdo de ella. ¿No está enamorada de tí como Guadalupe? _ preguntó la chica un poco celosa.

_ No, para nada, ella es a todo dar, te prometo que no habrá ningún inconveniente.

_ Está bien, si ella acepta fingir ser tu novia, está bien, pero nada de besos, eh, tus besos son solo míos.

_ Solo tuyos mi mariposa hermosa. _ aseguró el chico con una brillante sonrisa. _ No se preocupes por nada, sabes que te amo y que haría cualquier cosa para protegerte. Esto es solo será una estrategia para despistar a tu madre y que nos deje en paz.

_ ¿Cuando se mudan a la nueva casa?

_ El fin de semana.

_ Me alegro mucho mi cielo.

Alejandro sonrió encantado, la voz de Luciana era como una linda melodía para él.

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El tiempo parecía que había escuchado las súplicas de los jóvenes enamorados. Alejandro y Luciana habían estado separados durante meses, la Navidad se acercaba y ambos se sentían tristes por no poder pasarla juntos, el primer año llegaría a su final. Y pronto cumplirían dieciséis años.

Alejandro se encontraba en su pequeña casa, rodeado de regalos y decoraciones navideñas. Su madre, algunos empleados y amigos estaban reunidos en la sala, riendo y charlando. Pero él no podía evitar sentirse solo, sin Luciana a su lado.

Mientras tanto, Luciana estaba en casa de su tía Isabel y sus primos, Mía y Manuel, sus padres habían viajado a pasar navidad con ellos, estaban decorando el árbol de Navidad, todo se veía hermoso, pero Luciana se sentía ausente, su mente estaba en México, en Alejandro y en la Navidad que podrían haber pasado juntos.

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Los meses pasaron rápidamente. Alejandro y Luciana cumplieron diecisiete años y pronto se acercaba su cumpleaños número dieciocho. La idea de reencontrarse pronto les llenaba de emoción y ansiedad.

Habían logrado engañar a doña Alfonsina, ella juraba que su hija había olvidado al muerto de hambre hijo de la sirvienta y que el mismo se había juntado con una de su misma condición, Marina fingía a la perfección, tanto que hasta matilde se había creído el cuento.

Alejandro se encontraba en su habitación, mirando una foto de Luciana en su celular con su uniforme escolar. Sonreía al recordar los momentos que habían compartido juntos. Pronto estarían juntos de nuevo, y nada podría separarlos.

Luciana, por su parte, estaba en el internado, estudiando y sacando las mejores calificaciones, ella y Abril eran inseparables, Pronto saldría de allí y podría reencontrarse con Alejandro. Su corazón latía con emoción al pensar en el momento en que volverían a estar juntos.

_ ¿Qué harás cuando salgamos de aquí? _ le preguntó Luciana a su amiga.

_ Pedir mi fideicomiso y hacer mi vida lejos de mi padre y su malvada esposa.