Ella es la destrucción de él, poco a poco ambos caerán en la llama de la lujuria y ya nada podrá detenerlos.
Juntos son demasiado peligrosos e insaciables.
Una droga que los consumirá poco a poco.
Una mujer con un corazón roto es más peligrosa que el mismo diablo, Dalilah hará lo posible por salir adelante, pero no contaba con que los errores del pasado se repitieran.
Caebran hará todo para ser el mejor líder de la mafia rusa, desde la muerte de sus padres, juro vengarlos y reclamar el puesto. Ahora el tendrá que lidiar con el culpable y el deseo que lo carcome por dentro al conocerla.
Ella era su locura y el la de ella. Pero ambos no estaban dispuestos a demostrarlo. No todavía.
Dos corazones fríos, y arrogantes dispuestos a quemarse entre sí, luchando por un nuevo comienzo, una nueva vida.
¿Qué es lo peor que podría pasar?, pero… Alguien se obsesiono y eso termino en tragedia.
NovelToon tiene autorización de Angela G. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
C A P I T U L O 24
Sus palabras hicieron que mi corazón latiera lentamente sobre mi pecho.
Me despego del abrazo y lo veo a los ojos tomando su cara. Sus ojos se encuentran con los míos y pasan muchas cosas por mi mente.
Le acaricio los pómulos suavemente mientras el cierra los ojos en un acto delicado.
—Te amo mi Caebran…
Las palabras salen de mi boca en un susurro. Caebran sonríe abiertamente en tanto me roba un tierno beso que deja mi respiración por los aires.
De verdad lo amo, aún así el tiempo que nos llevamos conociendo puede ser poco, pero se ha ganado mi corazón, cuando supe me que confundía, sabía que estaba cayendo aún así, me alegra que el haya sido el que de el siguiente paso.
—Dilo otra vez muñeca.
—Te amo mi amor.
Le sonrío y me sonríe.
Ambos nos observamos detalladamente haciendo de este momento demasiado mágico, bien dicen que los ojos son el reflejo del alma. Y el alma a la que veo, no es mas que de un niño asustado en busca de que lo amen tal y como es.
—Eres tan hermosa…
Suelta en un suspiro.
Después de unas cuantas horas vamos de camino a casa. Me siento muy feliz y contenta ya que por fin me dejare de juegos y disturbios. Quiero hacer las cosas bien con Caebran.
Para llegar a casa tenemos como siempre que alejarnos de la ciudad e ir por las carreteras de seguridad. Me concentro en el paisaje a mi alrededor mientras siento los dedos de Caebran en mi muñeca.
Frunzo el ceño al ver la carretera cerrada.
La camioneta se detiene.
—¿Qué pasa Dimitry?—formula Caebran.
—No lo se señor, iré a comprobar.
Cuando Dimitry habré la puerta sale una neblina de la nada asustándome por el inusual gas que proviene del bosque. La
Neblina es rápida al consumir la estancia en la que nos encontramos.
—¡Mierda!
Gritan a mi lado asustándome.
—¡Sal del auto, rápido!, ¡Aléjate del gas!
—Es solo neblina mi amor—. Contesto saliendo del auto y rodeándolo.
—No…—toma aire cerrando los ojos y arrugo las cejas— Es gas somnífero.
Mi mente se tarda en procesar mientras escucho los latidos de mi corazón en mis oídos, los ojos se me nublan y veo borroso el lugar.
Lo ultimo que escucho al quedar inconsistente es como Caebran se tira al suelo y como ultimo suspiro me alerta.
—¡Corre Muñeca!
Despierto desorientada, mi vista no se tarda en acoplarse en la estancia por lo oscuro que se encuentra.
A mis fosas nasales llega un olor putrefacto que revuelve mi estomago causándome nauseas y tirándolo todo, trato de levantarme pero algo pesado tira de mis brazos y piernas
Estoy encadenada.
—¿Qué carajos…?
La puerta se abre con un chirrido estremecedor y de esta entra un hombre con una capucha de color negra, no puedo ver casi nada así que solo se que es un poco alto.
—Ya despertó la lindura.
—¿Quién eres?—hablo con mi voz ronca por la falta de agua.
—Pensé que jamas ibas a despertar bella durmiente.
—¿Quien demonios eres imbecil?
Se ríe, su risa me causa escalofríos.
Escucho cerca sus pasos y siento su tacto recorrer mi mejilla me aparto bruscamente.
—¡No me toques!
—Puedo hacer contigo lo que se me pegue la gana—. Me suelta una bofetada que me voltea la cara y me agarra del mentón acercándome a lo que es su cara. Su horrible aliento me hace querer tener nauseas otra vez.
—¡No sabes con quien te metes!—le amenazo.
Otra vez una risa.
—Se quien eres Dalilah, el no vendrá por ti así que no pienses en escapar. Como tampoco pedir ayuda por ningún medio.
—¿Qué…?
—Llevas tres días aquí y aún así nadie ha pisado el lugar, ni siquiera tu amado Caebran.
Ay mierda.
