Bertha

En el trabajo de Marco...

Romina no dejaba de fastidiar, todo el tiempo quería hablar con Marco pero él la ignoraba; tantas veces lo buscaba tantas veces le sacaba la vuelta.

Marco, escúchame, dijo ella jalándolo del brazo.

Qué quieres, Romina, ¿no te cansas de estar molestando?, ya te dije que no quiero nada contigo, no abuses de mi paciencia.

Marco, sé que hice mal, pero eres el único hombre al que yo amo y el único hombre con el que quiero estar.

Y a Pepe, ¿qué?, ¿lo vas a dejar chiflando la loma? En buena onda, Romina, déjame en paz. Entre tú y yo no hubo nunca nada más que un simple agasajo, es todo. No te amo, a la que amo es a Bertha, mi mujer.

No me digas, ¿y en dónde queda Gisela?, ¿qué no es tu amor?

Eso no te importa, sigue feliz con tu Pepe y a mí déjame tranquilo.

Marco ya no quería nada con Romina, pero Romina no dejaba de buscarlo y eso ya lo estaba cansando, todo su pensamiento estaba con Bertha que tenía cáncer de mama.

Ese día pediría la salida temprano para llevar a Bertha con el doctor que la iba a operar.

Más tarde, Belén lo mandó llamar.

Ya está arreglada tu salida. Espero que Bertha esté bien.

Gracias, Belén, nos vemos mañana depende de cómo esté Bertha.

Marco y Bertha llegaron al hospital y lo que parecía una operación sencilla se complicó.

Inmediatamente, le dieron los primeros auxilios.

Afortunadamente, lograron estabilizarla.

Decidieron esperar otro dos días más para poder operarla, ya que por el momento no era posible, dada su elevada presión arterial.

Así se lo notificaron a Marco.

La operación no se llevó a cabo porque la señora Bertha tuvo un contratiempo, pero ella está fuera de peligro. Tendrá que quedarse aquí para poder mantenerla vigilada para poder hacerle pa operación. Lo más seguro es que se le extirpe el seno.

Está bien doctor haga lo que tenga que hacer, pero, por favor, que ella esté bien.

Marco pasó a ver a Bertha.

No te preocupes, mi amor, es solamente un seno, pero lo que importa es que tú estés bien.

¿Te imaginas cómo me voy a ver yo sin mis senos?

Amor, piensa que es por tu bien, solamente te quitarán uno pero es mejor a que puedas perder la vida.

Berta estaba inconsolable, no podía soportar la idea de que fuera a perder un seno.

Ella que siempre se había caracterizado por tener un hermoso cuerpo, además de ser muy guapa.

Esa noche no pudo dormir de solo pensar, pero al día siguiente ya se le veía más tranquila.

Por fin se había resignado, total, ella quería seguir viviendo todavía más.

Ninguno de sus hijos se había presentado al hospital para verla.

Pareciera que jamás tuvo familia.

Bertha, voy a traer un café ahorita regreso, ¿estarás bien?

Sí, no te preocupes por mí.

No me tardo nada, mi vida.

Bertha cerró los ojos para descansar un rato, sabía bien que Marco no se tardaría.

Cinco minutos después alguien tocó a la puerta y entró.

Hola, Bertha, soy yo, Eli.

¿Tú?, ¿qué haces aquí?, ¿vienes a humillarme?

Por supuesto que no, solo vine a decirte que siento mucho lo que te está pasando y te ofrezco de todo corazón mi apoyo.

¿Tú me vienes a ofrecer tu apoyo? ¿Tú que fuiste la amante de mi marido y que pensabas dejarme en la calle?

Yo sé que hice mal, pero él me dijo que el dinero era suyo y las propiedades.

En un principio eran suyas, pero como él y yo nos casamos por todas las leyes, por bienes mancomunados al morir él todo me pertenece a mí, no hay de otra.

Dime una cosa, Bertha, si tú llegas a morir, ¿quién se quedará con todas las cosas?

Eso a ti no te importa, yo sé a quién dejarle todo.

No me digas que se la vas a dejar al mantenido de tu esposo.

¿Y por qué no?, él siempre ha estado a mi lado en los momentos buenos y en los malos también. Claro que merece una compensación.

¿O sea que él está contigo porque tú le estás pagando un sueldo? Qué pena me das.

Mira quién habla, tú estabas con mi esposo por el dinero que te daba no porque lo amaras de verdad. El león cree que todos son de su condición. Marco está conmigo porque me ama, es el único que me ha cuidado en todo este tiempo. Me ha llevado a consultar, me ha comprado mis medicamentos, me da los masajes que necesito, etc.

Pues sí que es un dechado de virtudes, ya quisiera yo uno así para mí. Cuando te mueras, ¿puedo hacer mi lucha con él?

Puedes, pero solo falta que él quiera, él no se enreda con cualquiera, ¿sabes?

Yo no soy cualquiera, soy una persona fina, soy licenciada en conferencias me pagan mucho por dar pláticas de todo tipo.

Y si te pagan mucho, ¿por qué quieres ligarte a mi esposo?, él se va a quedar en la calle cuando yo muera. Solo que tú quieras mantenerlo.

¿Yo? Fíjate que no, yo no mantengo a ningún pelado. Ya me voy, siento mucho que te vayan a quitar el seno, toda tu belleza se va a ir al caño. Y no te creas lo de tu esposo a mí no me gusta recoger las sobras de otra.

Tanto no te gusta que andabas con mi esposo, ¿a eso cómo le llamas? Espero no volver a verte por aquí ni por ninguna otra parte, adiós.

Al regresar Marco la encontró muy agitada.

Amor, ¿qué te pasa?, ¿por qué estás así?

Me siento mal, ¿me puedes dar un vaso con agua, por favor?

Sí, claro. Dime qué fue lo que te puso así.

Solamente me dio calor, es todo, pero ya estoy bien.

El doctor llegó con una excelente noticia.

Hemos checado los nuevos análisis que le hicimos a la señora, no hay ningún indicio de cáncer.

¿Es verdad eso, doctor?, preguntó Marco, ilusionado.

Sí, no hay nada que temer, le daré una unos medicamentos y con esos tendrá suficiente. Y, por favor, le pido que se cuide mucho porque esta vez la ha librado, pero tal vez si se vuelve a presentar a lo peor no la libra ya.

Gracias, doctor, yo me encargaré de cuidarla.

Dos días después, Bertha fue dada de alta, completamente restablecida, bueno, dentro de lo que cabe.

¿Sabes?, estoy tan feliz que quisiera festejar al bar donde nos conocimos, ¿te acuerdas?

Claro que me acuerdo, ¿cómo olvidar ese día en que te conocí?, te veías radiante con ese cuerpo esbelto y esa sonrisa tan clara y tan blanca.