EN OTRA VIDA

LUCÍA GUILLÉN

La noticia de Dylan en coma me ha dejado bastante impactada y con una tristeza en mi corazón. El que se quiera quitar la vida significa que la ha estado pasando muy mal. Creo que ambos nos la hemos pasado muy mal.

Fui al despacho de mi padre y con más calma le conté lo que había sucedido desde mi niñez hasta la edad de mis 18 años. Sentí vergüenza con él, nunca imaginé que estaría un día contándole mis problemas y sentimientos a él, pero no quería arruinar la confianza que me ha dado.

— Quiero ver a Dylan — le dije a mi papá — quiero decirle la verdad aunque no sé si me escuche.

— Siempre te voy a apoyar, pero no sé si será lo correcto en este momento. Voy a investigar en qué hospital está y lo demás ya veremos.

— Gracias, padre.

— No es que sea un viejo alcahueto. Pero si ustedes dos se aman, y si él se recupera, lucha por ese amor, que no te pase lo que me pasó a mí. Solo si estás segura de poder con todo lo que viene, yo te voy a apoyar.

— Voy a pensar bien. No quiero caminar en falso.

Fin de semana, y el cuerpo lo sabe, esa era la frase que siempre usaba Alicia cuando quería salir.

— Hermanita vamos de paseo está noche. Me invitaron a cenar, pero no quiero ir sola.

— Te invitaron a ti, no a mi. No me gusta ser la violinista, la chaperona. Mejor tu solita.

— Anda sí. Ya le dije que ibas y él lleva a su amigo.

— ¿Quién es el susodicho?

— Se llama Gustavo Carrión.

— Ese nombre me suena. ¿No es el gerente de nuestra empresa? — estaba un poco sorprendida nunca la Vi platicar con él.

— Si, es él.

— ¿No está como algo mayorcito para ti?

— Solo me lleva 6 años.

— Tiene casi 30 años— Me quedé con cara de asombro por molestarla — Está bien. Te acompaño, pero no quiero novio ni nada de eso. Aún tengo algunos cabos sueltos con Dylan y quiero atarlos.

— Ya te decidiste. Eso me alegra.

— Sí. Creo que aunque camine en falso, haré el intento. Aunque en estos momentos no sean los mejores. Confío que él se va a despertar.

— Bueno hermanita, a las 7 nos vamos.

— Okey. Voy con mi gordo lindo — hacia referencia a Alexander.

Antes de ir por Alexander, fui al despacho de mi padre, él siempre estaba ahí.

— Papá, ya sabes dónde está Dylan.

— Si, de cuenta iba a buscarte — me extendió un papel con la dirección y con el nombre de un doctor — busca a ese médico, él te va a orientar y buscar la forma de que lo veas sin que nadie sepa. Ahí está su número y puedes llamarlo.

— Dr. Joel Bustamante — leí en voz baja.

— Él es un amigo de la familia. Es bueno que lo vayas conociendo a mis aliados. Es importante mantener conexiones en todas las escalas de la sociedad.

Me fui por Alexander, él estaba jugando con la nana. Me senté a un lado y le marqué al doctor. Él sabía que lo iba a llamar. Me dijo que llegara el lunes a las 9 de la mañana.

— Nana puedes retirarte a descansar, me haré cargo de él. Muchas gracias por todo.

Tomé a Alexander y nos acostamos.

— Es hora de tu siesta mi príncipe bello.

MARÍA ALICIA

Estaba viendo que me ponía. Desde que llegué a trabajar con mi padre, Gustavo me pareció alguien muy responsable y maduro. Hicimos una conexión a lo inmediato y desde ahí hemos chateado cada noche.

Me ilusiona que por fin haya encontrado el amor con él.

Eran las 6 de la tarde y los nervios me mataban.

— Estoy lista— era Lucía — me avisas cuando estés lista, estaré en mi cuarto.

— Okey. Ya casi termino.

Me di los últimos toques con un perfume con olor a vainilla.

Salí con Lucía hacia la cena.

— ¿Y tu amigo?— mire a Gustavo solo.

— No lo pude convencer. Pido disculpas.

— Bueno, voy a dar una vuelta. No te preocupes por mi Alicia. Creo que el aire fresco y caminar un poco me van a ayudar con mis reflexiones y mis decisiones.

—Cómo te vas a ir así.

— Yo te dije, que no quiero ser violinista. Cenen tranquilos y tengan buen provecho. No te preocupes Alicia. Está es tu noche.

Lucía se fue. Siendo honesta me siento mal por ella. Tanto que le insistí y ahora se va así.