En un mundo donde los dioses caminan entre mortales, un pequeño de siete años, que es mucho más de lo que parece, ha encontrado su propósito. Con un corazón puro y un amor inquebrantable, este dios cuida de su amigo, un joven alfa de 18 años marcado por el dolor y el desprecio de su propia madre. A pesar de las sombras que lo persiguen, el joven anhela la felicidad y la libertad que solo el amor puede ofrecer.
El pequeño dios, con su apariencia inocente, es un faro de luz en la vida del alfa, ayudándolo a enfrentar sus traumas y a encontrar la valentía dentro de sí mismo. Juntos, desafían las expectativas del mundo que los rodea, creando un vínculo que trasciende el tiempo y la edad.
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Cap 22: Linea marcada
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Mientras eso sucedía con Haim y Liorán, en la academia Segei estaba un poco inquieto por la ausencia de los niños.
— ¿Sabes si estaban enfermos?— preguntó Aitana preocupada.
— No sé, desde ayer que comimos juntos no los volví a ver.
— Nadie sabe por qué no asistieron a clases y no los han visto salir de la academia.
— ¿Es posible que sus padres se los hayan llevado por lo ocurrido la otra vez?
— Puede ser, esperemos si los profesores dicen algo.
— “ ¿Y si se fue enojado conmigo y no regresa?”— pensaba preocupado.
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... UNA SEMANA DESPUÉS...
En esta semana, Haim y su hijo permanecieron en su reino, cada mañana desayunaban junto a los reyes, estudiaban y luego Liorán iba a jugar con sus pequeños tíos. Los jóvenes también iban a visitar a Marius y Yamal, quienes estaban felices por su nieto y bisnieto. En la academia, Sergei estaba preocupado e inquieto por no saber nada de su amiguito durante todo ese tiempo.
— Vayamos al aula, las clases están por empezar— dijo Haim a Liorán.
— Espero que no hayan hecho examen o talleres.
— No hicieron nada de eso y de hacerlo, tenemos la oportunidad de presentarlo ya que teníamos permiso para faltar.
— Está bien, confío en mi padre.
Al entrar al aula, los niños saludaron y sus compañeros comenzaron a preguntar la razón de su ausencia.
— Asuntos personales que debíamos atender.— respondió Haim.
— Niños, estaba muy preocupada por ustedes, se fueron sin decir nada y sin despedirse.— abrazando a ambos niños.
— Fue un viaje imprevisto, si hay otra ocasión, le diré para no preocuparla.
— No se preocupe tanto por nosotros, nos sabemos cuidar.— agregó Liorán.
— Haim, ¿Estás bien?— preguntó Sergei incómodo por la indiferencia del niño.
— Estoy muy bien, joven duque, estaba en compañía de mi familia.
— príncipe, no me digas que estabas concertando un compromiso.— expresó Aitana.
— Princesa, son asuntos familiares que no quiero divulgar.
— “ ¿ entonces fue a comprometerse?” — se preguntó Sergei observando al niño.
Todos guardaron silencio cuando la maestra llegó al aula. Todos estaban concentrados en la clase excepto Sergei que observaba a Haim quien tenía un aire distante e indiferente hacia él. Al terminar, todos iban saliendo del aula para ir al campo de entrenamiento a recibir su otra clase.
— Haim, ¿Estás molesto conmigo?— acercándose al puesto del niño
— No estoy molesto, usted tiene razón, mi comportamiento es demasiado infantil e irrespetuoso. Cómo príncipe heredero debo tener un buen comportamiento y no tener demostraciones de afecto hacia personas que no son mi familia.— respondió guardando sus pertenencias.
— Lo siento, no quise hacerte sentir incómodo.
— Está bien, sus palabras me hicieron reflexionar sobre mis malas acciones.
— ¿Aún somos amigos especiales?— preguntó mientras tomaba la mano del niño.
— Somos amigos, no existe eso de amigos especiales.— decía apartando la mano del alfa.
— Pero dijiste que éramos amigos especiales.
— Joven duque, usted marcó un límite que no debo cruzar y no lo haré. Lo respetaré, mantendré mi distancia para no crear momentos incómodos y desagradables para ambos.
— Haim, perdóname, no quiero dejar de ser tu amigo.
— Joven duque, ya le dije que somos amigos. Pero cómo usted lo pidió, me comportaré y no me acercaré a usted de forma indebida, no perturbaré su vida con tonterías.
— Haim, sabes a lo que me refiero.
— Sergei Pablov, lo entiendo, es usted un hombre cuyas amistades deben ser de su misma edad. Entiendo que tener que lidiar con los caprichos y tonterías de un niño es molesto, entiendo que he cruzado una línea que no debería.
— P-Pero…….
— Joven duque, cuando tome una decisión debe ser firme y mantener su palabra, jamás debe dudar de lo que quiere y desea.
— Solo deseo que sigamos siendo amigos como antes.
— El pasado es pasado, nunca hay que mirarlo de regreso. Se debe aprender de él y no repetir los mismos errores..
— ¿Ser amigos especiales fue un error?
— No, el error fue mi mal comportamiento e imponer cosas que no debí.
— No has impuesto nada.
— Nunca le pregunté si podía tomarlo de la mano, darle un abrazo o besarlo. Violé su espacio y su intimidad. A partir de hoy me comportaré, no se preocupe por eso.
— Haim, deja de hablarme así, me haces sentir más culpable.
— El tema se cierra aquí mismo, no cometeré las mismas faltas.
— Entiendo— liberando feromonas de tristeza.
Haim salió del aula para ir al campo de entrenamiento. Mantendría esa línea invisible que había marcado el alfa, no se arriesgaría a que el joven se molestara nuevamente por ser demasiado empalagoso e infantil.
— “ Es lo mejor para ambos, yo no debo crear ilusiones y forzar algo más allá de una amistad. Necesito tener esta línea clara para saber si él en verdad quiere una amistad o solo es su instinto protector que lo obliga a estar cerca y aceptar las estupideces que hago…… él también necesita estar lejos de mí, no tener contacto físico, porque la costumbre y el agradecimiento no es lo que quiero, quiero que él tenga sus emociones y sentimientos claros, quiero que al confesarme él pueda decir si o no, sin dudar de su respuesta.”
El niño llegó al campo de entrenamiento viendo a sus compañeros practicar con la espada, mientras que Liorán estaba sentado bajo un árbol.
— ¿Por qué estás aquí? ¿Te hicieron algo?— sentándose al lado del niño
— No me han hecho nada, el profesor informó que la clase de hoy será para dar retroalimentación a cada estudiante según su desempeño en la clase.
— Entiendo, entonces esperemos nuestro turno.
Haim se sentó acomodando su espalda en el árbol y Liorán se acostó en el suelo colocando su cabeza en las piernas de su padre.
— Padre, ¿Tuvo problemas?
— ¿Por qué preguntas?— demandó jugando con el cabello del niño
— Su expresión es muy seria, sus cejas están fruncidas, no tiene la sonrisa de siempre y sus ojos parecen mirar más allá de lo visible.
— No tuve problemas, solo una charla con el joven duque.
— ¿Le dijo por qué estaba extraño?
— No, pero le dejé claro que no lo volveré a molestar con lo mismo ni invadir su espacio.
— mmm, debió sentirse más aliviado al escucharlo.
— Fue todo lo contrario, quería que todo siguiera igual. Pero, para mí sus palabras fueron como un cuchillo que atravesó mis sentimientos.
— ¿No quiere seguir llamandolo de la manera en que lo hace ni tomarlo de la mano?
— Nada puede ser igual, cuando el otro se incomoda con lo que haces y dices. Si siguiera con lo mismo, siempre recordaría sus palabras, no estaría confiado ni seguro teniendo el mismo comportamiento hacia él.
creo que me perdí