Alma Rota: El Despertar De Aria

Punto de vista de Aria

Después de enfrentarme a mi familia y defender a Ethan ellos entendieron que ya no era una niña y que podía ser capaz de asumir mis propias consecuencias.

Aunque mi familia estaba escéptica a confiar en un demonio, yo por mi parte quise darle un voto de confianza y así poder entender que está pasando. Eso no quiere decir que perdonaré lo que me hizo, él debió ser sincero conmigo así como yo lo fui con él.

Nos encontrábamos en un lugar apartado, donde nadie iba a poder ver nuestras prácticas. Ethan se había encargado de recrear diversos escenarios en los que me pudiera encontrar.

El espacio era enorme parecía una mezcla entre un antiguo gimnasio y un templo. Las paredes eran de una piedra oscura y lisa, salpicadas por vetas de un mineral que emitía un brillo tenue, casi imperceptible, pero lo suficiente para iluminar el lugar con una luz mística. El techo era altísimo, perdido en una neblina que se arremolinaba con los movimientos de Ethan. El aire era denso y olía a tierra húmeda y a ozono. En el centro, el suelo de mármol pulido reflejaba nuestras figuras, distorsionadas y largas, como si estuviéramos parados sobre un espejo de agua.

Ethan se movía con una gracia sobrenatural, sus músculos tensándose y relajándose mientras creaba y disolvía proyecciones de sombras que imitaban a diferentes criaturas. Algunos eran grandes y grotescos, con colmillos y garras afiladas, mientras que otros eran más pequeños y rápidos, casi imperceptibles. Cada uno de estos escenarios representaba un desafío diferente, una prueba que pondría a prueba no solo mis habilidades, sino también mi capacidad de adaptarme y pensar rápidamente.

Estábamos completamente solos, apartados del mundo exterior. No había ruidos de la ciudad, ni el canto de los pájaros, solo el sonido de nuestra respiración y el eco de los ataques de Ethan. La soledad del lugar era palpable, y me recordaba que, a pesar de mis recelos, este era mi camino, y tenía que recorrerlo por mí misma.

A pesar de mi recelo, no podía negar que el lugar tenía una belleza extraña. Las sombras que Ethan manipulaba bailaban en las paredes, transformándose de un lobo furioso a una serpiente veloz en un abrir y cerrar de ojos. El aire que antes se sentía denso, ahora vibraba con una energía que no había sentido antes. Era una energía oscura, sí, pero también era la fuente de mi poder. Un poder que siempre había estado oculto en mi interior, esperando el momento adecuado para florecer.

Ethan me miró, con sus ojos color ámbar, (era increíble como sus ojos cambiaban de color no lograba entender como lo hacía) fijos en los míos. No había remordimiento en su mirada, solo una expectativa silenciosa. Él sabía que me había engañado, pero también sabía que yo era fuerte. No necesitaba su disculpa, necesitaba su ayuda para entender lo que era, lo que me había convertido en ese lugar.

—Tienes que aprender a controlar tu poder, Aria, —— dijo su voz profunda, resonando en el vasto espacio. —No es solo tuyo, sino que es parte de la energía del mundo. Tu poder es tan real como esta piedra o el aire que respiramos. Ahora, concéntrate. No pienses en las sombras, sino en la fuente de la que provienen.

Cerré los ojos, tratando de ignorar las sombras que se movían a mi alrededor. En mi mente, busqué esa energía, ese poder que fluía a través de mí. No era un sentimiento de calidez o de luz. Era una sensación de frialdad, como si el hielo fluyera por mis venas. Era una oscuridad que, para mi sorpresa, no me asustaba. Era reconfortante, como un abrazo de una vieja amiga.

Abrí los ojos y extendí mis manos. No estaba segura de lo que estaba haciendo, pero algo dentro de mí me guio. Las sombras que antes me habían atacado se detuvieron, y luego se disolvieron en una nube de polvo oscuro que se desvaneció en el aire. Ethan sonrió, una sonrisa genuina que hizo que mi corazón se acelerara.

—Lo has logrado, — dijo, su voz llena de orgullo. —Ahora solo tienes que aprender a controlarlo.

Ethan se acercó, su figura imponente proyectaba una sombra aún más grande sobre el suelo de mármol. No dijo nada, simplemente se arrodilló y tocó el suelo. Unas líneas de energía oscura se extendieron desde sus dedos, dibujando un círculo perfecto a su alrededor. En el interior, las líneas se entrelazaron, formando un patrón intrincado que parecía vivo.

—Este es un círculo de contención, — explicó Ethan, sin levantar la vista. —Es la base de todo. La energía que sientes no es algo que puedas desatar sin control. Es poderosa, volátil. Debes aprender a contenerla, a moldearla. Si no, te consumirá.

Me arrodillé frente a él, imitando su postura. Mi corazón latía con fuerza, una mezcla de nerviosismo y emoción. Puse mis manos sobre el mármol, buscando la conexión que había sentido antes. El frío que fluía por mis venas se intensificó, y visualicé cómo esa energía se extendía desde mis dedos, creando un círculo similar al de Ethan.

Era más difícil de lo que parecía. Las líneas que creaba eran temblorosas y se desvanecían tan pronto como aparecían. Ethan me observaba en silencio, dejando que yo luchara con mi propia mente.

—No lo pienses, — dijo finalmente, su voz suave. —Solo siéntelo. Deja que la energía te guíe. Es una parte de ti ahora.

Cerré los ojos de nuevo. En lugar de forzar la energía a fluir, simplemente la dejé ir. Dejé que se moviera a través de mí, y cuando toqué el suelo, las líneas que se dibujaron eran más firmes, más seguras. Me concentré en cada una, haciéndolas más fuertes, más definidas, hasta que el círculo fue tan sólido como la piedra que nos rodeaba.

Cuando abrí los ojos, Ethan me sonrió.

—Bien, — dijo. —Ahora, vamos a ver si puedes mantenerlo mientras yo intento romperlo.

La frialdad en su voz me lleno de miedo, no sabía si sería capaz de enfrentar a un ser tan poderoso como lo era él.