Project Universe: Explorers

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Uff... Vaya momentos más emotivos los que acabamos de tener, ¿no creen?

¿Que yo no dije nada? Amigo, no voy a comentar con mi bocota de camionero cuando el momento es demasiado sensible.

Eso y... bueno... quizás porque lloré un poco. Soy alguien sensible...

En fin, aquí vamos de nuevo. Tras varios días de recuperación y reparaciones, Writz, el elfo, había vuelto a casa.

Writz tocó la puerta; sacudió su capucha para verse mejor.

La puerta se abrió: Heart y Alex estaban frente a él.

—Alex, despertaste. Me alegra muchísimo. Heart, gracias por dejar que regresara a Alay.

Sin decir ni pío, Heart y Alex lo abrazaron, alegres por su regreso.

"Los eché de menos... chicos..." pensó el elfo.

—Tengo mucho que contarles, más de lo que cabe en un carruaje. —expresó entrando.

Alex y Heart rieron al verlo reaccionar al ascenso de rango del equipo Explorers.

Writz, rascándose la cabeza, sentía que no había aportado mucho para ese logro; aun así, la emoción no se iba.

Con calma, dejó una nota en la mesa.

—Jamás pensé que llegaríamos tan lejos siendo un grupo tan... único.

—No querrás decir problemático —rió Alex.

—Problemáticos o no, el punto es que vieron valor en nosotros. —mencionó Heart, aclarando la garganta—. Y ya que por fin cumplimos nuestros primeros objetivos, debemos esforzarnos para llegar más lejos.

Writz asintió, aunque por dentro pensaba: "Conociéndola, seguro hablará de misiones más peligrosas..."

Pero Heart lo sorprendió:

—Tras lo ocurrido en Alay, noté que tenemos fallos en coordinación y manejo de desastres... Pusimos en peligro a otro grupo y...

La voz de Heart decayó, como si no quisiera recordar sus errores. Writz la miró con comprensión.

Alex, en cambio, tomó su mano y le mostró una sonrisa cálida y sincera, como diciendo: "Hey, estoy contigo, dondequiera que estés."

Heart abrió los ojos y dejó escapar una leve sonrisa.

—El punto es que cometimos errores como equipo y como apoyo para Heartless. —dijo con más firmeza—. Durante tu ausencia, Writz, Alex y yo diseñamos un modelo nuevo: entrenar, reforzar habilidades y ser un equipo del que ARMA pueda sentirse orgulloso.

—¿Eh? ¿Entonces ya no iremos a misiones difíciles? —preguntó el elfo.

Heart asintió, lo que lo dejó desconcertado.

—¿Descansaremos más seguido? —insistió.

Heart y Alex se miraron y asintieron otra vez.

—El punto es no saturarnos. Por muy fuertes que seamos, no somos inmortales. —dijo Alex.

—Ya veo... —sonrió Writz, aceptando al fin—. ¡En lo que sea, cuenten con este humilde caballero!

Heart activó un holograma desde su tablilla y lo colocó sobre la mesa.

—Plan de acción para la mejora continua sin sobreesfuerzos: de ahora en adelante, analizaremos juntos cada misión que nos llegue. Si nos convence, iremos. Tras cada misión descansaremos al menos una semana: para entrenar, equiparnos y... —apagó el holograma— descansar, naturalmente.

Writz abrió los ojos sorprendido. Antes, una misión significaba días de entrenamiento sin pausa.

"¿Será que tanto le afectó la derrota contra Vez...?" pensó.

—Sí, yo también lo noté. —intervino Alex, como si leyera su mente—. Pero debemos ser mejores si queremos enfrentarnos a seres como la princesa vampira.

—¡Exacto! —Heart recuperó energía—. Debemos estar listos si volvemos a toparnos con OMEGA, con Vez Vampcleir, el General Kennedy, los Humex infectados y lo que venga.

—Bueno, entonces pongamos este dragón en marcha. —exclamó Writz, animado.

Alex sonrió a Heart; ella le devolvió la mirada con un rostro lleno de agradecimiento.

—Hablando de anuncios... Mañana partimos a Alay. La realeza élfica está agradecida con ustedes. —informó el elfo, cruzando los brazos con orgullo.

—¿Heartless irá? Ellos también ayudaron... —preguntó Heart.

—De hecho... antes de venir, los visité para dar mi pésame por Esker. —dijo con voz decaída—. Mencionaron que no asistirán. Siguen en duelo, así que su condecoración fue pospuesta.

—Ya veo... perder a un líder debe ser un golpe durísimo... —Alex bajó la cabeza.

Heart miró al suelo y suspiró. "Ahora no es momento..." se dijo, dándose un par de palmadas en la mejilla.

—Entonces mañana nos iremos. ¡Consigan su traje más formal! —dijo antes de irse a su habitación.

—Mmm... —cerró los ojos Writz con tristeza—. Sé que Heart no pasa por su mejor momento. Debemos apoyarla, cuidarla como los fénixes a sus polluelos.

—Sí... eso haremos. —Alex frunció el ceño, y luego arqueó una ceja—. Espera, ¿tienen fénixes en Alay?

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El tiempo transcurrió como un vinilo girando en el tocadiscos. El día de la condecoración había llegado.

En su habitación, Alex terminaba de arreglarse. Portaba un smoking negro con patrones rojos y una corbata a rayas rojas y negras.

Bien, creo que ya quedó... ¿Debería llevar zapatos formales...? ¿O mejor las botas Hammer por si algo pasa? ¿Llevo también los guantes Hammer...? pensaba, rascándose la cabeza.

Un toquido en la puerta rompió su burbuja mental.

—¡Pasa! —gritó.

Al abrirse, Alex se quedó con los ojos como platos. Frente a él estaba Heart, con un vestido largo verde oscuro y una chaqueta negra que le llegaba hasta la mitad del torso.

La robot, sonrojada, lo miraba con timidez; jamás había usado algo tan elegante.

—¿Ese es un traje formal de la Tierra? —preguntó ella.

—Así es... ¿Y eso es un vestido formal en tu planeta? —Alex arqueó una ceja curioso.

—Oh, bueno, sí... aunque no siempre tenemos ocasiones para vestir así. —rió Heart con timidez.

Se miraron unos segundos en silencio, hasta que alguien interrumpió:

—¿Qué tal me veo? —preguntó Writz.

El elfo lucía un traje blanco con capucha negra y patrones azules. Sus pantalones negros completaban la armonía del atuendo.

—¡Por la gran... estás increíble! —exclamó Alex.

—Esa ropa es mejor que la que usaste en tu cincuentenario. ¿Por qué no la vestiste antes? —preguntó Heart.

—Porque recién la compré. —rió nervioso el elfo.

—Te habrá costado un ojo de la cara... —bromeó Alex.

Writz, alarmado, se miró en el espejo tocándose el rostro.

—Uf... gracias, dioses. Pensé que de verdad me faltaba un ojo. —suspiró aliviado.

Alex y Heart rieron. Cómo era posible que Writz soltara frases filosóficas que nadie entendía, pero no captara los dichos de Alex.

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El portal se abrió y los Explorers regresaron a Alay. Su sorpresa al ver la ciudad casi reconstruida no tuvo precio.

—Madres... trabajan rapidísimo, ¿no? —comentó Alex.

—Es magia. Así podemos levantar estructuras con facilidad. —explicó Writz.

Avanzaron, hasta que la multitud los reconoció.

—¡Es el equipo Explorers!

—¡Heart, soy tu fan, gracias por salvarnos!

—¡Alex, Alex, por aquí!

—¡El héroe Writz ha vuelto!

Una ola de gente los rodeó. Alex sonrió nervioso, saludando con la mano. Heart intentó responder, pero estaba conmovida.

Entre la multitud, Alex distinguió a un niño élfico en brazos de su padre, mientras su madre saludaba. Era el pequeño al que había rescatado en la explosión del muro.

"Encontró a sus padres..." Los ojos de Alex se humedecieron mientras devolvía el saludo con fuerza. "Así que esto es ser un agente de ARMA..."

Heart, por su parte, notó a un grupo de soldados élficos brindando con sus copas.

—¡Por la capitana Heart! —gritaron.

La robot sonrió, conmovida. "Me aseguraré de protegerlos a todos... cueste lo que cueste."

Entre vítores y festejos, llegaron a la plaza élfica. Decoraciones y tiendas celebraban su llegada. Frente a ellos, el joven rey, su consejero y el sacerdote esperaban. Una fila de guardias completaba la escena.

De un portal apareció Epsilón acompañado de Crowy, posado en su hombro.

—Han estado ocupados, veo yo. —bromeó el flamoide.

—Queríamos descansar... pero los vampiros se atravesaron. —respondió Alex.

Ambos rieron; Crowy y Heart los observaban con gesto serio.

El rey alzó la voz y todos callaron.

—Honorables miembros del equipo Explorers. Quiero agradecerles frente a mi pueblo y a los representantes de ARMA por la paz que trajeron a Alay.

El rey y el consejero se arrodillaron.

—En nombre de su majestad, ¡gracias por proteger al árbol elemental y luchar contra la amenaza de Monsterad! —exclamó el consejero.

Alex se sintió intimidado. Nunca había visto a un rey arrodillarse.

El sacerdote se adelantó con un orbe elemental en las manos.

—Como muestra de gratitud, se les otorgará a Alex y Heart los títulos de caballeros honorarios del reino de Alay. —anunció.

Puso el orbe frente a Heart.

—Señorita Heart, por favor tóquelo. Así confirmaremos su elemento élfico.

—De acuerdo... —Heart colocó la mano.

El orbe brilló en rojo intenso, como llamas. Ella recordó al obelisco Pyko.

—Elemento Pyko confirmado. Gracias por validarlo. —asintió el sacerdote.

—No hay de qué. —respondió Heart.

Luego el turno de Alex. Tocó el orbe, que brilló en dos colores: plateado y café.

—¡Increíble! Tienes una bisonancia. —dijo el sacerdote.

—¿Eh...? ¿Y eso con qué se come? —preguntó Alex, nervioso.

—Estás conectado a dos raíces élficas: la Terreok y la Metalan. —explicó Writz.

Alex quedó boquiabierto. Sabía de la Metalan, pero no de la Terreok.

Finalmente, el rey llamó a Writz.

—Desde ahora, serás el nuevo coronel élfico. Cumplirás tareas sin interrumpir tu labor con los Explorers.

La multitud gritó de alegría. Alex y Heart se miraron sorprendidos.

—Gracias, su majestad... espero honrar a mi predecesor en la cornucopia. —respondió el elfo con solemnidad.

El rey le entregó el orbe. Writz lo tocó, y brilló en verde sereno.

—¡Mi elemento es el Airnek! —exclamó, con alegría infantil—. ¡Haré mi iniciación al terminar la ceremonia!

El rey sonrió.

—Que así sea. ¡Ahora, gente de Alay, festejen, pues sus héroes han ganado! —proclamó.

Todos celebraban con música, baile y banquetes abiertos al público. El día entero se volvió fiesta: comida deliciosa en cada esquina, tiendas con descuentos y alegría por doquier.

Todo un pachangón...

Heart y Alex observaron a Writz ajustarse la mochila.

—Chicos, debo hacer la prueba final de la iniciación élfica. Estaré en el laberinto unos días.

—Pero la vez pasada encontramos rápido los obeliscos... ¿Cómo te vas a tardar? —preguntó Alex.

—En ese entonces teníamos mapas. Ahora debe hacerlo sin ellos. —aclaró Heart.

—No te preocupes. —sonrió Writz señalando su cabeza—. Memoricé gran parte del camino antes de perder el mapa. Además, quiero practicar mi elemento.

—Está bien... pero no te sobreesfuerces. —insistió Heart.

Writz asintió y partió hacia el imponente laberinto élfico.

—Alex, ¿viste la comida de aquí? —Epsilón apareció con un plato de cola de dragón empanizada.

—¡A caray... vamos a probar! —exclamó el chico, siguiéndolo con hambre.

Heart rió. Es muy glotón cuando se trata de comida de otro planeta. Entonces sintió dos patitas en su hombro.

—¡Crowy! Qué alegría verte lejos de la oficina.

—¡Oye! ¡No soy una loca del papeleo! —picoteó la Skrow su mejilla, molesta.

—¡Au! Está bien, perdón...

—Como sea. Lamentamos lo de Esker. —añadió con seriedad.

—Gracias, Crowy... —murmuró Heart, con la mirada caída.

Otro picotazo la hizo reaccionar.

—¡Ay! ¿Qué?!

—No te dejes vencer por una pérdida. Eres fuerte, y te respeto. Además, tienes un gran equipo contigo. —Crowy alzó el pecho con orgullo.

Heart levantó la vista. Alex compraba comida en un puesto, sonriendo como siempre.

—Sí... tienes razón. —susurró, sonrojándose levemente.

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La fiesta duró hasta el anochecer, hasta que un portal transportó al dúo de regreso a ARMA. Exhaustos, se dejaron caer en el sofá de su hogar.

—Ah... no sabía que los elfos fueran tan fiesteros... —bufó Alex.

—Ni que lo digas. Perdí la cuenta de cuánto bailé... —Heart entrecerró los ojos.

—¿Qué tal si vemos una película?

Heart asintió y fue a la cocina. Alex buscó entre los canales del dron transmisor hasta dar con una comedia de oficinistas payasos. Heart regresó con dos platos de pizochos recién calentados.

—¡Perfecto, gracias! —Alex tomó el suyo.

—No hay de... ¿¡eh!? —Heart lo miró alarmada al ver una botella en sus manos.

Era extracto de salsaya.

—¿En serio piensas ponerle eso a los pizochos? —exclamó, temblando sonrojada.

—Sí, ¿qué tiene? —respondió Alex, confundido.

—¿De dónde lo sacaste...?

—Lo compré en una tienda de la plaza.

—¡Sabes que es un afrodisíaco! ¡¿Por qué lo usas como salsa?!

—Es que sabe a moras... y me encantan las moras. —replicó Alex, probando un bocado.

Heart lo observaba con mezcla de vergüenza y nervios. Alex, incómodo, bajó la mirada.

—Si quieres, puedo comer en mi cuarto...

—Eh... bueno...

Cuando se levantó, Heart lo detuvo. Sus mejillas chispeaban de sonrojo mientras tomaba la salsa y la vertía sobre su propio plato.

—¿Heart...? —Alex la miró sorprendido.

—Cállate... y mira la película. —murmuró, comenzando a comer.

El silencio se llenó de la luz tenue de la transmisión. Cada tanto, sus miradas se encontraban, cada vez más frecuentes... más largas. Poco a poco, se inclinaron hasta que Alex apagó la pantalla.

Sus frentes se rozaron. Luego, un beso suave selló la tensión contenida. La respiración de ambos estaba agitada.

—Alex... —susurró Heart, sonrojada pero sonriente—. ¿Crees que podamos ser un gran equipo... juntos?

—Lo sé. —Alex le devolvió la sonrisa, ruborizado—. Seremos un equipo increíble.

Se levantaron del sofá, y otro beso los acompañó hasta la puerta de la habitación. Alex abrió con cuidado, Heart entró coqueta.

—A... Alex. —Heart, con los ojos en forma de corazón digital brillando, lo miraba intensamente.

—¿Sí...? —preguntó el chico, más ansioso que nunca.

La robot lo empujó con gentileza y se recostó sobre su pecho.

—¿Podríamos hacer esto... más seguido? S-siempre y cuando no haya nadie, claro... —su voz sonaba más a propuesta que a pregunta.

Alex sonrió, acariciando su mejilla metálica con dulzura.

—Me encantaría... —respondió.

El chico respiró hondo y cerró la puerta tras ellos, con una sonrisa alegre.

Y así, el equipo Explorers se comprometió a crecer, a mejorar. Todo bajo un nuevo objetivo:

Ser los mejores agentes de ARMA.

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