Después de una ruptura, Camila encuentra consuelo en un hombre prohibido con el que descubre sensaciones que nunca había sentido, Pero las cosas cambiarán cuando descubra que es casado
NovelToon tiene autorización de cinthya Verónica Sánchez Pérez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
pasión
Ala mañana siguiente...
Emiliano como prometió vino a casa de violeta a recogerme para irnos juntos ala oficina.
Buenos días, no si te gustaría ir a desayunar algo.!_ dijo emiliano mientras manejaba.
Gracias, pero desayuné en casa de violeta.!_ dije mirado por la ventana.
Talvez está noche pueda ir a casa de tus padres para agradecerles por su confianza al dejarnos ir.!_ me dijo emiliano, Pero yo ya no tenía ánimos para seguir fingiendo nada.
Tranquilo yo les agradezco por tí no pasa nada.!_ dije mirando la ventana.
Al llegar a la oficina, Emiliano se quedó conversando con uno de los trabajadores, así que decidí ir directamente a mi oficina. Al entrar, me llevé una sorpresa al encontrarme con Sebastián frente a mí. La impresión fue tan fuerte que casi se me salta el corazón al verlo tan cerca.
Estaba a punto de gritar del susto, pero antes de que pudiera hacer ruido, él rápidamente me tapó la boca con su mano.
—Cálmate, no grites —me advirtió Sebastián, mientras yo sentía su mano sobre mis labios y el aroma de su perfume me envolvía, llenando el espacio a nuestro alrededor.
—Sebastián, ¡sal de aquí! ¿Qué crees que estás haciendo? —exclamé, mientras él me miraba fijamente a los ojos. Esa mirada intensa que había notado cuando estábamos juntos regresaba, y provocó en mí una mezcla de emociones difícil de describir.
Necesitaba verte. Quiero entender qué fue lo que ocurrió entre tú y Emiliano. ¿Tienen alguna clase de relación? No me iré de aquí hasta que me lo digas. Me comentó Sebastián con insistencia.
Sin embargo, no podía creer lo que estaba escuchando. Realmente habías perdido la cabeza. En lugar de estar aquí, perdiendo el tiempo conmigo, deberías ir a ver a Cecilia, tu futura esposa. Déjame tranquila, porque si alguien se entera de esto, nos meteremos en muchos problemas. Dije, visiblemente molesta, mientras me alejaba de él.
Dime qué no te toco, necesito que me lo digas. Sebastián me lo dijo con un tono alterado, casi suplicante.
¿Para qué? ¿Qué cambiará entre nosotros? respondí, tratando de contener mi enojo. Sin embargo, a pesar de mi actitud defensiva, cada fibra de mi ser anhelaba estar con él.
¡Tú no me entiendes! Entre Cecilia y yo no hay nada, te lo juro. Las palabras de Sebastián resonaron en mi interior y mi corazón comenzó a palpitar como el de un adolescente enamorado. Tenía un impulso incontrolable de besarlo, de entregarme a él por completo, de hacer el amor. Pero me contuve; no podía confiar en su palabra. ¿Cómo podía estar comprometido con ella si claramente no tenían ningún tipo de relación? La confusión se apoderaba de mí mientras intentaba descifrar la situación.
“No te creo”, le dije, mirándolo directamente a los ojos. “Te vi en el restaurante, tomados de la mano. Y la otra vez estaba en tu oficina. Por favor, deja de mentir”.
“Debes creerme”, me respondió, acercándose más a mí. Me tomó de la cintura con firmeza y me besó con una intensidad que me hizo temblar. En ese instante, algo en mi interior se encendió. A pesar de la confusión que sentía, yo correspondía a su beso. Mi cuerpo anhelaba su cercanía y, por dentro, mi alma clamaba por él. La necesidad de tenerlo a mi lado era una mezcla de deseo y dolor, y no podía resistirme.
Toc toc .....
Al oír el sonido de la puerta, ambos nos apartamos rápidamente el uno del otro, como si nos hubieran atrapado en un acto delictivo.
“¡No abras!”, me advirtió él con un tono urgente. Sin embargo, no presté atención a su advertencia y, sin dudarlo, decidí abrir la puerta mientras él se ocultaba rápidamente, buscando un lugar donde permanecer fuera de la vista.
Cuando la puerta se abrió, me encontré frente a frente con una mujer rubia, que parecía segura de sí misma. “¡Hola! Tú debes ser Camila”, exclamó con una sonrisa brillante, revelando que era la misma rubia que había visto anteriormente junto a Sebastián.
“Sí, soy yo. ¿En qué puedo ayudarte?”, respondí, sintiéndome algo nerviosa ante la situación inesperada.
¡Qué alegría conocerte! Soy Cecilia. Disculpa que llegue sin avisar, pero no tenía el placer de conocerte. En todas las ocasiones que estuve en tu casa, no tuve la oportunidad de verte, y dado que eres como la hermana de Sebastián, me preguntaba si te gustaría ser una de mis damas de honor en la boda con él. Cecilia pronunció estas palabras con una sonrisa radiante, mientras mi corazón se rompía lentamente.
Realmente no estoy segura de poder hacerlo. En unas semanas me iré de viaje y no quiero comprometerme a quedar contigo para algo si luego no puedo cumplirlo, respondí, sintiendo cómo el dolor se intensificaba en mi pecho.
Está bien, no te preocupes. Agradezco tu sinceridad. De todos modos, nos veremos esta noche para cenar, dijo Cecilia, mientras yo cerraba la puerta detrás de mí.
Vete.!_ le dije con los ojos llenos de lágrimas, mientras miraba a Sebastián.
Camila, déjame explicarte.!_ me dijo Sebastián tomando mi rostro con sus manos mientras yo me sentía miserable.
Que me vas a explicar, que te acostaste conmigo, engañando a tu prometida, Pero yo también tengo la culpa por dejar que me hicieras el amor.!_ dije mientras mis lágrimas se estaban de mis ojos.
No tengo intención de irme, te necesito y sé que tú también me necesitas a mí. Hacer el amor nos libera de todas las cargas, me confesó. En ese momento, sentí cómo su abrazo se volvía más fuerte, casi protector, mientras su mano se posaba suavemente sobre mis labios, impidiendo que siguiera hablando. La conexión entre nosotros era intensa, y esas palabras resonaban en el aire, llenándolo de una complicidad profunda.
No voy a detenerme, me afirmó él, mientras levantaba suavemente la falda que llevaba puesta y deslizaba sus manos por mis piernas.
Lo miré por unos segundos y me pregunté, ¿ Estaba dispuesta a ser la amante de Sebastián con tal de sentirlo.?, el tomaba mi rostro y me besaba con tal pasión que apenas y podía contenerme.
...****************...
...****************...
Mientras tanto, en la casa de Rolando, el padre de Camila, él se desplomaba al suelo, llevándose la mano al pecho. El dolor lo estaba ahogando, una sensación intensa y punzante que no podía ignorar. Su rostro se contorsionaba en una mueca de sufrimiento, y el sudor comenzaba a acumularse en su frente mientras luchaba por respirar, sintiendo cómo la angustia se apoderaba de él.